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Columna
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China necesita un trabajo serio

El empleo pilota la economía china, más que el PIB. Los 9,7 millones de nuevos puestos urbanos creados en el año hasta agosto son un logro digno. Pero para asegurar la estabilidad y la prosperidad, el mercado de trabajo tiene que ser mejor y más grande.

Cuando China crea nuevos puestos de trabajo, lo que está haciendo en su mayoría es reutilizar los antiguos. Aunque se crearon 13 millones de nuevos cargos en las ciudades en 2013, el país en conjunto suma solo 2,7 millones. El resto corresponde a personas que se desplazan a los centros urbanos desde las zonas rurales, o en algunos casos, a quienes se les ha dicho que su casa es ahora parte de una ciudad.

El otro gran cambio se encuentra en los servicios. Este sector parece añadir 19 millones de empleos en 2013 –tanto como los tres años anteriores juntos–, algo que no encaja con las encuestas mensuales, solo ligeramente positivas. La reclasificación de algunas funciones, como servicios agrícolas, puede haber impulsado los números.

Abandonar el sistema ‘hukou’ mejoraría la movilidad laboral, pero podría en peligro a los residentes de las ciudades

El desafío es agregar no solo nuevos puestos de trabajo, sino aquellos deseables. Una pobre movilidad social lo complica. Con el sistema hukou de China, los beneficios de contar con acceso a la educación y el derecho a comprar una casa o un coche dependen del lugar en que esté registrado un trabajador, por lo general su lugar de nacimiento. Incluso un graduado con buena formación procedente de una ciudad de segundo nivel puede encontrarse con que sus calificaciones no sean suficientes como para cambiar su inscripción a Shanghái.

Abandonar el sistema mejoraría la movilidad laboral, pero pondría en peligro a los relativamente poderosos residentes de las ciudades más grandes. Esto también es cierto para las reformas que reducirían el tamaño del gobierno y de las empresas estatales, incorporando a millones de trabajadores a la parte del mercado donde los trabajos ya escasean. Eso sugiere que la fricción en el ámbito laboral podría ser el mayor freno a una reforma más amplia.

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