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Tribuna
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Más infraestructura para el vehículo eléctrico

En los debates sobre la introducción del vehículo eléctrico con gran frecuencia surge la misma pregunta: ¿Qué es necesario antes, la infraestructura adecuada o la circulación de los vehículos eléctricos en las carreteras? Se trata de una cuestión pragmática, del pez que se muerde la cola. Los ciudadanos no confían en la compra de un vehículo eléctrico por no disponer de suficientes puntos de carga para realizar con seguridad los desplazamientos, pero al mismo tiempo los agentes implicados no priorizan la instalación de estos puntos por no haber todavía una demanda más elevada.

Las experiencias de países como Noruega ponen de manifiesto que con una adecuada red de infraestructura e incentivos a la demanda y al uso, se acelera la introducción del vehículo eléctrico hasta el punto de poder competir con los vehículos tradicionales de combustión interna. De 3.000 vehículos eléctricos matriculados en 2009 se ha pasado a 10.000 unidades en 2012, un 5,2% del mercado total.

España, por el contrario, no ha desarrollado una red nacional de puntos de carga rápida y los planes de ayuda no siguen una política de continuidad, por lo que tampoco ha sido posible arrancar la demanda de coches eléctricos. Ante este panorama, es responsabilidad de todos desencallar la situación con acciones concretas que fomenten el uso del vehículo eléctrico. A estas alturas, es más que sabido la importancia de reducir la contaminación en las grandes urbes a la vez que es necesario lograr una mayor eficiencia energética en el transporte y una reducción de la factura del petróleo.

Para ello es determinante que tanto el sector público como el privado se involucren para fomentar y facilitar el uso del vehículo eléctrico. En momentos de recesión económica como estamos, es difícil que el mercado del coche eléctrico se reactive por sí solo si no se crean facilidades para ello.

En primer lugar, es necesario un plan nacional de infraestructura de carga que contemple tanto la instalación de puntos de carga normal como rápida. Estos puntos tienen que estar situados estratégicamente para ofrecer una buena cobertura en todo el territorio español, uniendo las áreas de mayor potencial de mercado, especialmente en las grandes ciudades. Esto permitiría impulsar el uso del vehículo eléctrico y ampliar el radio de acción para no limitar su uso a los recorridos que se realizan a diario.

Este plan, además, debe responder a los objetivos marcados en la directiva Europea “Clean Power for Transport 2020” en el que España deberá pasar de los 1.356 puntos de carga actuales a los 82.000 en el año 2020. Del mismo modo, es necesaria una base de datos pública de la red de carga constantemente actualizada que pueda ser consultada en todo momento.

Dentro de esta estrategia, la instalación de puntos de carga rápida, por ejemplo en estaciones de servicio, es esencial. Cargar la batería es tan sencillo como tomar el tiempo de tomar un café y reanudar el camino con la óptima autonomía del vehículo.

Más allá de la infraestructura adecuada, es también necesario introducir programas de incentivos para el uso del coche eléctrico, como son ayudas para la compra, descuentos en el impuesto de circulación o aparcamiento gratuito, además de campañas de concienciación para informar y difundir las ventajas, tanto individuales como colectivas, del coche eléctrico.

Estos días España es el centro mundial del vehículo eléctrico por acoger en Barcelona la vigesimoséptima edición del Electric Vehicle Symposium (EVS). El vehículo eléctrico no es una utopía, sino una realidad. Disponemos de la tecnología adecuada que lo hace viable, y no solo reporta ventajas desde el punto de vista colectivo en términos de menores emisiones, sino que también plantea ventajas económicas para el usuario, como lo ha demostrado el vallisoletano Roberto San José, el propietario del primer taxi eléctrico de España. Durante los dos primeros años de uso, el taxista ha realizado 95.000 kilómetros y ha ahorrado 9.200 euros en combustible y 800 euros en mantenimiento. Ahora toca mover ficha a las administraciones para que, junto al sector privado, contribuyan en el desarrollo del mercado del vehículo eléctrico.

Javier Redondo es director del proyecto Cero emisiones de Nissan Iberia

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