_
_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una necesidad de capital gobernable y financiable

La realidad resultó ser menos dramática que la percepción que los más entendidos tenían de ella. Frente a unas necesidades de capital para la banca española manejadas en los mentideros financieros aficionados a los cataclismos de cerca de 150.000 millones de euros, las dos compañías evaluadoras del riesgo encargadas por el Gobierno y el Banco de España han concluido que el sistema financiero español precisará capital adicional por una cantidad que oscilará entre los 16.000 millones de euros y los 62.000. La necesidad mínima sería de aplicación en el caso muy improbable de que el PIB descienda un 5,4% entre 2012 y 2014, tal como estima el Fondo Monetario Internacional; y la necesidad máxima en el definitivamente impensable caso extremo de que la recesión lleve a una caída del producto del 6,5% en el trienio, de que la vivienda caiga un 60% y el suelo, un 90%.

La primera gran conclusión de las cifras barajadas por las valoradoras Oliver Wyman y Roland Berger, nos atengamos al escenario catastrófico o nos atengamos al muy catastrófico, es que el capital para hacer frente a las pérdidas hipotéticas no superaría nunca el 6% del PIB, una cantidad gobernable y financiable, incluso por los propios medios del Estado, sin necesidad de acudir a recursos comunitarios. El avance de la deuda pública sería en tal caso de seis puntos como máximo, y no de diez como se especulaba, y el castigo infligido a España en el último mes parece exagerado.

Dado que ya se ha establecido una línea de crédito para el rescate bancario de España de hasta 100.000 millones de euros, y para evitar pruebas innecesarias de estrés al Tesoro español tras una semana de presión que colocó el bono a diez años notablemente por encima del 7%, lo más lógico es echar mano de los recursos habilitados por Bruselas, independientemente de la fórmula que se utilice para la inyección del capital.

Hay que recordar, no obstante, que tal como reconocen las dos compañías valoradoras, y tal como el propio Fondo Monetario Internacional había admitido hace un par de semanas, el sistema financiero español es muy heterogéneo, y las necesidades de recursos de primera categoría se precisarían solo en un núcleo muy concreto de entidades, principalmente aquellas que ya están nacionalizadas. Las tres grandes firmas bancarias nacionales (La Caixa, Santander y BBVA) no precisan más capital, y las firmas no nacionalizadas y que pueden precisar recursos adicionales, pueden en la mayor parte hacer frente por sus medios, sin recurrir al dinero público.

Por tanto, la necesidad de aportaciones por parte del fondo de rescate europeo para los bancos españoles sería inferior a las cifras glosadas por Oliver Wyman y Roland Berger, aunque el detalle por entidades se dará a conocer a finales de julio, y las afectadas dispondrán de nueve meses para recomponer su solvencia, ya que el ejercicio de estrés realizado abarca hasta las cuentas de resultados de 2014 incluido.

El riesgo existente es que el efecto clarificador que tiene este test de estrés sea efímero, puesto que es ya el tercer ejercicio de este tipo al que se somete la banca, y pese a resultados siempre bastante tranquilizadores, la duda seguía soterrada en los mercados financieros hasta tal grado de virulencia que ha puesto la financiación del Estado contra las cuerdas. Seguramente la difusa gestión de la crisis de Bankia, desde una intervención atípica hasta una petición de capital que parecía exagerada, ha condicionado la reacción de los mercados en las últimas semanas, con más ruido del soportable.

Fuere o no financiable por medios propios, el caso es que echar mano del dinero europeo tiene condicionalidades exigentes para las entidades socorridas y para el resto. Seguramente las exigencias de la Unión Europea acelerarán un proceso de reestructuración de balances y de red al que la banca española se había resistido, aunque no se llegue a la liquidación física de ninguna firma. Pero podrían también condicionar la evolución del crédito incluso en la banca sana, ese 70% de balance que soportará con sus medios la dureza de la crisis, y acelerar el desapalancamiento lento de la economía. Eso tendría efectos restrictivos sobre el crecimiento a corto plazo, pero seguramente imprescindibles para convertirlos en expansivos en el medio y largo.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_