Cómo dar el salto al exterior y no morir en el intento
Ante la atonía del consumo nacional, muchas pequeñas y medianas empresas españolas se han visto obligadas a abrirse a nuevos mercados para vender sus productos. Y es que las exportaciones se han convertido en una de las principales vías, si no la única, para tratar de paliar los efectos de la crisis.
Muchas han conseguido el éxito. De hecho, según el Icex, el número de empresas exportadoras ha crecido por encima del 10% en los últimos tres años: un 12,6% en 2011, un 11,4% en 2012 y un 10,2% el pasado año, hasta un total de 150.992 empresas. Precisamente, las que más han aumentado son las que contabilizan menos de 25.000 euros de exportación anual, que han pasado de 67.419 en 2010 a 104.796 en 2013, un 13,6% más que en el ejercicio anterior.
Es importante destacar que el número de empresas regulares, es decir, aquellas que mantienen su actividad exportadora durante cuatro años seguidos, ha crecido un 7,3%, hasta sumar 41.163. Se encadenan así dos años de crecimiento, tras avanzar un 3% en 2012, frente a tres años de caídas anteriores (-3,9% en 2011, -1,4% en 2010 y -0,8% en 2009).
Estos datos reflejan que el mercado internacional es el camino que han tomado muchas pymes para sobrevivir. Pero es una opción no exenta de dificultades. La mayoría no saben por dónde empezar o qué pasos han de seguir. De hecho, en la actualidad alrededor del 80% de las pymes carece de un plan estratégico para salir a los mercados exteriores.
¿Qué debe saber una pyme antes de lanzarse a la internacionalización? Un informe de la escuela de negocios ESCP Europe ofrece una serie de consejos prácticos para aquellas empresas que desean iniciar este proceso, partiendo de cinco puntos básicos.
El primero es elegir cuidadosamente el mercado. Cada mercado tiene sus peculiaridades y sus reglas y esta es la primera norma y la más importante a tener en cuenta. El segundo es estudiar las posibilidades de entrada, bien a través de exportaciones, inversiones directas, iniciativas con socios locales (joint venture), o de licencias, franquicias y contratos de colaboración.
El tercero es considerar las condiciones del país de destino: una vez definida la fórmula de entrada, es necesario tener en cuenta las peculiaridades culturales, sociales, económicas, financieras y legales del país, ya que muchos nuevos negocios fracasan o no cumplen las expectativas de rentabilidad por ignorar este tipo de condicionantes. El cuarto punto, una vez analizado el marco legal, fiscal y laboral, y tomada la decisión de establecerse de forma permanente, es decidir qué figura legal es la más aconsejable. Y por último, conocidos los aspectos necesarios para instalarse en el exterior, es el momento de armar la estrategia de mercado que seguirá la empresa.