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El rescate del cuñado

Supongamos que un cuñado tiene un pequeño negocio. Pongamos, un videoclub. Supongamos que el videoclub no funciona muy bien. Que tiene deudas. Como nuestro cuñado es nuestro cuñado, y la familia es lo primero, le cubrimos parte de estas deudas. No le avalamos totalmente, pero le prestamos dinero para que no pierda la casa hipotecada. Pongamos que le hemos prestado 10.000 euros y nos lo irá devolviendo en cómodos plazos.

Pero el video club no despega. El dichoso cuñado sigue sin tener dinero para cubrir los próximos vencimientos de la hipoteca además de la devolución de nuestro crédito. No hay muchas opciones. Podemos perdonarle la deuda a nuestro cuñado o podemos prestarle más dinero. Parece lo mismo, pero hay un matiz.

Es la situación de Europa con Grecia. La postura de soltar más dinero es la postura alemana. La postura de perdonar parte de la deuda es la del FMI. ¿La diferencia? La primera presume que, al final, el acreedor pagará su deuda. La segunda, que no va a pagar y, al final, mejor asumirlo cuanto antes.

La cuestión que nos pasaría por la cabeza tras recibir la última llamada del cuñado sería, en fin, si podrá pagar o no. Si el dichoso videoclub (confieso no saber por qué se me ha ocurrido como ejemplo un negocio tan de los 80) podrá algún día dar dinero suficiente. Si creemos que podrá, se le da más dinero. Si no, se le perdona. Mala suerte.

No es esa, sin embargo, la discusión en Europa. Al contrario, la situación del videoclub es, aparentemente, la última prioridad de nuestros líderes, que discuten con el FMI porque Alemania no quiere perdonar ni un duro y el fondo no quiere prestar dinero eternamente. En ambos casos, las posturas tienen tinte político. La alemana porque quiere hacer creer que el rescate es un rescate, y no una condonación de deudas, y la del FMI porque el propio fondo, cuando presta dinero a países no europeos, nunca suaviza las condiciones. 

Pero el fondo del asunto, la capacidad de pago griega, queda enterrada entre estas disuciones técnicas. Es como si nosotros estuviéramos empeñados en que el cuñado venda películas, realquile espacio, reduzca personal y horarios o deje de contratar a la señora de la limpieza. Una postura se puede entender: exprimir al cuñado para sacar todo lo posible de él antes de que deje de pagar todas sus deudas. Ahora, ¿lo llamaría usted rescate?

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