Un Quijote en Frankfurt
Jens Weidmann está preocupado por la independencia de los banqueros centrales que se convierten en contendientes de las guerras de divisas. El jefe del Bundesbank piensa que algunos están cediendo a las presiones de sus gobiernos para emprender políticas monetarias laxas que disminuyen el valor de las monedas. Habla de Japón, y tiene a Europa en mente. Los líderes políticos de la eurozona creen que un euro más débil ayudaría a impulsar la economía de la región. Pero por una vez Weidmann está de acuerdo con Mario Draghi. Si hay una guerra global de divisas, no es probable que el BCE participe.
Primero, no hay un peligro claro. El euro ha vuelto a crecer frente a dólar y yen desde julio, pero sigue lejos de sus máximos de 2008. Además, mientras el BCE se mantiene firme en cuanto a los tipos de interés, las pobres perspectivas económicas de la eurozona pueden llevar pronto a una postura más suave. La relajación cuantitativa americana o japonesa no está en cuestión, pero una acción del BCE contribuiría a contener su moneda.
La segunda razón por la que Weidmann no debe temer al BCE es que la mayoría de sus colegas comparten su convicción de que los tipos de cambio no forman parte de la caja de herramientas de la autoridad central. En su tradición intelectual, los tipos de cambio son un resultado, no una herramienta. Los gobiernos pueden culpar a la fortaleza del euro de las deficiencias de sus economías. Pero el miembro más influyente de la unión monetaria, Alemania, tiene una economía basada en la exportación que parece funcionar igual de bien con un euro fuerte que con uno débil. Y Berlín está demasiado obsesionado con la inflación como para contemplar una devaluación controlada de la moneda.
Por otra parte, la independencia del banco central de la que Weidmann se preocupa tanto es un hecho para el BCE, dado el número de gobiernos involucrados. Por lo que el jefe del Bundesbank está luchando contra molinos de viento, si es que tiene a Europa en mente.