Recesión americana
La amenaza cobra ahora fuerza por la debilidad de los indicadores económicos en EE UU
A finales del pasado mes de agosto en estas páginas dábamos una probabilidad elevada a una recesión económica suave y especulábamos con la reacción de los mercados financieros ante dicho escenario. Poco después nos veíamos obligados por los indicadores que seguíamos conociendo (no se producía una mejora o vuelta del continuado y persistente deterioro de los mismos) a abandonar el escenario de fuerte y prolongada desaceleración y dar por hecho que en Europa la recesión era inevitable e inminente sino había comenzado ya. Desde entonces son numerosos los organismos y entidades públicos y privados que se han ido acercando o uniendo al campo de los pesimistas (o realistas si estamos en lo cierto).
En este campo se encuentran desde los que piensan que la desaceleración es severa y persistente, por lo que en cualquier caso 2012 no pinta bien en lo económico, hasta los que prevén una recesión suave de un par o tres trimestres de contracción en la primera parte del año que viene.
En buena medida las diferencias entre estos escenarios son de matices y las consecuencias a nivel de mercados financieros y resultados en fondos de inversión bastante similares.
La fuerte subida del precio de las materias primas es otra señal negativa
Sin embargo, el problema que se nos plantea desde nuestro punto de vista es que en bastantes países de Europa y en su conjunto puede que ya llevamos algún tiempo en recesión. Más allá de que el no acertar con el timing o momento de la contracción tiene sus implicaciones financieras, el problema principal es que aquellos que esperan una reaceleración de la mayor economía del mundo (la norteamericana) probablemente se van a llevar una sorpresa negativa.
En las últimas semanas, al calor de la publicación de datos del PIB del tercer trimestre (un indicador retrasado y sujeto a numerosas revisiones posteriores) y de varios indicadores de actividad supuestamente positivos, son "legión" y creciente los que apuntan a un buen dato de del PIB para el cuarto trimestre y a una sensible mejora de la economía cara a 2012. El fantasma de una posible recesión en los Estados Unidos, que había reaparecido en este pasado final del verano, parece haberse esfumado definitivamente en las últimas semanas.
Nuestra visión es bastante diferente a este consenso. En primer lugar, la economía estadounidense viene sufriendo de una desaceleración económica desde primeros de año que se ha manifestado como persistente y que es por tanto en parte independiente de los problemas de la deuda europea y de las disrupciones causadas por el terrible terremoto en Japón.
En segundo lugar, en esta ocasión (y diferente al verano del año pasado cuando descarté la materialización de la amenaza de una nueva recesión) la acusada y persistente debilidad de los indicadores adelantados de corto plazo, viene precedida tanto de una expansión ya modesta como de la amenaza proveniente de indicadores adelantados de largo plazo.
Lógicamente, cuando las desaceleraciones vienen desde puntos o niveles de crecimientos elevados, la caída en la contracción es mucho más difícil pero cuando el nivel de expansión previo es ya débil, las probabilidades aumentan sensiblemente. Respecto a los indicadores adelantados de largo plazo los hay bastante fiables, desde un punto de vista siempre puramente empírico, como la fortísima subida del precio de las materias primas, donde el rey de las mismas, el petróleo, se disparó.
Concretamente pasó desde los 40 dólares por barril a principios de 2009 hasta los 90 en un corto periodo de tiempo, pero tras relajarse hasta los 70 a mediados de 2010, volvió a casi doblar su precio en poco menos de nueve meses.
Este tipo de shocks energéticos han venido teniendo históricamente un efecto implacable en la actividad económica de los Estados Unidos, con un sensible desfase en el tiempo, en línea con el que ha transcurrido desde este último shock hasta el tiempo presente.
Por el contrario, si bien no se han materializado algunos otros buenos indicadores de largo plazo, como la inversión de la curva de tipos, este hecho no es indispensable como se observó en recesiones de los años 50 y primeros de los sesenta del siglo pasado.
Además, el aplanamiento en cualquier caso ha sido muy acusado desde primeros de año, siendo muy difícil la inversión cuando los tipos a corto están a cero. Por último, el lector debiera desconfiar tanto de los datos de PIB positivos, ya que de hecho la mayor parte de las recesiones americanas comenzaron en periodos con datos de PIB positivos (sin ir más lejos se hablaba de aceleración del PIB del segundo trimestre en el verano de 2008 cuando llevábamos más de ocho meses en recesión), como de los indicadores adelantados positivos de corto plazo.
La lectura detallada y análisis de algunos de estos recientes indicadores supuestamente positivos, como los de ventas minoristas o empleo, esconden signos de estrés del consumidor o contracción de la fuerza laboral.
La partida de la reaparición del fantasma de una nueva recesión en el gigante norteamericano va a seguir en juego.
Juan Manuel Vicente Casadevall, EAFI Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero
Europa y el desfase
La probable contracción económica en Europa podría ser la puntilla que empujara a la economía de Estados Unidos a la recesión. El mayor socio comercial de Estados Unidos sigue siendo Europa por delante de China y el sector exterior ha sido uno de los pocos componentes positivos de la economía norteamericana.El gráfico central pone de manifiesto el desfase que en cualquier caso se ha producido entre la Bolsa europea y norteamericana tras la primera fase alcista iniciada en marzo de 2009, lo que pudiera haber sido indicativo del devenir económico de estos meses.