“Existe el inversor emocional en biomedicina”
Opina que faltan profesionales que sepan gestionar desde la empresa los conocimientos científicos También recomienda invertir en fondos especializados en biomedicina por su alta rentabilidad
Nacido en Salamanca en 1963, pero criado en Argentina hasta los 18 años, Luis Ruiz Ávila es un biólogo con experiencia en investigación. En 1997 cruzó al lado empresarial, a gestionar la I+D en Almirall. Después ha pasado por otras compañías, hasta que creó Spherium Biomed. Desde esta firma apuestan por proyectos académicos que se pueden convertir en productos. Es el caso de Aquilón, su primera empresa, que ha recibido el Premio Cinco Días a la mejor acción innovadora ligada a la universidad. “El premio es un reconocimiento brutal del modelo de negocio. Nos da credibilidad”.
Pregunta. ¿Cómo ve la investigación universitaria?
respuesta. La veo extraordinariamente rica, pero difícil de transformar en productos. No porque seamos incompetentes, sino porque se queda corta con lo que necesita la industria. Alguien tiene que dar el salto del valle de la muerte.
P. ¿Qué falta?
Hasta 50 millonespor producto
La primera empresa en la que Spherium invierte es Aquilón. El proyecto comenzó cuando adquirió una posible vacuna desarrollada por la Universidad Autónoma de Barcelona, para enfermedades respiratorias veterinarias. Después conocieron a Pedro Rubio, catedrático de la Universidad de León, que trabajaba en un producto probiótico (utilizar bacterias para mejorar la capacidad inmunológica) para lechones, además de en una posible vacuna para la disentería porcina. Así que en 2012, con esos ingredientes, sondearon al fondo de capital riesgo Seguranza, de Castilla y León. “Estimamos mercados entre 20 y 50 millones de euros anuales en cada uno de nuestros tres productos”, cuenta Ruiz Ávila. “La gracia del proyecto es unir a equipos de universidades que no saben gestionar un proyecto empresarial, junto a nosotros que sí sabemos, y a un capital riesgo”.
Actualmente Aquilón pertenece a Spherium, al equipo de la Universidad de León, a Seguranza, y a parte del equipo profesional. El laboratorio catalán Ferrer controla el 75% de Spherium, ya que en diciembre comprometió una inversión de hasta 15 millones en cuatro años. “Cree en nuestro modelo y esto nos da mucha gasolina”.
r. Personas que sepan interpretar una nueva tecnología y además la necesidad del mercado. En EE UU hay más experiencia, gracias a algunos emprendedores en serie. Aquí llevamos solo 10 años en biomedicina. Los proyectos están muy verdes. Y faltan profesionales que hayan vivido los dos mundos, el académico y empresarial.
P. ¿Cómo conseguir más gestores?
r. Con tiempo y con más historias de éxito empresarial. Hace 10 años no había ni una spin-off de biotecnología. El modelo clásico de investigación ya no funciona ni siquiera en las grandes farmacéuticas. La investigación buena se hace en entornos académicos. La industria está creando fondos de inversión o impulsando incubadoras de empresas.
P. ¿Hay mentalidad en la universidad para crear empresas?
r. Sí. Ha cambiado en los últimos 15 años. Ya hay oficinas de transferencia de tecnología, por ejemplo, que están aprendiendo. Pero es peligrosísimo anclarse en el paradigma de que la universidad tiene que ser emprendedora. Al catedrático no hay que pedirle que sea emprendedor. No puede dejar su investigación para crear una empresa.
P. ¿Cuál es entonces el modelo?
r. Ayudar desde fuera, con un equipo con experiencia, que detecta patentes y acompaña.
P. ¿Los científicos tienen la mentalidad de llevar su trabajo al mercado?
r. Eso es un fallo del sistema. No le puedes pedir también eso a la persona que está intentando sobrevivir y mantener a su grupo de investigación a base de ayudas públicas, que dependen de publicaciones y tesis, no de las patentes, porque entonces no pasarían la evaluación de las ayudas.
P. Entonces, ¿qué se debe cambiar?
r. Los incentivos del sistema se enfocan en la publicación. Hay que poner criterios de evaluación a la capacidad de transferir productos al mercado y de generar patentes.
P. ¿Y cómo conseguir que haya nuevos productos?
r. La universidad debe tener transparencia y capacidad de comunicar, a través de su oficina de transferencia. Estamos viviendo todavía el paradigma del investigador-emprendedor. Pero la probabilidad de ser empresario depende la persona.
P. Pero sí deberán comunicar qué avances tienen.
r. No. De eso se debe encargar la oficina de transferencia. Hay que ir puerta a puerta para conocer qué hace cada uno de sus investigadores.
P. ¿Con qué barreras se encuentra una spin-off?
r. Normalmente con una barrera de equipo. La financiación es escasa, pero igual que para el resto de empresas.
P. ¿Hay proyectos que no salen porque no hay financiación?
r. Hay proyectos buenos que se quedan en el camino por falta de financiación. Existe una gran lista de oportunidades perdidas. Hay pocos fondos especializados. Por otra parte, venimos de la cultura de inversión en ladrillo. El rico de aquí, los family office, no entienden que está inversión en biomedicina tiene un riesgo de no salir adelante y de que se va a tardar 10 años en obtener valor. ¿Quién va a invertir en esto?
P. Tal como lo cuenta no parece muy apetecible.
r. Una vez pregunté a un inversor por qué apostaba por una vacuna en tuberculosis y vi que solo le sonaba la música de que esta patología producía dos millones de muertos al año y cientos de millones de personas eran infectadas. Quería invertir en un proyecto que explicar a sus hijos y del que se sintiera orgulloso. En biomedicina, existe el inversor emocional, aunque también haya que hablar de rentabilidad. Quieren dar una oportunidad a solucionar un problema médico. En los países anglosajones se tiene esta mentalidad. Son lo suficientemente cultos también para saber a qué riesgos se enfrentan. Nos falta una cultura para conocer estos proyectos. Tenemos un problema de gestión de la expectativa del inversor. Si esperan una rentabilidad rápida le han informado mal.
P. ¿Cómo convencer a los family office españoles?
r. Pueden confiar en fondos internacionales que invierten en biomedicina, ya que todos son rentables y son una máquina de generar rentabilidad.