“El acuerdo de libre comercio con EE UU beneficiará a las pymes”
"No. No funcionamos exactamente como un lobby. Simplemente estudiamos y hacemos recomendaciones sobre asuntos que sabemos que se van a tratar dentro del tratado de libre comercio entre EE UU y la UE”. Benett trata de marcar distancias con la imagen tradicional del lobby, aunque reconoce que defiende los intereses de 71 grandes compañías a ambos lados del Atlántico. Dos de ellas (Telefónica y BBVA) son españolas. Su dilatada experiencia como representante del gobierno estadounidense en la Ronda de Uruguay (la cumbre para la liberalización comercial que se inició en 1986) y en la creación del NAFTA (la zona de libre comercio entre EEUU, Canadá y México) le convierten en un interlocutor privilegiado para valorar el acuerdo que se está negociando entre Bruselas y Washington.
Pregunta. Las negociaciones entre ambas delegaciones se han acelerado, pero sigue habiendo posiciones encontradas en cuestiones como la agricultura o el sector audiovisual. ¿Cómo cree que van a discurrir?
Respuesta. EE UU y la UE tienen una larga tradición histórica en fricciones para elevar la libertad comercial. Pero, si nos fijamos bien, el acuerdo se va a alcanzar sin problema para el 90% de los productos de la balanza comercial bilateral, mientras que tan solo en el 10% es donde vamos a encontrar verdaderos problemas para lograr un pacto. Es un porcentaje pequeño en términos comerciales, pero es muy elevado en términos de dificultades políticas.
“La supresión de barreras regulatorias va a suponer un ahorro muy importante para las empresas”
Pregunta. ¿Qué impacto prevé que tenga en términos de PIB y empleo?
R. Es imposible predecir cuantos puestos de trabajo se van a crear, dependerá de políticas económicas nacionales o de la respuesta de los competidores. Lo que sí sabemos es que cualquier acuerdo de libertad comercial está seguido de un crecimiento del PIB y de creación de empleo. Ambos lados se van a beneficiar por el enorme tamaño del mercado, que supone 2.000 millones de dólares diarios.
P. Los requerimientos sanitarios a algunos alimentos y los transgénicos son los dos principales puntos de fricción en agricultura. ¿Ve posible un pacto en este asunto?
R. Los productores europeos quieren que todas las obligaciones y las medidas fitosanitarias que les imponen en Bruselas, también las cumplan los de EE UU para competir en igualdad de condiciones. Pero quizá el punto de mayor conflicto son los transgénicos, aunque creo que hay menos de lo que dicen los periódicos. No se trata de que EE UU quiera imponer alimentos transgénicos en la UE;las negociaciones culminarán con la aceptación por parte de Europa del 54% de los productos transgénicos de EE UU. No se va a alcanzar ningún acuerdo en el que se acepte un alimento inseguro.
P. ¿Contempla que solo se logre un acuerdo parcial?
R. Sí, es posible que se logre un acuerdo parcial. Hay grupos que están sugiriendo que se pacte lo que se pueda y que se siga negociando hasta el último momento para rubricar un ambicioso programa. Es posible que algunas cuestiones desaparezcan en el final de la negociación, no sería inusual.
P. ¿Cuáles son los principales obstáculos, los aranceles o las barreras regulatorias?
R. Quizá las barreras más importantes son las regulatorias, como las que se aplican en la industria del automóvil, en el que hay que cambiar el volante o los cinturones de seguridad o donde los test de seguridad son diferentes. Todo ello obliga a gastar grandes cantidades de dinero para tratar de vender desde Europa a EE UU y viceversa. Ese incremento de precios provocado por diferencias regulatorias necesita ser reducido. La supresión de esas barreras va a suponer un ahorro muy importante para las empresas. Los consumidores van a ser los grandes beneficiados de esos menores precios. Pero sobre todo la supresión de aranceles y barreras regulatorias va a provocar que las empresas destinen los excedentes a I+D y a recapitalizarse.
P. ¿Qué responde a aquellos que dicen que el acuerdo solo beneficiará a las grandes empresas?
R. Que es falso. El acuerdo de libre comercio entre EEUU y la UE beneficiará a las pymes. Una grande tiene recursos para exportar e invertir en el extranjero; las pymes no.
Una vía para contrarrestar con China
El inicio de las negociaciones del tratado de libre comercio no evitará que la entrada en vigor aún se demore varios años. Bennett establece los pasos de la hoja de ruta. “Las negociaciones técnicas acabaran a mediados del verano de 2015. Posteriormente las decisiones deberán ser refrendadas por el Congreso de EE UU y por la Comisión Europea, lo que podría culminar en el primer trimestre de 2016. “La entrada en vigor sería en 2017”, subraya. El proceso de integración comercial no acabaría ahí, puesto que desde esa última fecha se iniciaría otra etapa para que se unieran otros países a la nueva zona. “Canadá, México o Turquía serían los tres primeros en adherirse, y luego podrían venir Lichtenstein e Islandia o Suiza”, remarca.
La zona de libre comercio entre EEUU y la UE, que aglutinaría al 50% del PIB mundial, también serviría, según Benett, para tratar de darle la vuelta a la clasificación de las naciones más exportadoras. La debilidad de los países desarrollados y la pujanza de los emergentes han provocado que China haya escalado a la primera posición del ranking mundial de mayores vendedores de bienes y servicios, desbancando en tres años a Alemania y EEUU. En la lista de los veinte más exportadores se han consolidado otras naciones, como Taiwan, India, Australia o Rusia, todas ellas con fuerte crecimiento.
“No hay duda de que los políticos en Washington o Bruselas son conscientes de los beneficios que puede tener. Reducir costes y elevar la eficiencia es ayudar a la industria de EE UU y de la UE a tener mejores condiciones para competir en un mercado global”, señala Bennett.