BCE: es difícil escapar al dolor
La negativa del BCE a participar en el gran canje de deuda griega y soportar pérdidas en sus tenencias parece más extraña cada día. Es como si se pudiera conferir al banco un carácter informal de acreedor privilegiado con la consecuencia no deseada de socavar su propio programa de compra de bonos.
El canje, también conocido como la participación del sector privado, tiene supuestamente un carácter voluntario y se dirige a los 200.000 millones de euros de deuda privada. Esto no incluye los bonos griegos en los que el BCE se gastó 36.000 millones en 2010. Pero la posición del BCE es cada día más difícil de sostener. El canje voluntario parece cada vez más coercitivo. Los líderes griegos y de la eurozona hacen alusión a las graves consecuencias si los tenedores de bonos no lo suscriben y Atenas podría incluir cláusulas retroactivas en su deuda para obligarles a hacerlo, o castigar a los que se quedan atrás.
Si el BCE se mantiene en sus trece, los inversores razonarán que sus bonos incluyen una antigüedad implícita, añadiendo otra capa de subordinación a la deuda periférica. Ese tratamiento privilegiado debería tenerse en cuenta entonces en los rendimientos portugueses, españoles o italianos. Irónicamente, cuanto más deuda periférica compre el BCE, más se erosionará la confianza en la deuda soberana del euro. Puede haber formas de maquillar las pérdidas. El BCE podría vender sus bonos a precio de coste al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Pero eso sería consumir más recursos del FEEF y un trato así podría enfurecer a los tenedores de bonos. Por otra parte, el BCE podría soportar algo de dolor cuando se produzca una segunda ronda de reestructuración, quizás el año próximo. Pero entonces muchos de sus tenencias griegas podrían haber expirado, reduciendo las pérdidas. En cualquier caso, la eurozona, con el BCE o sin él, pagará de una forma u otra.
Por Neil Unmack