‘Chips’ para mejorar la seguridad de las transfusiones de sangre
Alguien sube a los autobuses de donación que se instalan en zonas de tránsito de la ciudad. Sitúa su brazo y alguien le extrae la sangre. Hasta ahí la parte visible por la mayoría de la gente de un proceso complejo que acaba con la transfusión a los pacientes que la necesitan. Mientras tanto, los componentes sanguíneos pasan por su tratamiento, transporte y preparación. La complejidad del asunto ha motivado a AT Biotech a crear una herramienta tecnológica para evitar al máximo los errores que se pudieran producir en este proceso.
Visualmente su invento no se nota. Una etiqueta, cuatro códigos de barras, unas letras y unos números. Pero bajo ésta se encuentra un dispositivo, un pequeño chip que permite el seguimiento y la trazabilidad de todo el proceso de tratamiento de la sangre. Se trata de la tecnología RFID, que se utiliza en otros sectores para, por ejemplo, hacer inventarios de tiendas como Walmart. “Es una tecnología muy barata y masiva” que se quiere utilizar para el ámbito de la sanidad, explica Juan Pedro Benítez, director general de la empresa.
La idea es superar la utilización de los códigos de barras que, aunque cumplen su trabajo, se quedan atrás en cuanto a prestaciones como las que ofrece el RFID. "Somos pioneros en llevar esta tecnología a este campo", expresa Aida Agea, que fue la fundadora de la compañía y es la administradora de ésta.
Los chips se pueden leer a través de PDAs que mejoran la rapidez y eficiencia tanto en los bancos de sangre como en los hospitales. Agea explica que el objetivo es controlar el proceso de principio a fin para mejorar la seguridad. "La seguridad es un intangible para los profesionales de la sanidad", afirma. Con el tiempo, los bancos de tejidos y los transplantes de órganos serán los siguientes pasos a seguir por la compañía. "La acogida está siendo muy buena", opina Agea.
Los creadores de esta aplicación defienden que puede dar buenos retornos para las instituciones que la utilizan. Por ejemplo, afirman que al recortarse el riesgo de rechazo en las transfusiones, podría traducirse en menores tiempos de hospitalización, lo que supondría un ahorro.
La pequeña empresa, de 10 trabajadores, se encuentra instalada en un piso de la madrileña calle O’Donnell. Nació hace dos años y llevan trabajando en su idea desde 2013. La start-up, por así llamarla, cuenta con la financiación del fondo de capital riesgo Ambar Venture Capital y tiene el apoyo del Ministerio de Industria, a través del plan Red.es.
Aida Agea está convencida del potencial que tiene esta herramienta. Por ahora tienen acuerdos con el biobanco de la Junta de Andalucía en Sevilla y con hospitales de Cataluña, pero esperan llegar al 60% de los bancos de sangre en España y al 40% de los hospitales españoles. El objetivo es, además, llevar la aplicación al extranjero. "España es una potencia en este campo y nos servirá de aval fuera aquí", defiende Benítez. Alemania y Gran Bretaña son los primeros mercados estudiados.