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Emisiones de Banca Cívica o BFA tienen un recorte hasta del 40%

¿Cuánto valen las garantías de la banca española para el BCE?

El Banco Central Europeo acepta un amplio abanico de activos como garantía para acceder al maná del dinero barato. Y cada vez lo aumenta más. Pero no todo vale lo mismo.

Escultura con el símbolo del euro frente a la sede del BCE en Fráncfort
Escultura con el símbolo del euro frente a la sede del BCE en Fráncfort

Nada se deja al azar; todo está decidido y tasado de antemano. En el Banco Central Europeo (BCE) no hay activo sin su precio y la forma de valoración es universal. Pero a veces los resultados son crueles. O, al menos, lo son para las dueñas de esos activos.

Y es que la banca europea (y especialmente la española) vive desde hace tiempo enganchada al BCE, a sus inyecciones periódicas de liquidez. Las más llamativas son las megasubastas a tres años de dinero sin límite y a un 1% de interés, pero también hay otras apelaciones menos billonarias y a un plazo menor a las que son igualmente asiduas. Pero para conseguir esos fondos, la norma obliga a dejar algo a cambio y algunas veces esa prenda resulta mucho menos valiosa porque se le aplica un fuerte descuento (haircut, según la terminología anglosajona) sobre su valor de mercado para conjurar el riesgo de impago.

Banca Cívica, BFA, Guipuzcoano...

Eso sucede con varias emisiones de la banca española. Una colocación de Banca Cívica con vencimiento en 2019, por ejemplo, tiene un descuento del 39% en la ventanilla del BCE, según el registro del supervisor. Eso significa que por cada 100 euros de esa prenda que se dejen en el supervisor, el dueño solo puede llevarse 61 euros de dinero fresco. A Banco Financiero y de Ahorro (BFA), la matriz de Bankia, se le aplica una penalización del 39,5% para una emisión a 2028 e idéntico recorte tiene la deuda de Banco Guipuzcoano con vencimiento en 2022.

¿Por qué esas cifras? Porque así resulta de aplicar los criterios del BCE. Cuando se realiza una nueva emisión de cualquier tipo (deuda pública, privada, titulizaciones...), el procedimiento es pasar primero por el Banco de España para que la dé de alta. Una vez conseguido, el activo se convierte en descontable, lo que significa que puede ser usado como garantía o colateral.

Y ahí es donde se forma su valor real, gracias a una combinación de tres factores: quién está detrás de ese activo, cuál es su plazo de maduración y qué rating tiene.

Por mucho que la crisis de la deuda que asola Europa haya convertido los bonos soberanos de algunos países en activos casi apestados, las emisiones de los Gobiernos y los certificados de deuda del BCE forman la categoría más prestigiosa, a la que se aplican descuentos menores. Pero no todo vale lo mismo. Enseguida entra en juego la combinación de los otros dos factores (vencimiento y rating), así que la rebaja puede ser sustancial.

Por ejemplo, con una AAA en la pechera y un vencimiento a menos de un año, la penalización es de un tímido medio punto. Si la deuda es BBB- (el BCE no acepta nada por debajo del grado de inversión) y el plazo supera los 10 años, el recorte irá más allá del 10%.

Más abajo en el ranking

Segunda en la lista está la deuda local y regional (Comunidades Autónomas, etc...), siempre aderezada por los recortes añadidos propios del vencimiento y el rating. Su penalización va del 1% al 29%.

En tercer lugar llegan las cédulas hipotecarias y territoriales (emisiones bancarias con garantía hipotecaria o de créditos a la administración pública), así como la deuda empresarial. El haircut inicial para las colocaciones a muy corto plazo y con buen rating es del 1,5%, pero puede llegar a 38% en el peor caso.

El cuarto puesto se lo lleva la deuda corriente, sin garantía, de entidades bancarias. Aquí la penalización ya empieza en el 6,5% y puede ascender al 46%.

Las últimas de la lista son las titulizaciones, bonos de la banca respaldados por una cartera concreta de activos. Es la deuda menos deseada por el BCE, así que solo acepta la que tiene mejor rating (entre AAA y A-) y con un descuento lineal del 16%.

Realmente, hay una especie de sexta categoría, que son los préstamos. Las penalizaciones son elevadas desde el primer momento y no se acepta todo.

Lo mejor, la deuda pública

De ahí que la deuda española con vencimiento en menos de doce meses sea el activo más valorado para el BCE (el recorte es del 0,5%) y para los dueños de esas emisiones que quieran usarlas para conseguir dinero a cambio. Por mucho que las agencias se hayan cebado en la solvencia nacional, el rating sigue estando en la parte alta de las preferencias del banco central. Y de ahí que la deuda a largo plazo de alguna institución financiera con menor reconocimiento de solvencia llegue a valer casi la mitad en la ventanilla del BCE que en el mercado.

El problema llega cuando ese descuento se hace insostenible. En condiciones normales, las garantías en manos de las entidades financieras dan de sobra para acudir a la liquidez del supervisor, pero hace muchos años que la banca no vive en nada que se parezca a un entorno normal. En estos momentos, el dinero solo sale del BCE y por eso las garantías se han vuelto un bien de lujo; cuantas más, mejor.

Por eso son varias las entidades españoles (y muchas más en el conjunto de Europa) que han utilizado una fórmula de sortear los descuentos que se aplican a sus emisiones. Han tirado de sus Gobiernos y han realizado colocaciones con el aval del Estado. ¿Resultado? Ellos y los compradores han podido acudir al BCE y descontar esa deuda como si fuera nacional (con el rating prestado, por así decirlo) y asumir un descuento mucho menor del que les habría correspondido por sus propios fundamentales. Y no han sido pocas. Solo en España, Banca Cívica, Bankia, Bankinter y Banco de Valencia han usado este recurso en las últimas semanas para ir a la segunda megasubasta de liquidez a tres años del BCE.

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