La reconstrucción de un sector que conquistó el mundo
Arcelor y Acerinox son hoy compañías de referencia internacional en la industria
Ese intercambio comercial de hierro por carbón entre Reino Unido y la costa del Cantábrico del que se nutrió la revolución industrial española sigue dando sus frutos casi 150 años después. Dos de los gigantes mundiales de la siderurgia pasaron por un momento clave en los años setenta, época en la que este periódico echó a andar.
De un lado, la antigua Altos Hornos de Vizcaya (AHV) -empresa fundada en 1902 y fuertemente desarrollada en los años cincuenta y sesenta gracias, en parte, a las ayudas estatales que recibe para acompañar al desarrollo económico de la época- absorbe a Uninsa, creando un coloso del sector. Era 1973. Tres años antes había visto la luz Acerinox, compañía dedicada a la construcción de aceros inoxidables. Hoy es el primer fabricante mundial de este material, con una capacidad de producción de 3,5 millones de toneladas anuales. Sus factorías más importantes están en Sudáfrica, Estados Unidos y Gibraltar. La última de ellas fue, además, la primera del mundo en superar el millón de toneladas de producción (2002). Mientras, el grupo siderúrgico originado en AHV sufre en los años noventa un importante proceso de reconversión industrial de no poca conflictividad social. Los resultados, no obstante, son palpables muy poco después: en 1997 se constituye Arcelaria. Posteriormente se une con Arbed (Luxemburgo) y Usinor (Francia), dando lugar a Arcelor, que cotiza en Bolsa desde 2002. Tras fusionarse con la rusa Severstatal, la compañía es absorbida por la anglo-india Mittal, dando lugar a la actual ArcelorMittal, el mayor fabricante de acero del planeta, cuyas 116 toneladas de producción anuales cuadruplican a la segunda compañía del sector (Nippon Steel). La capitalización bursátil del grupo se sitúa hoy en los 24.000 millones de euros y factura en torno a 60.000 millones anuales.