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El World Business Forum propone ideas rompedoras para la empresa

Sin miedo a dar un salto al vacío

Las empresas pueden aprender de un cineasta, un deportista o un etnólogo El evento, celebrado en Milán, reunió a más de 2.500 directivos de todo el mundo

Manuel G. Pascual

Felix Baumgartner se hizo mundialmente famoso el 14 de octubre de 2012 gracias a su ya histórico salto desde los 40.000 metros de altura, en la frontera entre el cielo y el espacio. Un récord que ya ha sido superado (nada más y nada menos que por el vicepresidente de Google, de 57 años), aunque mantiene el honor de haber sido el primero en saltar desde tan alto. Sus 15 minutos de gloria planetaria, parafraseando a Andy Warhol, escondían detrás cinco años de meticuloso trabajo. El mejor momento de la aventura duró apenas unos segundos: los que tuvo desde el momento en que se abrió la cápsula hasta que saltó. “Sabía que no volvería a estar ahí, así que traté de saborearlo al máximo”, explicó a finales de octubre ante la entregada audiencia del World Business Forum, celebrado este año en Milán.

Los 2.500 ejecutivos presentes en el auditorio esperaban sacar alguna enseñanza que aplicar a sus empresas. Y la tuvieron. “Si no se toman riesgos, no se logran los objetivos. Me jugué la vida para conseguir ese sueño, como me la había jugado anteriormente saltando desde las Torres Petronas de Taipei o desde el Cristo Redentor de Río de Janeiro. La cuestión está en tratar de que el riesgo esté controlado, que sea el menor posible”, espetó el deportista.

Para poder hablar de la guerra hay que vivirla

De la película que menos habló Oliver Stone durante su ponencia, que clausuró el World Business Forum, fue de la que mejor encajaba en un auditorio compuesto por 2.500 directivos. Wall Street y especialmente el personaje de Michael Douglas, Gordon Gekko, quedaron grabados a fuego entre quienes se dedican al mundo de la empresa.

Stone explicó que escribió la película (1987) en la cúspide de la desregulación de la economía. “Los años ochenta estuvieron marcados por las políticas de Reagan y Thatcher, de las que todavía somos rehenes”, señaló. Decidió hacer una segunda parte (2010) poco después de la crisis de las hipotecas subprime, en ambos casos para retratar el rostro más despiadado del mundo de las finanzas.

Pero en el filme en el que más tiempo se detuvo fue en Platoon (1986), un proyecto que tardó años en sacar adelante por falta de fondos. Tal era su deseo de conocer qué sucedía en la guerra de Vietnam que no solo se alistó en los marines para comprobarlo, sino que pidió a sus superiores ser enviado a primera línea de combate. Lo consiguió. Y volvió a casa vivo para poder contarlo. “Cuando te implicas en un proyecto hay que hacerlo hasta el final”, dijo.

Stone se ve con la obligación moral de arrojar luz sobre los puntos más oscuros de la historia reciente de Estados Unidos y del resto del globo (con Alejandro Magno, de 2004, tuvo una incursión en el mundo clásico). Todavía hoy colea la polémica levantada con su película sobre Kennedy, JFK: caso abierto, en la que relata una presunta conspiración para asesinar al presidente de EE UU. Figura esta, la de presidente, que atrae especialmente a Stone. También ha dedicado una película a Nixon (1995) y a George W. Bush (W, 2008), al que considera “el peor mandatario de la historia del país”.

Baumgartner fue uno de los 14 ponentes de lujo con los que contó la que ya se ha convertido en una cita anual de referencia en el mundo del management. En esta edición, el World Business Forum tuvo como título Provocateurs. Todos y cada uno de los expertos que desfilaron por el escenario presentaron ideas precisamente con el objetivo de romper los esquemas de los ejecutivos presentes. Algunos de ellos lo consiguieron.

Uno de los aciertos del foro fue elegir a ponentes de formación, currículum y procedencia muy diversos (si bien es cierto que la mayoría comparten su calidad de ser profesionales de las conferencias). Desde un cineasta a un deportista, pasando por un ingeniero, un experto en marketing, un etnógrafo, un bróker, un académico o un emprendedor, todos tuvieron algo que aportar.

El investigador y escritor Marcus Buckingham se ganó el respeto del público argumentando por qué es preferible centrarse en lo que cada uno sabe hacer mejor en vez de tratar de mejorar en aquellas competencias que se nos dan peor. “Imaginen que [Steve] Wozniak hubiese dedicado parte de su tiempo a mejorar sus dotes de negociación o de marketing, algo en lo que destacaba su colega [Steve] Jobs. Quizá Apple no sería lo que es hoy”, espetó. Intentar perfeccionar nuestras habilidades es una tendencia humana. Pero el mercado exige la excelencia y no va a esperar de brazos cruzados a que aprendamos.

El aludido fue, de hecho, el encargado de abrir el foro. El cofundador de Apple defendió que solo si se tiene auténtica pasión por algún tema se puede llegar a lo más alto. “A mí nadie me pudo enseñar a programar porque la disciplina en sí no existía. Fui autodidacta. Pienso que hay que apoyar a los jóvenes que muestran curiosidad por cualquier tema”, sentenció Steve Wozniak.

Otra idea que no dejó indiferente a nadie: “En mi empresa está totalmente permitida la siesta”, aseguró Jesús Vega, business angel, conferenciante y escritor. El que fuera director de recursos humanos de Inditex sostiene que lo que hace distinta a las compañías es su poder de seducción de marca. Y ese proceso debe empezar por el trabajador antes que por el consumidor. Construir una empresa divertida, en la que el empleado se sienta a gusto, marca la diferencia en términos de rendimiento.

Simon Sinek, por su parte, ofreció una argumentación etnográfica, casi antropológica, de por qué un líder debe empatizar con su equipo si realmente quiere inspirarlo. El ser humano busca en todo momento sentirse seguro, la protección de una cueva. Eso se lo pueden dar el sentido de la comunidad y alguien que se sacrifique por los demás. Puso el ejemplo de un oficial los marines que participó en la guerra de Irak. La tradición militar establece que el rancho se reparte por orden de rango. Él siempre comía el último para asegurarse de que su tropa estaba bien nutrida. Según relató, en una ocasión su pelotón se vio envuelto en un combate que duró días. Cuando escaseaban los víveres, cada uno de sus hombres aportó parte de su ración para que su oficial pudiese comer algo. Por supuesto, el respeto lo tenía a esas alturas más que ganado. Esa es, en su opinión, la relación que deben cultivar los líderes.

La experiencia vital de Chris Gardner no fue tan extrema como la de ese oficial, pero tampoco se queda corta. Nació en una familia pobre y fue un padre soltero que se vio obligado a vivir en las calles de San Francisco con su hijo. Gracias a su tesón y perseverancia consiguió convertirse en un millonario bróker de éxito. Su historia llegó a las pantallas (En busca de la felicidad, protagonizada por Will Smith). Su lección: “Con trabajo duro se puede conseguir cualquier propósito. No podemos conformarnos con un plan B: hay que apuntar alto”, declaró. En su caso, al menos, funcionó.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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