Mercedes-Benz, la estrella que creó el automóvil
Sus modelos pronto se distinguieron por sus lujos y dimensiones 5.147 millones de euros de beneficio semestral
Han pasado 43 años, pero sigue produciendo el mismo escalofriante efecto escuchar la desgarradora voz de Janis Joplin declamar aquello de “Oh Señor, ¿no me comprarás un Mercedes-Benz? Todos mis amigos conducen porsches, y he de ponerle remedio”. Pero no vamos a hablar de la voz de Joplin, sino de la letra de la canción. Porque si Joplin tituló Mercedes Benz una de sus canciones fue por algo. Porque Hollywood podrá ser la tierra prometida de cualquier actor que se precie; Wimbledon, la de un tenista; San Francisco, la un emprendedor digital o Jerez de la Frontera la de un cantaor. Pero no hay detroits ni toyotas que valgan: Alemania es la meca de un ingeniero, el lugar al que rezar cada vez que se abre la tapa del capó y se observa el devenir de bielas y pistones.
Cronología
1926. Se crea Daimler-Benz tras la fusión de las empresas fundadas por Carl Benz y Gotlieb Daimler. Todos sus modelos se llevarían el nombre de Mercedes-Benz.
1928. Primer supercoche de la marca: el SSK. Alcanzaba los 192 km/h.
1930. Nace el Mercedes Benz 770 (el gran Mercedes), un vehículo imponente: uno de los predilectos de Adolf Hitler y Heinrich Himmler.
1936. Producción del 260D, el primer diésel producido en serie.
1939. Estalla la Segunda Guerra Mundial. Las factorías se destinan a la fabricación de maquinaria militar. El ensamblaje de automóviles no se reanudaría hasta 1947.
1954. Leyenda: las alas de gaviota comienzan a volar: el Mercedes-Benz 300SL.
1960. Daimler-Benz compra Maybach, la empresa de uno de sus fundadores.
1968. Se funda MTU, dedicada a la construcción aeronáutica. Sería el germen de DASA primero y de EADS (fabricante de Airbus) posteriormente.
1972. Nace la Clase S. El primer modelo que saldrá será el 450SEL, que se mantendría hasta 1980.
1975. Echa a andar la plataforma W123, que dará lugar a modelos como el 200, el 220, su primer familiar, el 300 y todas sus variantes con motorización diésel.
1979. Introducción de la Clase G, la inicial de Geländewagen (todoterreno). Es el modelo más longevo.
1982. Aparece en el mercado el Baby-Benz: la gama más pequeña de Mercedes-Benz hasta entonces (precursora de la Clase C). Es el 190.
1993. La Clase C se hace realidad y borra del mapa al 190. Ese mismo año se produce la primera cooperación con el preparador AMG: el C 36 AMG. Un año después se lanzaría la marca Smart.
1998. Se produce la fusión con Chrysler. El “matrimonio hecho en el cielo” resultó ser una pesadilla por las pérdidas de la compañía estadounidense. Daimler la venderá a Cerberus en 2007 por 6.000 millones de dólares.
De este país procede el mayor fabricante de coches del continente; el automóvil que lleva al Papa durante sus desplazamientos; dos de los modelos más vendidos de la historia; las tres principales marcas de lujo del mundo (Mercedes Benz, BMW y Audi); el mayor fabricante de componentes del planeta (Robert Bosch); innumerables avances tecnológicos que ahora son estándar y hasta el conductor que más títulos de Fórmula 1 guarda en su palmarés. Pero un hito sobresale por encima del resto todos: allí, en el suroeste del entonces Imperio Alemán, se inventó el motor de combustión interna y, por ende, el automóvil. Corría 1886. Sus impulsores: Carl Benz y Gottfried Daimler. Sus nombres han perdurado a lo largo de los años –además del de la baronesa Mercédès Adrienne Manuela Ramona von Weigl, a quien la marca debe su nombre– como sinónimo de lujo, distinción, clasicismo (sobre todo si se la compara con la más guerrera BMW), fiabilidad, competición y tecnología.
La historia es como sigue. Daimler (junto a su socio Wilhelm Maybach) y Benz idearon el motor más o menos al mismo tiempo. Por fechas, no obstante, este honor corresponde más bien al segundo, que registró en Mannheim su patente de lo que llamó Motorwagen a principios de 1886. Era, en la práctica, un sencillo vehículo de tres ruedas dotado de un motor de combustión interna. Su artilugio cambiaría el mundo. Pero a él en su momento le valió apenas algo más que el escarnio de sus conciudadanos.
Ambas compañías, la Benz & Co y la Daimler MG caminaron paralelas durante la siguiente década. La primera con su estrella, la segunda con su corona de laurel. Con ventaja de la primera en un principio, con la de la segunda a partir del cambio de siglo. Ambos irían cerrando alianzas por distintos países del continente, fabricando productos cada vez mejores, avanzando en el diseño de motores cada vez más eficientes que se adaptaban a todo tipo de vehículos.
Y llegó el cambio de siglo, al que apenas sobreviviría Gottlieb Daimler. Un acaudalado (o muy acaudalado, sería más preciso) hombre de negocios austríaco de nombre Emil Jellinek comenzó a adquirir los automóviles de Daimler MG, y a exigir cada vez más potencia. Sus crecientes requisitos fueron poniendo a prueba las habilidades de los ingenieros. Hasta que en 1901, llevó a cabo un pedido astronómico para la época: 36 modelos de tecnología enteramente nueva por 550.000 marcos. Con una condición: se debían llamar como su hija. Han adivinado bien. Ella se llamaba Mercedes y el modelo, el 35HP. El primero de todos.
Ambas compañías se fusionarían en 1926, acuciadas por la crisis en la República de Weimar. Desde entonces, todos sus vehículos llevarían el nombre de Mercedes Benz, honrando a ambas ramas del grupo. A la nueva firma no le iban las medias tintas. Sus modelos pronto se distinguieron por sus lujos y dimensiones. Y así, durante la década siguiente, Daimler Benz cosecharía éxito, sobre todo, con la suntuosa serie 770, conocida como grosser Mercedes, (sí, la traducción es gran Mercedes, háganse a la idea del tamaño), un modelo que pasaría a la historia por haber sido uno de los predilectos del führer Adolf Hitler.
No todo han sido carreteras sin baches. La fusión con Chrysler condujo a pérdidas a la corporación y obligó a reestructuraciones dolorosas durante la primera mitad de la década pasada. La empresa, además, se ha enfrentado con denuncias de la justicia por pagar sobornos, acusaciones que quedaron zanjadas tras pagar 185 millones de dólares. Y lo que fue más doloroso: BMW le llegó a arrebatar el cetro de mayor marca de lujo. Sin pánico, en los últimos ejercicios la estrella vuelve a brillar más alto.
La centenaria historia española de la multinacional
La compañía alemana tardaría poco en desembarcar en España. En 1906, representantes de Daimler Motoren Gesellschaft alcanzarían su primer acuerdo con empresas del país: se adjudica la primera representación general de los automóviles.
La verdadera andadura española del fabricante alemán, sin embargo, no sufriría el definitivo impulso hasta 1941. Sería entonces cuando se crearía una única importadora para España, su nombre sería Idasa.
Algo más tarde, el Instituto Nacional de Industria crearía Enmasa y comenzaría a fabricar varios modelos de furgones y motores bajo licencia de Daimler-Benz. La escuálida industria española del automóvil comenzaba a crecer. Se iniciaba a su vez un complicado baile de nombres y filiales, entre los que se encontraba la alemana Auto Union, más tarde filial de Volkswagen, propietaria de la marca de camiones DKW y de una planta de ensamblaje en Vitoria.
En 1969, se constituiría la primera sociedad mixta en la que participaría Daimler Benz. En esta firma, Mevosa, entraría tanto el INIcomo Volkswagen y Daimler. Juntos andarían hasta 1976, fecha en la que Daimler Benz adquiriría la totalidad de las acciones de la sociedad. La fabricación de modelos de la marca en la planta marchaba sin baches, con la asignación de varios modelos de furgones y motores.
Llegaba la década de los 80. La liberalización del mercado del automóvil con los famosos decretos Ford posibilitó que la compañía se interesase por España: adquirió al INIparte de su participación y creó la sociedad Mercedes Benz España.El Estado español no saldría definitivamente hasta 1987.
Mercedes Benz cuenta con una planta a las afueras de Vitoria, aquella fundada por Imosa en 1955, una de las sociedades precursoras de la actual Mercedes-Benz España. En ella trabajan 3.181 personas, que diariamente fabrican dos modelos: la furgoneta Vito y el monovolumen Viano. En 2012 se fabricaron un total de 76.269 unidades. Más del 90% de la producción anual se comercializa fuera de España, siendo Alemania el principal mercado.