10 motivos para el escepticismo olímpico
En 2005, con la burbuja inmobiliaria en plena efervescencia, Madrid, se llevó el chasco de rematar el presunto auge económico de la ciudad, y del país, con unos Juegos Olímpicos. Londres se llevó los Juegos de 2012. En 2009, con la burbuja pinchada y la economía intentando respirar, fue Río de Janeiro quien ganó a Madrid. Ahora, en 2013, con la economía completamente destrozada, Madrid insiste. El contexto es, al parecer, irrelevante. Los juegos siempre viene bien.
La mayoría de madrileños prefiere los juegos. A mí me encanta verlos, es decir, no estoy en contra de los juegos per se, sino por hacerlo en plena depresión económica. Soy escéptico, muy escéptico, sobre los posibles beneficios que traerán a la ciudad y al país, y me molesta la ausencia de debate al respecto, más allá de las charlas de cafetería u oficina. ¿Realmente nos convienen los juegos? ¿Qué efecto pueden tener? Tras la dosis diaria de ilusión olímpica, permítanme hacer de abogado del Diablo.
1.- Molesta incluso tener que recordarlo. Desde hace tres años España ha tenido que aplicar medidas sin precedentes para controlar el déficit público. Han afectado a sanidad, educación, dependencia, pensiones, investigación, infraestructuras, asistencia sanitaria a “sin papeles”, salario de funcionarios, tasas universitarias, medicamentos.
España ha recibido 41.000 millones de ayuda europea para sanear la banca nacionalizada, mientras buena parte de la no nacionalizada ha sobrevivido gracias al BCE. En algunos meses se ha temido por una fuga masiva de depósitos de los bancos, y la palabra “corralito no se ha aplicado últimamente a Argentina.
Todo esto ha sido necesario, según nos han explicado, porque el país está, o ha estado, al borde de la quiebra, y no se puede permitir esos lujos. Es éste el contexto en el que Madrid insiste en la organización de unos juegos a los que Roma (recordemos, Italia no ha sido rescatada) renunció.
Juegos Olímpicos y austeridad es un oxímoron. Se puede gastar menos o más dinero, pero no hay nada menos austero que invertir miles de millones en que unos centenares de humanos corran, salten, naden y jueguen a pelota durante unas pocas semanas. Por algún motivo que se me escapa, es más sencillo oír a alguien en la radio apostando por no pagar prestaciones a los desempleados que pidiendo que no se organicen los juegos.
2- Madrid es la ciudad más endeudada de España, con un endeudamiento total de más de 7.000 millones de euros. El IBI se ha multiplicado por tres en 10 años para pagar obras como la nueva M-30, la Caja Mágica, la compra de una nueva y fastuosa sede para el Ayuntamiento y otras infraestructuras. El precio del transporte público se ha duplicado en los últimos 10 años. En otras palabras, a España no le sobra el dinero; a Madrid, tampoco.
3.- Los informes de impacto económico destacan que este tipo de eventos redunda en un beneficio económico para la ciudad y el país que los organiza. No es que sea mucha novedad, precisamente. De hecho, en 15 años de profesión periodística no recuerdo un informe de impacto económico con resultado negativo. Da igual que sea una línea de AVE, un aeropuerto, un circuito de Fórmula 1, el fichaje de un jugador, el patrocinio de un deporte…. Siempre hay un retorno positivo.
Otra cosa es lo que suceda después. Y ahí la cosa cambia, por dos motivos: no hay nada que justificar y, una gran novedad, hay datos con los que trabajar. Esta entrada de Fedea resume algunos trabajos académicos, de los que no se desprende en absoluto una rentabilidad positiva. Los tres elementos susceptibles de tirar de la economía son el turismo, la construcción de infraestructuras y la apertura de la ciudad (y el país) al exterior. El turismo, como sucedió en Londres, es un arma de doble filo: llegan turistas olímpicos pero los no olímpicos dejan de acudir (al igual que puede suceder, por ejemplo, con la publicidad y los patrocinios ligados a los Juegos ; las empresas modifican y quizá amplíen presupuesto, pero no todas crean nuevas partidas).
Respecto a las infraestructuras, cabe recordar que uno de los aspectos que destaca Madrid es que ya están construidas (volveremos luego al tema), por lo que el efecto sobre el empleo derivado de éstas debería ser menor, al igual que el gasto. En tercer lugar, las cuestiones de marca son más subjetivas y difíciles de medir. Finalmente, una matización de sentido común: si albergar unos juegos cuesta poco dinero y crea empleo, ¿por qué no hay bofetadas por organizarlos?
4.- Aunque uno compre el argumento de que los juegos son rentables y que tenemos el dinero para ello, no se pueden contemplar como una variable aislada. Es decir, ¿en qué otra cosa se puede gastar este dinero? ¿Hay alternativas más rentables, social y económicamente, a largo plazo? ¿Qué otras consecuencias tiene la organización de los juegos. No tengo evidencia a mano, pero una voz interior me dice que, por ejemplo, sería mejor que España deje de expulsar a sus mejores científicos.
5.- Que buena parte de las infraestructuras estén construidas dice mucho de cómo se gestiona el dinero público, pero no me parece un gran argumento a favor. Obviamente, si a Madrid le conceden los juegos, aberraciones de 300 millones como la Caja Mágica son menos sonrojantes para nuestros responsables políticos, que incluso se pueden hacer una bonita foto en la entrada. Pero lo que no se usa antes de los juegos tampoco se usará después. Que durante un mes salga en las televisiones de medio mundo es un mal consuelo para una pésima inversión.
7.- Madrid 2020 no es Barcelona 1992, al igual que España no es la misma hoy que hace 20 años. Barcelona una ciudad industrial que aprovechó los juegos para transformarse en un centro de turismo, servicios y modernez, para bien y para mal (allá cada cual). Madrid ya es un centro financiero, ya tiene turismo, ya tiene proyección internacional, no hay zonas que recuperar, tiene más rondas de circunvalación de las que puedo memorizar y un aeropuerto de primer nivel. Y tampoco es necesario vender España al mundo, ni demostrar de lo que el país o la ciudad es capaz. Ya nos conocen; empresas españolas exportan, construyen fabrican y gestionan servicios en todo el mundo, si bien el país ha estado en las noticias durante estos últimos años por la crisis económica. ¿Mejorará mucho esta percepción por unos juegos olímpicos dentro de ocho años? Sospecho que no, y que para nuestra imagen contará más lo que pase de aquí a 2020. La experiencia de la famosa Marca España, convertida en una especie de autoparodia de consumo interno, tampoco me hace ser muy optimista.
8.- ¿No se trataba de un nuevo modelo productivo? ¿De dejar atrás el ladrillo? ¿De emprendedores y exportadores? ¿Encajan aquí los juegos olímpicos? El impulso de los Juegos se dará en aquellos sectores en los que España es, por decirlo de algún modo, líder: ladrillo y turismo. Actividades de baja productividad y dudoso desarrollo futuro. Los Juegos vendrán de maravilla, eso sí, a constructoras con necesidad de obras y a los propietarios de suelo o infraestructuras de escaso uso. Y aquí vuelve el coste de oportunidad: no es que sean malos por sí mismos los juegos, es que fomentan un modelo productivo que creíamos no nos convenía. O se hace una cosa o se hace otra. Por otro lado, la mezcla de eventos, infraestructuras y política es un cóctel que nos devuelve a las épocas más oscuras de la burbuja inmobiliaria.
9.- Seguiré metiéndome en charcos. En fin, supongo que ustedes entenderán que esto es un blog personal. Hace poco, muy poco, que se cerró en falso el juicio de la Operación Puerto, con una condena cosmética a Eufemiano Fuentes y la orden de destruir las pruebas recabadas. En 2010, cuando la Guardia Civil inició la Operación Galgo, un grupo de atletas (y no un grupo cualquiera) firmó una carta pidiendo “el fin de la impunidad de los tramposos”. En 2012 la operación se cerró por falta de pruebas. Eso sí, hace un mes el Congreso aprobó, por trámite de urgencia, una nueva ley antidopaje. Sobre el resto, la culpa es de los guiñoles franceses.
Respecto al caso concreto de Madrid, por muy ávidos consumidores de deporte espectáculo que seamos (y me incluyo en el lote), creo que la obligación de las autoridades, en términos de promoción del deporte no pasan por grandes eventos a los que va una inmensa minoría de la población, sino más bien por el deporte base. Y no está Madrid como para presumir.
10.- Nunca me han gustado los consensos ni las unanimidades, especialmente cuando vienen de arriba. No pretendo tener razón. Es posible que todos mis argumentos estén equivocados, y casi seguro que alguno de ellos lo esté. Pero me gustaría que, como contribuyente, me preguntasen. La ciudad de Viena celebró una consulta ciudadana sobre la organización de los Juegos de Invierno. Votaron que no, con un abrumador 72% de rechazo. Aquí quizá el resultado habría sido contrario, aunque no lo sabremos nunca: los Juegos vienen de la mano de un edulcorado consenso más propio de Cuéntame que de una democracia europea moderna. Buscando en Google “preguntas parlamentarias Madrid 2020” encuentro dos, ambas planteadas por diputados del PP a los gobiernos de su partido en el Congreso y en la Asamblea de Madrid. En resumen, que organizar los juegos, como recortar los gastos, lo hacen por nuestro bien.
Música contra la crisis. Ray Davies + Mumford & Sons, Days + This Time Tomorrow
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