De la armonización a la hucha común del euro
La fiscalidad, en sus vertientes más variadas, dominará buena parte de la próxima legislatura europea (2014-2019), un período en el que Alemania y Francia quieren avanzar hacia una cierta armonización para evitar que los socios de la UE y, sobre todo, los de la zona euro, se enzarcen en una competencia desleal para atraer la inversión y fomentar el empleo.
La primera tarea, que se ha quedado pendiente durante la legislatura que termina, apuntaría a una armonización de la base imponible para empresas. Sobre la mesa también el impuesto sobre transacciones financieras (tasa Tobin), que pretenden poner en marcha 11 países de la zona euro, entre ellos España. En ambos casos, los dos grandes partidos, Popular y Socialistas, parecen de acuerdo, aunque el entusiasmo de ambas formaciones varía en función de cada país.
La lucha contra el fraude fiscal, que según estimaciones de Bruselas supone un billón de euros al año, también figura entre las prioridades. Y en ese mismo capítulo figura el endurecimiento de las normas para evitar la ingeniería fiscal de las multinacionales de países terceros, en particular de EE UU, que aprovechan ciertas lagunas legales para reducir la factura con Hacienda o, incluso, obtener devoluciones. En todas esas materias, el Parlamento Europeo tiene poca influencia, porque la fiscalidad se decide todavía por unanimidad de los 28 Estados de la UE en el seno del Ecofin (consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE). Pero la composición del hemiciclo sí que resulta decisiva para la actividad de la Comisión Europea, el organismo encargado de elaborar los proyectos legales, incluidos los de fiscalidad.
El resultado de las elecciones del próximo domingo influirá, además, en el rumbo que tome la UE en uno de los mayores lastres de la próxima legislatura: la tremenda deuda acumulada por los socios del euro desde el nacimiento de la moneda única en 1999.
Las deudas se han doblado prácticamente desde entonces y han pasado de 4,5 billones de euros a casi nueve billones. Y la relación entre deuda y PIB superó en 2013 el peligroso umbral del 90% en ocho de los 18 socios de la moneda única (España, Francia, Italia, Bélgica, Portugal, Grecia, Irlanda y Chipre).
La combinación de esos números rojos con un crecimiento que, en el mejor de los casos, se espera anémico, puede resultar letal para las finanzas públicas, por muchos recortes y ajustes que se adopten.
Los principales partidos políticos europeos parecen conscientes del dilema. Y sus programas electorales para el 25-M coinciden en dos puntos: las cuentas no cuadran en Europa y tarde o temprano habrá que hacer una hucha común para protegerse de otro latigazo de la crisis de la deuda. Pero ahí terminan las coincidencias en materia de fiscalidad. A partir de ese denominador común, cada partido pretende llegar a un destino distinto y a un ritmo diferente.
La propuesta más drástica y acelerada, como cabe imaginar, corresponde al grupo de Izquierda Unida, liderado a nivel europeo por Alexis Tsipras, candidato de la formación griega Syriza. Ese grupo quiere convocar una conferencia internacional de acreedores similar a la que en 1953 resolvió el problema de la deuda acumulada por Alemania durante la primera mitad del siglo XX y que se saldó con una condonación del 50%.
En esta ocasión, según Tsipras, la conferencia no solo abordaría el problema de un país prácticamente quebrado como Grecia (cuya deuda, a pesar de una primera reestructuración en 2012, supera el 175% de su PIB), sino también del conjunto de la zona euro, que tras la crisis se ha escindido en países acreedores y deudores.
Los Verdes también se plantean cómo evitar que una deuda excesiva aplaste a generaciones venideras y señalan que ese objetivo “requerirá, en algunos casos, una reestructuración de la deuda, tanto pública como privada”.
Incluso los populares señalan que “la zona euro necesita desarrollar una capacidad fiscal propia porque no puede repetirse que una crisis la paguen los pensionistas, mientras los armadores o los especuladores se vuelven cada vez más ricos”.
Las claves
1. Los 28 países de la UE acumulan una deuda pública de 11,3 billones de euros, equivalente al 87,1% del PIB total. Para la zona euro (18 países), la deuda supone el 92,6% del PIB o 9,6 billones.
2. La recaudación de los Estados alcanza, de media, el 45,7% del PIB. Algunos países se sitúan por debajo de esa cifra, como España (37,8%) o Reino Unido (41,3) y otros muy por encima, como Francia (52,8%) o Finlandia (56%).
3. El gasto también presenta importantes diferencias de un país a otro, según los datos y de Eurostat. EnEspaña se sitúa en el 44,8% del PIB, mientras en Suecia roza el l53% y en Austria el 52%, con una media europea del 49,1%.
4. El comisario europeo de Fiscalidad, Algirdas Semeta, ha presentado diversas propuestas para reducir el fraude y la evasión fiscal, que suponen una merma de un billón de euros, y para aumentar la recaudación, como el impuesto sobre las transacciones financieras, que podría ingresar más de 50.000 millones de euros.
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