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Algunos expertos opinan que sí

¿Se puede aprender chino en un año?

Un nuevo sistema colorea los ideogramas y los identifica con su traducción El libro se vende acompañado de un CD en el que se puede escuchar la novela leída

ThinkStock
Manuel G. Pascual

A principios de siglo, la lengua extranjera más estudiada en España era el francés. Tras la Segunda Guerra Mundial ocupó su hueco el inglés. Sigue siendo la primera opción, muy por delante de las demás. Eso no quita que en los años ochenta se pusiera de moda el japonés, especialmente entre perfiles profesionales enfocados a los negocios. Desde hace unos años, el creciente peso económico y político de China ha situado el mandarín como el idioma de futuro.

La dificultad de esa lengua respecto a otras se hace evidente con solo mirar su escritura. Pero, incluso una vez interiorizados los centenares de ideogramas necesarios para manejarse en el idioma, resulta que su pronunciación es muy complicada para los nativos occidentales debido a su peculiar combinación de fonemas y entonación. Por citar solo algunos de los problemas a los que se enfrentan los aprendices de este lenguaje. Con todo, no dejan de salir a la luz métodos de estudio que prometen obtener resultados en un tiempo récord. ¿Es realista pretender conseguir avances en una lengua completamente distinta a la nuestra sin dedicarle años de estudio?

Diferencias

Ideogramas. El chino se escribe con ideogramas que representan palabras. Una persona culta domina unos 5.000; el ciudadano medio usa entre 2.000 y 3.000.

Orden. En las frases, las palabras no se escriben separadas las unas de las otras, sino juntas. Y su orden es muy distinto. Eso desorienta todavía más a los occidentales.

Pronunciación. Un ligero cambio fonético puede alterar por completo el significado de una palabra.

Respeto. Los chinos valoran mucho que los extranjeros se esfuercen en aprender su idioma.

Algunos expertos opinan que sí.Es el caso del profesor Wang Xin y de Ainhoa Segura, autores del libro ¡Aprende chino ya! (editorial Lo Que No Existe), que se ha presentado esta semana. Con su sistema no prometen que el lector domine rápidamente el mandarín, sino que adquiera en unos meses los conocimientos suficientes para poder manejarse en situaciones simples. “Nuestro método es muy novedoso. Hemos querido huir de la memorización de las tradicionales listas de vocabulario y las lecciones de gramática. Pensamos que para el lector es mucho más atractivo incluir todo lo que necesita saber en una novela, de tal manera que pueda ir deduciendo el funcionamiento del idioma”, explica Segura.

Efectivamente, su libro tiene una introducción de diez páginas en las que se dan algunas nociones sobre cómo se pronuncia el chino. A continuación se presenta una pequeña novela de 75 páginas. En las impares está escrita con ideogramas chinos, teniendo debajo su traducción fonética (para saber cómo se pronuncia). Y en las pares, la versión en castellano del texto.

La gran novedad de este método, comenta Segura, es que las palabras en español están subrayadas en distintos colores, para poder encontrar su transcripción en chino en la página de al lado. “La organización de una frase en chino es muy distinta al castellano. Si además tenemos en cuenta que no hay separación entre palabras, la desorientación de un lector occidental es enorme. El sistema de los colores permite que veamos y entenda­mos la estructura más fácilmente”.

El libro se vende acompañado de un CD en el que se puede escuchar la novela leída a dos velocidades: lenta y natural. A partir de ahí, el lector debe ir leyendo el manus­crito y atendiendo a las continuas notas a pie de página, que van dando apuntes sobre gramática. Los autores aseguran que, dedicando dos horas diarias de alta concentración (“el libro requiere una lectura activa; buena parte de los conocimientos se tienen que deducir”), en unos tres meses se puede lle­gar a tener un nivel básico. Es decir: que los ideogramas más comunes nos suenen, poder hacer la compra o pedir una dirección, presentarse.

No es el primero ni el último curso definitivo para aprender chino. La consultora Deloitte premió el año pasado al de 8belts.com, desarrollado por el emprendedor gallego Anxo Pérez. “Primer método que enseña chino en ocho me­ses”, se presenta en su web.

La propuesta se basa en el autoestudio a través de la plataforma online, combinando las lecciones y ejercicios con sesiones de conversación individuales y personalizadas con nativos chinos también a través de internet. Se empieza aprendiendo vocabulario elemental, para luego combinar frases, más tarde mantener conversaciones sencillas y, a partir del tercer mes, “hablar con soltura”. Eso sí: la promesa tiene que ver con hablar, no con escribir ni leer. Personajes como Pablo Motos, Juanma Iturriaga o el embajador de España en China, Eugenio Bregolat, dicen haber hecho grandes avances en el tema.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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