La UE declara una guerra comercial a Rusia sin precedentes
Por primera vez en la historia, la UE ha declarado hoy la guerra comercial a Rusia con una batería de sanciones que pretenden golpear al régimen de Vladimir Putin para forzarle a renunciar al control de Ucrania. Las primeras medidas, que entrarán en vigor esta misma semana, dejarán los bancos rusos de control público sin acceso a la financiación de los mercados europeos. Y se impedirá a las empresas europeas la exportación de ciertas tecnologías para sectores tan estratégicos como defensa o petróleo, en los que la industria rusa quedó rezagada tras la caída de la Unión Soviética.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ya ha anunciado un plan nacional para reducir su dependencia industrial de occidente. Pero parece difícil que Moscú pueda parar el reloj de la historia y volver a unos tiempos autárquicos propios de otra era.
Más probable parece, en cambio, que Rusia adopte represalias comerciales, que podrían dañar severamente a empresas europeas como las petroleras (Shell, BP o Repsol tienen intereses en el mercado ruso) o a las entidades financieras (los bancos europeos tienen una exposición de casi 200.000 millones de euros, según Schroders, la cuarta parte a cuenta de los bancos franceses y otro tanto suman los bancos italianos y alemanes). En términos de PIB, según los mismos datos, Austria es el país con más riesgo en el sector financiero.
La mayoría de los socios europeos confían en que Moscú haga un gesto diplomático que permita desactivar dentro de tres meses las sanciones y poner fin al daño mutuo. Pero la tregua no está garantizada. Y los dos bandos se mueven en un escenario inédito en el que no cabe descartar que continúe la escalada de tensión iniciada hace casi un año, cuando la UE se disponía a firmar un acuerdo de asociación con Ucrania, un país con población rusófona e históricamente vinculado a Moscú.
A partir de entonces, se ha desarrollado un enfrentamiento ente Europa y Rusia sin precedentes recientes. Un choque de tanto riesgo no se había producido ni siquiera en los momentos más gélidos de la guerra fría, como la invasión de Checoslovaquia, ni durante los estertores de la URSS, cuando Moscú apoyó el golpe militar en Polonia.
Efecto devastador
El conflicto sobre Ucrania llega tras una década en la que se han triplicado los flujos comerciales entre la UE y Rusia, que pasaron de 108.000 millones de euros en 2003 a 325.000 millones en 2013. La ruptura definitiva de ese espacio comercial tendría devastadoras consecuencias para Moscú, que obtiene el 50% de su recaudación fiscal a través de los impuestos a la extracción de hidrocarburos y a la exportación de gas y petróleo, con ambas actividades dependientes del mercado europeo.
Pero el conflicto también puede dañar gravemente la economía de los vecinos europeos de Rusia, que no solo tienen una dependencia energética casi del 100%, sino que también destinan al mercado ruso una gran parte de su producción. Las exportaciones de los países bálticos a Rusia equivalen al 15% de su PIB, según datos de Citibank, las de Polonia, Eslovaquia o República checa, entre el 3% y el 5%.
Alemania, el país que más se ha resistido a poner en marcha la guerra comercial, solo exporta a Rusia el 1,4% de su producción e importa otro tanto, el 86% en hidrocarburos, según datos del Instituto IFO. La benevolencia de Berlín con su gigantesco vecino responde más bien a razones políticas e históricas. Pero tras el derribo del vuelo de Malaysian Airlines, Alemania no tenía otra opción.