¿Nueva ola de nacionalizaciones en América Latina?
Argentina y Bolivia han sido los primeros en mover ficha. Merrill Lynch advierte de una posible tendencia nacionalizadora que afectaría a las empresas extranjeras situadas en América Latina. Venezuela y Perú podrían ser las siguientes.
¿Ha sido la reciente expropiación de YPF por parte del Gobierno argentino el pistoletazo de salida en una carrera nacionalizadora? Apenas una semana después, Evo Morales, presidente de Bolivia, siguió el ritmo de Cristina Kirchner y anunció la expropiación de una filial de Red Eléctrica.
Los países de América Latina han vivido numerosos ciclos de nacionalizaciones /privatizaciones a lo largo de sus historia. Así lo recuerda el banco estadounidense Merrill Lynch, que además de definir una serie de rasgos comunes y característicos de estos ciclos vividos en el pasado, sugiere que podríamos estar asistiendo a una nueva ola.
Los sectores más propicios son los relacionados con los recursos naturales y la energía. Además, las nacionalizaciones son más frecuentes en épocas en que se dispara el precio de las materias primas. Los contratos de explotación suelen carecer de cláusulas de ajuste de precios y los países de origen sufren de fuertes desequilibrios en la distribución de la riqueza.
Una vez agitado, el cóctel preparado por Merrill Lynch produce la siguiente secuencia: el alza en los precios provoca un aumento de la inflación, pero los gobiernos no permiten subir las tarifas de las energéticas. Como consecuencia, las compañías reducen la inversión, y al cabo de pocos años, la calidad de servicio empeora y la presión política en el país de origen aumenta en dirección a una expropiación.
El caso de YPF en Argentina corresponde con este patrón. Pero la pregunta principal es si este primer hito marca un cambio en las políticas energéticas del país. "No promocionamos las nacionalizaciones, pero nos centramos en recuperar los recursos naturales", ha dicho Kirchner en los últimos días. Los medios argentinos han insinuado que la nueva diana expropiadora se centrará en el sector minero.
En todo caso, Merrill no espera que ocurra otra nacionalización en que coincidan los dos factores claves del caso YPF. Por un lado, el apoyo popular (un 62% de la población apoyó la media según las encuestas manejadas por los analistas). En segundo lugar, el Gobierno podrá sacar beneficios rápidamente tras el descubrimiento de nuevos yacimientos. El resto de energéticas situadas en Argentina no poseen ese potencial ahora mismo.
La firma estadounidense augura más nacionalizaciones en Venezuela en caso de que Hugo Chávez logre la reelección en los comicios presidenciales de octubre. La prácticamente nula capacidad de los inversores extranjeros para exigir una sanción o una contraprestación en respuesta a las acciones del Estado venezolano juega a su favor. Marrill Lynch cree además que a nivel de imagen, Chávez ya tiene más que amortizado el coste a pagar por sus decisiones, como las expropiaciones en el sector petrolero. Recientemente se ha conocido el laudo arbitral por el que Venezuela petrolera, PDVSA, ha pagado alrededor de un 10% de lo que Exxon le reclamaba.
Merrill Lynch cree que el objetivo de Chávez serán los bancos extranjeros. En todo caso no prevén movimientos hasta prácticamente el día antes de las elecciones o inmediatamente después. También ve riesgo en el sector de las clínicas privadas, farmacéuticas o aerolíneas.
Perú es la tercera zona caliente a la que apunta la firma estadounidense. El nuevo presidente, Ollanta Humalla, está enviando señales de confianza al sector privado extranjero, sobre todo al minero. Pero advierten de la poca madurez del sector en el país y alertan de una serie de riesgos: la importante brecha en la distribución de la riqueza, mucha dependencia de las recursos naturales y un fracturado sistema de partidos.
En el resto de países no encuentran tantas incertidumbres. Brasil ha reconocido como prioridad atraer la inversión extranjera en los próximos años. En México ningún candidato a las próximas presidenciales está agitando el discurso con la carta de la nacionalización; en Colombia, la combinación de instituciones fuertes y gobierno de centro-derecha tiene prácticamente tal posibilidad.