Las elecciones europeas y el crecimiento
Conviene que los electores, que estamos llamados a participar en las próximas elecciones europeas, tengamos ideas claras sobre los temas del crecimiento económico y el empleo, que razonablemente serán los que más influyan en la decisión sobre nuestro voto.
Para ello hemos de comenzar aclarándonos sobre el sentido del tan criticado término de la austeridad, que con más propiedad, y sin tanta demagogia, corresponde a la preocupación por la consolidación fiscal o, lo que es lo mismo, que el Estado no pretenda desarrollar un sector público por encima de sus posibilidades.
A partir de este supuesto, el paso inmediato es comprender que la consolidación fiscal y el crecimiento económico son magnitudes interdependientes. El crecimiento favorece la consolidación porque aumenta el ingreso público y, por tanto, elimina la necesidad de recortar gastos favorables al crecimiento. Y la consolidación fiscal evita tener que aumentar los impuestos que frenarían el crecimiento al reducir el consumo y la inversión privados y, al no tener que disminuir el gasto público, favorecería también el aumento del consumo y la inversión pública. Querer, pues, estimular el crecimiento sin preocuparse de la consolidación fiscal es una mala estrategia que termina dañando al crecimiento.
La consolidación del presupuesto tiene, además, un efecto muy positivo sobre la confianza, factor clave para que aumente la inversión nacional y extranjera y, por tanto, para el crecimiento económico y la creación de empleo.
Si a ello se añadiera una mayor eficiencia de la administración pública y la posibilidad del diálogo social, se crearía un clima todavía más favorable para la inversión y la actividad económica con las consiguientes consecuencias en el crecimiento y el empleo.
Es también un factor importante, y menos controvertido, para el crecimiento económico el libre comercio entre los Estados comunitarios y con los no comunitarios.
Para éste último sector, tendrá gran relevancia la recuperación de la Ronda Doha, como se trató de hacer en los acuerdos del Consejo Europeo de diciembre del 2013. Y, para el comercio intracomunitario, el aprovechamiento del potencial, todavía poco utilizado, del mercado interior europeo, lo cual requeriría mejorar algunos aspectos jurídicos.
El nuevo Plan financiero de la UE, para el período 2014-2020, se orienta, con una intensidad hasta ahora desconocida, hacia las inversiones en innovación y el crecimiento sostenible y se proponen diversos instrumentos y programas, que pueden resultar muy eficientes. Se incrementan las tasas de cofinanciación en muchos sectores en los que algunos Estados miembros encuentran dificultades de financiación y se presta especial atención a la lucha contra el paro juvenil.
El presupuesto comunitario puede, por tanto, ser considerado, en cierto grado, como un mecanismo solidario en cuanto pretende una redistribución entre contribuyentes netos y los ciudadanos de los países beneficiarios. Lo mismo el Consejo Europeo que la Comisión están tomando, desde diciembre del 2012, medidas muy acertadas en favor del crecimiento de la economía europea.
Recordar estos datos es particularmente recomendable y necesario para hacer frente al pesimismo que sobre las perspectivas del crecimiento económico y del empleo tratan de difundir, por motivos abiertamente ideológicos, ciertos grupos de opinión sin tener en cuenta que, con ello, más que beneficios partidistas contribuyen a denigrar el proyecto europeo como un todo, favoreciendo la abstención en las elecciones del próximo mayo o dando sus votos a los representantes de la eurofobia.
Eugenio M. Recio es profesor honorario del Departamento de Economía de ESADE.