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Tribuna
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El nuevo Ejecutivo y la economía digital

Me parece adecuado que el nombre del nuevo Ministerio de Economía incluya la coletilla "y de Competitividad". Porque, claramente, la ausencia de competitividad caracteriza a nuestra economía. En un mundo cada vez más global, España es un país de pymes poco eficientes: más de tres millones de empresas con un perfil mucho más py que me, muy pocos empleados (la mayoría enmascaran autónomos), centradas en micromercados locales y Administración pública y un bajísimo perfil tecnológico.

Por ello es clave fomentar la creación de nuevas empresas ambiciosas en su escalabilidad y con profunda vocación de globalidad. Este es el caso de las empresas digitales, más competitivas que las tradicionales. En el ámbito digital encontramos desde el pure player que transacciona con servicios en forma de bits, hasta cualquier comercio de servicios tradicionales o bienes físicos que sepa interpretar estratégicamente internet y le haga jugar un papel fundamental en su aproximación al mercado, modelo de negocio, captación y gestión de clientes, aprovechamiento de los medios sociales y cultura organizativa... Las empresas digitales son más eficientes en los costes, ya que las nuevas tecnologías permiten desarrollar estructuras muy ligeras: poco personal pero muy especializado, reducida o nula inversión en stocks, desintermediación como principio de reducción de gastos y llegada al cliente y analítica de costes mediante métrica digital que optimiza las campañas comerciales. Además, suelen iniciarse desde una cultura de start-up que reduce notablemente los gastos laborales: se da por hecho que los sueldos nacen bajos (especialmente los de dirección), la organización es muy horizontal y magra y se instalan en baratos espacios de coworking u oficinas estilo open space.

En paralelo, muchas de estas empresas pueden servir eficientemente a mercados globales, puesto que las fronteras geográficas apenas existen en internet y el desarrollo solo está limitado por perfiles de usuarios a nivel mundial. La tecnología les permite desarrollar una rápida escalabilidad de sus modelos de producción y comercialización a bajo coste. Y la cultura de estar en beta permanente permite que se adapten e innoven de forma rápida para reaccionar a cambios de la demanda o ataques competitivos.

Por eso, el nuevo Ejecutivo debe contribuir a que este sector estratégico se desarrolle en nuestro país. De manera específica, debe comprenderlo y evitar penalizarlo con cortapisas legales, habitualmente creadas por políticos que no entienden este ecosistema y encaminadas a defender el statu quo de la empresa tradicional. Esto es pan para hoy y crisis para mañana. Fundamentalmente, tiene que ayudar a configurar un entorno de financiación nacional específico y sostenible. Las empresas digitales ponen el foco en sus inicios en generar volumen de usuarios o valor del servicio hasta alcanzar un determinado tipping point a partir del cual se empieza a obtener monetización relevante. Por ello, hay alta dependencia de la financiación externa. Pero si no encuentren el dinero en España lo harán fuera, emigrando a Silicon Valley o a East London Tech City.

Hay necesidad, por tanto, de favorecer un dealflow que asegure los flujos financieros desde el inicio como start-up hasta las fases de crecimiento y madurez. En primera instancia, el Estado debe mantener una primera red de créditos blandos de baja cuantía a start-ups digitales, en un modelo tipo CDTI y Enisa, que trate más favorablemente proyectos con escalabilidad, capacidad de globalización y de generar valor en ecosistemas amplios. También debe contribuir a canalizar el ahorro privado para convertirlo en inversor en start-ups digitales en modelos crowdfunding y business angel a través de incentivos fiscales. La inversión del pequeño capital en negocios digitales no tiene hoy apenas tratamiento positivo, mientras que las grandes fortunas y otros sectores se benefician de vehículos fiscalmente eficientes y exenciones.

Por último, hay que fomentar un tejido sustancial de venture capital para empresas digitales en fase de crecimiento y madurez que permita la salida de los primeros inversores. Este tramo es hoy inexistente en nuestro país. Hay que incentivar la transformación de los fondos de inversión, acostumbrados a TIR altos y bajo riesgo, en auténticos capital riesgo, con incorporación de un porcentaje elevado de proyectos digitales en sus carteras. A ver si conseguimos que el próximo título del ministerio sea el de Industria Competitiva.

Nacho de Pinedo. CEO del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI)

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