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Tribuna
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Perspectivas para 2013

Si echamos la vista atrás y nos situamos en enero de 2012, vemos cómo comenzábamos el año con un Ibex 35 cotizando en torno a los 8.400 y una prima de riesgo en los 320 puntos básicos. Al cierre del 31 de diciembre, nuestro selectivo se situaba en 8.167 mientras que la prima de riesgo conseguía cerrar por debajo de los 400 puntos. A simple vista, poco parece haber cambiado en 12 meses. Pero las apariencias engañan. Sin duda los reyes del 2012 han sido la volatilidad y las incertidumbres. En julio, sin ir más lejos, las cosas no pintaban nada bien en nuestro mercado, con un Ibex que perdía el nivel de los 6.000 puntos y una prima que se disparaba hasta los 638.

El año ha transcurrido entre titánicos esfuerzos para salvar el euro, rumores de rescate a España y sucesivas intervenciones de los bancos centrales para dar soporte a la economía. Durante 2012 se han vivido momentos de auténtica tensión hasta el punto en que muchos empezaron a dar por hecho que España sería la siguiente ficha del dominó en caer. Los bancos centrales han cobrado especial protagonismo y han sido en muchas ocasiones la tabla de salvación para unos mercados que amenazaban con hundirse. La intervención de Mario Draghi en septiembre, anunciando el apoyo con mayúsculas al euro y asegurando que tendería la mano a los países que lo necesitaran (previa petición por su parte, eso sí), fue un bálsamo para los mercados. La prima de riesgo inició su descenso hasta situarse por debajo de los 400 puntos básicos y el bono a 10 años se relajó hasta el 5,3% de los últimos días de diciembre. Tras constatar la imposibilidad de cumplir con los objetivos de déficit para este año, Bruselas levantó la mano y nos concedió un año más de margen: así, se pedía a nuestro país que el déficit se situara en el 6,3% del PIB en 2013, en el 4,5% en 2013 y en el 2,8% en 2014.

2012 ha sido también el año de las subastas del Tesoro, un auténtico reto atendiendo a las elevadas necesidades de financiación y a los altos costes. A pesar de todo, en la nota final del examen se logró un "notable alto". El Tesoro consiguió emitir el 105% de la deuda programada, un total de 90.234 millones frente a los 85.900 del objetivo inicial. No consiguió el sobresaliente, en primer lugar, por esos elevados costes de financiación que se han tenido que pagar en algunos momentos y porque los plazos de emisión han sido más cortos de lo habitual (más del 70% de las emisiones han sido a 5 o menos años, cuando este porcentaje no llegó al 60% en 2011).

La banca nos ha hecho sufrir este año lo que no está en los escritos y la mala noticia es que posiblemente en 2013 seguiremos sufriendo por nuestras entidades financieras. La alta dependencia con el sector constructor, las fuertes provisiones exigidas por la nueva regulación financiera, la contracción de márgenes, la debilidad por la que atraviesa la economía, el sobredimensionamiento del sector o incluso una gestión poco prudente de los riesgos en ciertos casos, son algunos de los factores que han llevado al sector financiero español a la delicada situación actual. El 28 noviembre 2012 la Comisión Europea aprobó los planes de reestructuración de la banca, requisito imprescindible para la concesión de las ayudas, que incluían 40.000 millones en ayudas.

Nuestro país también se ha visto sacudido por las incertidumbres generadas por la inestabilidad de Grecia, o EE UU y su Fiscal Cliff, fin automático el 1 de enero 2013 de una serie de deducciones de impuestos transitorias introducidas en 2001-2003, del que se han librado en el último minuto gracias al pacto parcial al que han llegado los partidos políticos.

Así, cerramos el capítulo del año 2012 y nos preparamos para un 2013 en absoluto exento de dificultades y unas necesidades de financiación récord (en torno a los 230.000 millones). Si la pregunta es si el Tesoro conseguirá un nuevo aprobado el próximo año, la respuesta será que "posiblemente sí". Eso sí, más dudas existen respecto al coste que tendrá que pagar por ello. Aunque en las últimas semanas respiramos con cierto alivio, no deberíamos olvidar que en abril de 2010 la prima de riesgo rondaba los 130 puntos básicos. Algo que hoy nos parece un sueño.

Se nos antoja a priori una tarea difícil seguir financiándonos con tipos por encima del 4%, y más en un país en el que el crecimiento seguirá brillando por su ausencia. En caso de que la solicitud de ayuda de rescate por parte de España no llegue en 2013, los pronósticos hablan de un año también dominado por la volatilidad. Por todo lo anterior, no creemos que 2013 vaya a ser el año de eclosión de la recuperación. Esta seguirá siendo lenta, progresiva, pero existen algunos factores que invitan al optimismo. La disminución del riesgo de quiebra del euro debería traducirse en menores presiones sobre la prima de riesgo y unos menores costes de financiación, aspectos esenciales para aliviar las cuentas de los Estados y para garantizar costes más justos para las empresas que acudan a los mercados en busca de dinero. Los planes de estímulo de los bancos centrales supondrán también un importante respaldo para los mercados.

El crecimiento será lento y desigual. Se estima que EE UU podría crecer cerca del 2%, mientras que el crecimiento de la eurozona podría limitarse a un anémico 0,2%. Dentro de la eurozona, el crecimiento será dispar, con estimaciones del 1% para Alemania o 0,5% para Francia, mientras se esperan retrocesos superiores al -1% para España y Portugal y algo más leves para Italia.

Es cierto que en España los brotes verdes llegarán más tarde, pero en algunos temas sí comienza a asomar tímidamente la punta de estos: la prima de riesgo se ha relajado, los inversores extranjeros parecen estar volviendo a confiar en la deuda española (en noviembre se incrementó en 4.780 millones el importe de los títulos en manos de extranjeros), los objetivos de déficit parecen más cerca de conseguirse y en octubre de 2012 se consiguió un superávit por cuenta corriente de 865 millones (versus déficit de -1.363 millones de noviembre 2011). Este 2013 nos toca aferrarnos a estas pequeñas alegrías y no perder nunca de vista que estamos en el camino.

Responsable de Análisis de Self Bank

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