Un desempleo insoportable
El paro no cesa de aumentar. En el mes de octubre el desempleo registrado aumenta en 128.242 personas con un crecimiento interanual del 10,8% hasta alcanzar los 4,83 millones, según los Servicios Públicos de Empleo.
Por su parte, la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al tercer trimestre, también nos ofrecía datos negativos. El desempleo aumenta en 85.000 personas y se sitúa en 5,77 millones y crece el 16% en los últimos doce meses.
Las estadísticas de empleo y paro se utilizan frecuentemente para evaluar la salud macroeconómica de la economía y han llegado a ser los árbitros permanentes de la vida económica. Es importante saber cómo se mide el volumen total de empleo y paro, conocer su evolución reciente y comprender las limitaciones de los datos como medios orientativos para la adopción de las medidas pertinentes.
Pero existen cifras diferentes sobre las personas desocupadas y ello se debe a la diferente metodología para la obtención de datos que utiliza la EPA y el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Así, a finales del mes de septiembre la EPA contaba un millón de parados más que el SEPE. Por ello, existe cierta confusión entre los ciudadanos en torno a los datos que sobre el desempleo ofrecen los medios de comunicación
¿Por qué hay estas grandes diferencias? En principio, los datos de desempleo de ambas fuentes estadísticas no tienen que coincidir debido a su propia naturaleza. El SEPE cuenta a las personas que acuden voluntariamente a sus oficinas. Es decir, todas aquellas personas que no se inscriben no figuran como desempleados, es un registro de personas desempleadas voluntario.
Mientras la EPA es una investigación por muestreo y dirigida a las viviendas familiares. El cuestionario de esta encuesta respeta las definiciones y criterios marcados por los organismos internacionales que se encargan de temas laborales (Organización Internacional de Trabajo), con lo que sus datos son comparables con los de otros países.
Sin embargo, medido el mercado laboral por cualquiera de los dos procedimientos, se refleja una situación dramática. Los dos indicadores aportan datos de desempleo insoportables. Da igual que se midan por un procedimiento o por otro. El resultado es que el mercado laboral está roto.
En este contexto, el Ejecutivo culpabiliza del deterioro del mercado laboral al otro. Y, además, que el paro se está frenando lo cual no deja de ser una frase. Por ello hay que preguntarse: ¿A partir de qué momento es imputable el aumento del desempleo al actual Gobierno? Si nos atenemos a las estadísticas desde que el Gobierno actual llegó a la Moncloa (cuarto trimestre de 2011 hasta el tercer trimestre de 2012) el desempleo ha crecido en más de 500.000 personas y se ha destruido empleo, prácticamente, en la misma cantidad. Mientras en el mismo periodo (cuarto trimestre de 2010 hasta el tercer trimestre de 2011) el desempleo aumentó en 137.000 personas y el empleo se redujo en 252.000 personas.
Por otra parte, en cuanto a una de las medidas estrella del Gobierno, la reforma laboral, sus efectos no son los esperados. Ahora nos dicen que está pensada para escenarios económicos en crecimiento, por lo tanto hubiera sido más sensato haber esperado a que crezca la economía para aplicarla. En escenarios recesivos, la reforma laboral solo sirve para facilitar los despidos como así lo atestiguan la contundencia de las cifras de desempleo. Hubiera sido mucho mejor dedicar todo ese tiempo a elaborar medidas para mejorar la situación de las familias en el umbral de la pobreza, sin responsabilidad en esta crisis.
Persistir solo con medidas de rigor presupuestario, sin ningún tipo de estímulos, es empeorar la situación. ¿Además de austeridad existe algún plan para crear empleo? Estamos utilizando una medicina que agrava más la enfermedad. Como ejemplo, imaginemos que vamos al médico y nos dice: "Usted está muy mal, si me permite le voy a recetar un tratamiento que es muy doloroso. Pero le voy a dar buenas noticias: al final del tratamiento estará mucho peor que ahora". Esto es lo que nos está sucediendo, que el remedio es peor que la enfermedad.
Es más positivo apostar por el diálogo social y buscar consensos para la aplicación de medidas de estímulo a la economía que sean generadoras de empleo.
Vicente Castelló. Profesor en la Universidad Jaume I.