China es una oportunidad para Europa
La expansión internacional de las empresas chinas es uno de los temas estrella en los diferentes círculos económicos y políticos internacionales. A pesar de la significativa evolución de la inversión extranjera china en los últimos años, el gran salto al exterior del gigante asiático continúa generando gran expectación e intriga por partes iguales en la comunidad internacional.
Por un lado, se desconoce el verdadero potencial inversor del que dispone la economía china, ya que en la actualidad su rol como inversor extranjero no corresponde al lugar que ocupa en términos de PIB o comercio mundial. Y por otra parte, la crisis financiera global, que ha afectado especialmente a Europa, ha devenido en una redefinición de las relaciones financieras y empresariales internacionales, cuyas consecuencias aún son tempranas para analizar.
En los últimos años, la inversión china en el exterior ha incrementado de manera considerable, pasando de unos flujos de 26.500 millones de dólares en el año 2007 a 84.000 millones en 2012 , récord histórico que le sitúa como tercer mayor inversor mundial, sólo por detrás de Estados Unidos y Japón.
La UE se ha beneficiado del interés chino en la deuda pública europea en los momentos de dificultad
La estrategia de internacionalización de la economía china, una de las prioridades del gobierno del gigante asiático, tiene como principal objetivo la transformación a largo plazo del crecimiento económico del país, actualmente basado en la cantidad, hacia un modelo más avanzado en la cadena de valor económica y comercial mundial. Ejemplo de ello son las operaciones que las compañías chinas han llevado a cabo en mercados desarrollados, adquiriendo conocimiento tecnológico, capacidades en I+D+i y gestión de alto nivel.
Por su parte, Europa ha capeado el temporal que hace unos años amenazaba su estabilidad y viabilidad como potencia económica mundial. Las medidas estructurales enfocadas a la estabilidad financiera y fiscal, y a la mejora de la competitividad de las economías de sus miembros, han permitido que la Unión Europea siga siendo el principal destino receptor de inversión extranjera directa (IED) mundial, con un stock acumulado a 2012 de casi 8 billones de dólares. Cifra nada extraña ya que la UE es una de las economías con mayor grado de apertura del mundo y sus Estados miembros siempre han sido conscientes de los beneficios que la inversión extranjera directa aporta a sus economías en términos de productividad, competitividad y empleo. Además, cabe recordar que la UE se ha beneficiado del interés chino en la deuda pública europea en los momentos pasados de dificultad.
Por lo tanto, podemos observar como Europa y China se encuentran ante una situación de beneficio mutuo. Por un lado, Europa busca atraer más inversión extranjera directa que apuntale la salida de la recesión, y por otro, China tiene como objetivo aumentar su protagonismo en sectores que considera estratégicos y la adquisición de un posicionamiento en la parte alta de la cadena de valor global. Sin olvidar el hecho que, a través del establecimiento de alianzas estratégicas, muchas empresas europeas han mejorado su acceso al mercado chino.
A pesar que la UE es el principal destino de IED en el mundo, la inversión china es todavía escasa para la importancia de ambas economías a nivel mundial y para los intercambios comerciales que realizan. En 2012 las inversiones chinas en la UE representaron únicamente el 2,2% del total de inversión extranjera directa recibida por la UE, sumando 3.500 millones de dólares. Por el contrario, el 20% de la IED recibida por China provino de la Unión Europea, alcanzando casi los 10.000 millones de dólares.
Europa está compitiendo para aumentar su cuota de inversion extranjera directa procedente de China
No obstante, desde KPMG hemos observado en el último año un aumento significativo del interés de inversores chinos en activos europeos y españoles. Europa es considerada por los inversores chinos como un destino con un marco regulatorio estable y seguro, con un extenso número de consumidores, una fuerza laboral altamente formada, con empresas tecnológicamente punteras y con un posicionamiento de marca que pueden contribuir a la mejora de la competitividad, tanto nacional como internacional, de las empresas chinas.
Sin embargo, para aprovechar el interés en una mayor presencia global por parte de las empresas chinas, todavía queda mucho trabajo por hacer por parte de todos los agentes involucrados. De alguna manera, Europa está compitiendo con otras regiones económicas del mundo para aumentar su cuota de IED recibida de China. Cada región tendrá que jugar su rol en el tablero de la geoeconomía global, y dentro de cada región, cada país. En el caso concreto de España, su importante posicionamiento, experiencia y fortaleza en América Latina aporta una ventaja estratégica para las empresas chinas que quieren abordar este mercado.
La eliminación de barreras comerciales, la reducción de obstáculos relacionados con la burocracia, una legislación laboral, mercantil y fiscal uniforme en todos los Estados miembro y una flexibilización en la política de visados y permisos de trabajo, son algunas de las acciones a tener en cuenta para mejorar la confianza del inversor chino hacia Europa.
En definitiva, las culturas empresariales chinas y europeas y sus maneras de hacer negocios son diferentes, pero las empresas de ambas latitudes tienen un objetivo y reto en común: crecer globalmente. Por lo tanto, todas las medidas e iniciativas que contribuyan a generar un clima favorable en los intercambios comerciales y de capital y al establecimiento de alianzas globales entre compañías chinas y europeas, son completamente bienvenidas por la comunidad económica internacional.
David Höhn es socio responsable de la Práctica China de KPMG en España.