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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Indicios de optimismo en el mercado

Poco a poco, pero de forma constante, el mercado ha empezado a dar indicios a favor de la deuda soberana española. El motivo no es otro que el convencimiento creciente manifestado entre los inversores de que España pedirá ayuda europea para hacer frente a la presión de los vencimientos de deuda pública. Esa fue la condición bajo la que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, supeditó a principios de agosto la activación de nuevas compras de deuda que diesen a España un respiro ante los mercados internacionales. Y, desde entonces, entre los operadores ha ido ganando terreno la idea de que el Gobierno activará sin demasiada tardanza esa petición a sus socios europeos y que, tal y como prometió Draghi, el BCE dirigirá entonces su artillería a la compra de bonos españoles.

Como termómetro que es, el mercado reflejó ayer en dos marcas esta apuesta. Por un lado, el Ibex venció la resistencia de los 7.200 puntos y se disparó hasta 7.417; por otra, la prima de riesgo bajó de los 500 puntos básicos por primera vez desde el pasado 4 de julio y la rentabilidad se moderó al 6,5%. Ambos son dos indicadores de que, aunque lentamente, el optimismo puede regresar. Todo apunta a que los inversores han convertido la petición española de ayuda en una suerte de apuesta a una sola carta, lo que explica que el grueso de las compras se esté concentrando en los plazos más cortos, precisamente aquellos en los que el BCE ha anunciado que dirigirá su programa de compras.

Pese al riesgo que supone esa apuesta, dado que Mario Draghi no ha dado demasiados detalles sobre cuál será el alcance y la estrategia del BCE en la activación de compras de deuda española y que el Gobierno de Mariano Rajoy todavía no ha manifestado una respuesta sobre el rescate, la vuelta de la agitación al mercado es una buena noticia. Por delante restan todavía muchas incógnitas por despejar, principalmente cuáles serán las condiciones de la ayuda prometida por Draghi, cuya intensidad, duración y contundencia determinarán de modo efectivo la respuesta española, tal y como ha advertido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Todo apunta, sin embargo, a que esos interrogantes se despejarán en breve. España necesita ver aflojado cuanto antes el yugo que supone el desproporcionado coste de financiación que nuestro país está abonando en los mercados. Solo entonces podrá disponer de capacidad de maniobra suficiente para poder cumplir con sus objetivos de ajuste fiscal y afrontar con firmeza la salida de la crisis. Ese será el momento de apostar por una recuperación económica cuyos grandes cimientos en cuanto a reformas están puestos en parte, pero a la que aún resta un duro y costoso camino por delante.

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