Soluciones al problema del crédito
La insuficiencia del crédito bancario es una realidad de carácter estructural y no meramente transitoria. Aunque no sirve de consuelo, es común a toda la Europa del euro, cuyos sistemas financieros comparten una enorme dependencia de la banca en la financiación de la economía. En una gran parte de los países occidentales, el coste de salvamento de la banca ha sido tan elevado que los supervisores han impuesto su criterio de reforzamiento de la solvencia de la banca y de endurecimiento de los procedimientos de evaluación del riesgo, aunque las consecuencias sean una disminución del crédito, de la cantidad de dinero y, en última instancia, una reducción de la actividad económica. Además, la introducción de los criterios de liquidez de Basilea III hace aún más difícil que la banca preste a largo plazo.
El ejemplo a seguir es Estados Unidos, donde la banca cubre menos del 30% de las necesidades de financiación, frente al 90% de España. Lo que diferencia a ambos sistemas financieros es el tamaño del mercado de capitales. Precisamente, hace pocos meses se cumplieron 25 años de la Ley del Mercado de Valores (LMV), que permitió un positivo desarrollo del mismo. La llegada del euro supuso una profundización del sistema bancario, con su correspondiente abaratamiento del crédito, en detrimento de la desintermediación. El desarrollo de la LMV, muy influida por escándalos, ha impuesto también una legislación compleja, farragosa, rígida y alejada de las nuevas tecnologías, que habrá que tener en cuenta si queremos que el mercado de valores empiece a buscar otras alternativas financieras en nuestra economía.
Ahora bien, en los mercados limitados al ámbito institucional encontramos una regulación flexible y ágil. Son los inversores institucionales los que deben cumplir un papel esencial en el desarrollo del mercado de valores. Las compañías de seguros, fondos de inversión y de pensiones se tienen que convertir en una parte de la solución del problema de la financiación y los reguladores deben permitirlo, adaptando las distintas regulaciones a las nuevas necesidades. Algunos países ya se están moviendo y encontramos formulas originales en Francia y Alemania. Las más mencionadas son:
-Colocaciones privadas (private placements). Muy desarrollado en EEUU y Alemania y empezando en Francia. Va muy dirigido a compañías de seguros y los beneficiarios son empresas más bien grandes, ya que el tamaño mínimo del préstamo es de 20 millones de euros. En EEUU una asociación de compañías de seguros puede proporcionar análisis de las compañías que suple el rating, con lo que abre el abanico de destinatarios.
Las sociedades de garantía recíproca debemos jugar un papel importante en esta transformación
-Plataformas de desintermediación (peer to peer lending). Es una fórmula de crowdfunding basada en plataformas web, que pone en contacto a los ahorradores en general con las empresas necesitadas de fondos. Es una fórmula muy poco desarrollada y tiene problemas regulatorios, debido a los requisitos exigidos en todas las legislaciones cuando se demandan fondos del público.
-Mercado de bonos orientados a particulares. En Alemania ha tenido un cierto desarrollo e incluso alguna empresa mediana ha acudido con éxito. Presenta el problema de los costes elevados, por su orientación al público en general, lo que exige folletos complejos y rating. Por otro lado, al tratarse de mercados reconocidos, produce cotizaciones, lo que abre la vía a los gestores de fondos, que necesitan de las mismas para publicar su valor liquidativo, lo que no ocurre con las colocaciones privadas.
-Titulización. Mediante la titulización los bancos aportan préstamos a un vehículo, el fondo de titulización, que emite unos bonos que se colocan en el mercado, tanto institucional como privado. En este caso la originación es de los bancos, que conservan a los clientes y el servicio de los préstamos, pero ceden los mismos, con lo que reducen su balance, liberando recursos propios. El comprador de los bonos tiene un subyacente muy diversificado y, posiblemente, acceso a garantías adicionales. De todos los instrumentos mencionados, este es realmente el único que facilita la financiación de las pequeñas y microempresas, ya que no hay tamaño mínimo de los préstamos a titulizar. Su implementación presenta algunas dificultades, fácilmente solucionables:
1. Una cuestión de imagen. Las tristemente famosas sub-prime americanas eran operaciones de titulización, con lo que EEUU ha soportado una alta siniestralidad entre 2007 y 2012, cercana al 16%. No es el caso de Europa, donde el índice de fallidos no ha llegado al 0,10%, prácticamente nulo.
En Estados Unidos, la banca cubre menos del 30% de las necesidades de financiación, frente al 90% de España
2. La experiencia americana ha impuesto una regulación difusa y muchos posibles participantes prefieren quedarse fuera hasta que se clarifique. Los bancos tienen que tener la certeza de que ceden su riesgo cuando aportan sus préstamos.
3. Es imprescindible que los costes de esta estructura sean bajos, para que la mayor parte de la rentabilidad de esos préstamos se traslade a los tenedores de los bonos de los fondos. Si estos gastos (folleto, gestora, cotización en un mercado y rating) exigen fondos muy grandes para su dilución se estaría frenando su lanzamiento y, por lo tanto, la financiación a la pyme.
Desde julio de 2013, Francia ha desarrollado un nuevo tipo de fondo de titulización muy sencillo con una serie única de bonos, que se nutrirá de préstamos a medianas empresas, sin necesidad de rating y orientado a compañías de seguros. Para ello han modificado la regulación, permitiendo que el 5% de las provisiones técnicas se inviertan en estos instrumentos, con lo que abren un mercado potencial de noventa mil millones de euros.
Las sociedades de garantía recíproca debemos jugar un papel importante en esta transformación. Nuestro único objeto es facilitar el acceso a la financiación a la PYME, sea o no bancaria. Precisamente, ese plus de solvencia que proporciona el aval de una SGR puede animar a muchos participantes en los mercados a adquirir títulos o facilitar préstamos que cuenten con esta garantía.
Ahora bien, la transformación del sistema financiero es compleja. Exige cambios regulatorios, mucha imaginación y un cambio de mentalidad de los participantes en el mercado. Y ello no se consigue de la noche a la mañana, aunque hay que empezar cuanto antes. Mientras tanto, hay que seguir facilitando la financiación con medidas extraordinarias. El gobierno a través del ICO y Europa a través del BEI u otros organismos tienen que facilitar el tránsito a un sistema financiero más desbancarizado en donde las SGRs, a través de nuestro aval, podemos y debemos jugar un papel mucho más importante.
Juan Manuel Santos-Suárez es presidente de Avalmadrid