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Tribuna
Columna
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No es hora de debatir

Aún no es momenAún no es momento. Lo siento, las prioridades son otras. Es preciso mantener unas condiciones financieras propicias, si no para facilitar la recuperación a corto plazo de la economía, al menos para evitar que la situación se escape de las manos. Los bancos centrales necesitan mantener el optimismo sobre la recuperación económica futura, de forma que los mercados lo premien con menor aversión al riesgo.

Es importante también que los bancos centrales sigan compensando la austeridad fiscal, limitando su efecto negativo (mayor de lo esperado, según el propio FMI) en la economía. Y en el caso concreto del BCE, es fundamental que mantenga el techo en las primas de riesgo del euro. De hecho, debe tener claro, y repetirlo públicamente, que tomará todas las medidas que sean necesarias para combatir las dudas sobre la supervivencia de la moneda única. Y que no serán pocas.

Naturalmente, también debe combinarlas con medidas que faciliten la liquidez y financiación. Me refiero a tipos de interés más bajos. Admito que todos tenemos dudas sobre los posibles daños colaterales a medio plazo de las medidas monetarias extremas que se aplican en los países desarrollados en estos momentos. Más allá de la inflación (en el caso del Banco de Japón es ya un objetivo explícito), está también la distorsión que provocan en los mercados. Pero, ¿no hay un objetivo implícito de intervenir su funcionamiento? O mal funcionamiento, aunque cada vez tengo más dudas sobre qué es un funcionamiento normal. Dejémoslo en unos precios de los activos al alza que compensen la contracción del volumen negociado.

¿Y los potenciales excesos que puedan surgir? No tengo respuestas. También la mayoría compartimos dudas sobre el posible impacto negativo, en la economía y mercados, una vez que estas medidas expansivas comiencen a revertirse. Muchos banqueros centrales responden que está controlado, aunque más bien parece un deseo ante la ausencia de planes fundamentados sobre cómo y en qué plazo se reducirán los balances a una tercera parte y se multiplicarán los tipos de interés oficiales por cinco. Naturalmente, estoy pensando en el escenario económico normal anterior a la crisis... ¿no es este escenario el objetivo que persiguen nuestras autoridades?

Las últimas actas del FOMC publicadas por la Fed reflejan el debate anterior. Pero la mayoría de los consejeros se inclinaron en la reunión por ampliar la compra mensual de deuda y relacionarla con objetivos cuantitativos de desempleo e inflación. Es lo que tiene la transparencia: decir lo que temen pero hacer lo que deben. Probablemente tras conocer los datos de empleo y paro en diciembre este debate se habrá matizado. Especialmente cuando aún no conocemos bien cómo acabará el propio debate político entre republicanos y demócratas sobre las medidas de ajuste fiscal necesarias para lograr la necesaria consolidación fiscal a medio y largo plazo. Las empresas necesitan tener claro el escenario fiscal a medio plazo para invertir y contratar. Y todos necesitamos que la economía norteamericana tenga perspectivas económicas claras y positivas. Mientras esto no ocurra, la Fed tendrá que seguir soportando a los mercados y luchando contra la aversión al riesgo. Como prioridad.

Algo similar ocurre en el caso del BCE: es imprescindible que siga manteniendo las espadas en alto frente a los riesgos e incertidumbres que atenazan a los mercados. Sobre el euro. Además, yo sigo pensando que hay razones necesarias (las condiciones financieras) y suficientes (recesión y desinflación) para bajar más los tipos de interés. Pero, lamentablemente, no creo que este recorte se materialice en la reu¬nión de esta semana. Quizás en febrero. La ventana abierta de financiación y mejor tono en general del mercado puede justificar oficialmente su aplazamiento. Yo por el contrario me inclino por tomar decisiones cuando haya margen para hacerlo. Incluso temo que una parte del consejo presione a su presidente para que el tono del discurso posterior a la reunión sea más neutral frente al sesgo bajista (de tipos) que sentimos en diciembre. El optimismo es contagioso y muchos políticos (no todos) trasmiten la sensación de que lo peor de la crisis ha pasado. Que a nivel político se han tomado las medidas necesarias para reducir el riesgo de ruptura, avanzando más especialmente en el terreno de la integración bancaria. Todo está por concretar, pero se confunden, en mi opinión (de nuevo), las medidas monetarias con pasos decididos hacia la integración fiscal, bancaria y política.

No sé en cuál de estos puntos podemos incluir una adecuada integración también de la deuda. Mientras esto no ocurra, y no lo preveo a corto plazo, el BCE tendrá que seguir mostrando un elevado protagonismo en los mercados. Esta debe ser su prioridad en es¬tos momentos y en el futuro cercano. "Fiscalización de la política monetaria"; así lo ha denominado Bullard de la Fed. Yo no me atrevo a decir tanto.

José Luis Martínez Campuzano es Estratega de Citi en España

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