La unión bancaria aleja la Europa federal
Europa dio el jueves un gran paso hacia la unión bancaria y una zancada aun mayor para alejarse de la Europa federal.
El acuerdo sobre el llamado Mecanismo único de resolución (MUR) incluye todos los rasgos de desconfianza mutua que caracterizan desde el principio la respuesta europea a la crisis financiera. Y deja claro, por si había alguna duda, que la creación del euro fue un ejercicio de generosidad recíproca que tardará mucho en repetirse. La cuestión ahora es saber si el proyecto puede mantenerse en pie a base de toneladas de reticencia y gotas esporádicas de solidaridad.
Por cuarta vez en menos de cuatro años, Alemania ha impuesto que se firme un Tratado intergubernamental al margen de la estructura de la UE. Podría interpretarse como un puro formalismo si no fuera porque esa vía reduce el papel de las instituciones europeas (garantes del trato equitativo de todos los países, grandes o pequeños) y amplía el margen de maniobra de capitales como Berlín.
Alemania también ha logrado un sistema de decisiones basado en la contribución económica de cada país: un euro, un voto. Ese esquema ya se impuso en el fondo de rescate de la zona euro. Pero entonces al menos provocó las protestas de los países partidarios de un sistema menos pecuniario. Ahora se ha aceptado sin rechistar.
Habrá quien considere ese modelo más justo y acorde con los riesgos de cada país. Tal vez. Pero acaba con el sistema que cimentó la creación del Banco Central Europeo, donde el voto del Bundesbank, por ejemplo, vale lo mismo que el del Banco de España o el de Chipre, aunque el primero tiene un 18% del capital del emisor y los otros dos un 8,8% y un 0,15%, respectivamente.
La "nueva" Alemania no oculta su descontento con ese reparto de poder, fraguado en la década posterior a la caída del muro y en un momento en que la reunificación alemana parecía el paso previo a la unificación europea.
Los acuerdos de la unión bancaria entierran ese espíritu. Hasta el punto de que si hubiera que refundar el euro o la UE, parece claro que la cuota de poder se repartiría en proporción directa al capital aportado por cada país. Ahora mismo, Alemania cuenta con 29 votos en el Consejo, solo dos más que España. Con el "nuevo" criterio, tendría más del doble.
La unión bancaria, por último, se construye en base a una clara asimetría, que refleja la diferente entrega de cada país al proyecto.
España, por ejemplo, renuncia prácticamente al 100% de su soberanía en supervisión financiera, que pasará a ser ejercida por una autoridad central con autoridad sobre todos sus bancos.
Alemania, en cambio, excluye de esa vigilancia a buena parte de sus entidades. Y ha impedido que el fondo de liquidación (MUR) sea plenamente europeo desde el primer día porque teme que surjan problemas en los bancos de algún país.
De nada ha servido que el BCE haya asegurado que someterá a todos a un estricto chequeo antes de que se ponga en marcha por completo la unión bancaria. Berlín ya no se fía de nadie. Y solo acepta nuevos pasos de integración si se reconoce por escrito su mayor poder.
El gobierno de Merkel asegura que tras las elecciones europeas, reforma del Tratado mediante, será posible volver al antiguo modelo de construcción europea, basado en instituciones compartidas y respetadas por todos. Habrá que verlo. De momento, a los partidarios de una Europa federal el sueño se les aleja más que nunca.