_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuestión de fe

El ser humano es un animal de costumbres. Y los mercados en los últimos meses se han convertido en una verdadera selva donde cualquier precaución ha sido poca. Dominados por una mezcla de miedo y pánico, los inversores han confirmado la máxima de que "todo, por muy complicado que sea, puede serlo más si nos empeñamos". También han aprendido a desconfiar de los políticos, especialmente en Europa. Dos años buscando infructuosamente soluciones a la crisis de deuda. Dos años en los que se han cuestionado todos los preceptos en los que se apoya el euro. El resultado ha sido que los inversores se han acostumbrado a desconfiar, abiertos siempre a cualquier tipo de sorpresas negativas. Y lamentablemente no han sido defraudados. Hasta el momento.

¿Se creen la mejora de los mercados de esta semana? Probablemente la mayoría responderá que no. ¿Qué ha cambiado realmente? Con la vista puesta en las dos fechas clave de la próxima semana, la reunión mensual del BCE el jueves y la cumbre europea del viernes, volvemos a escuchar buenas palabras. Las más fuertes provienen del presidente francés, que alude a la necesidad de "repensar y refundar el euro". Advierte que de no tomar decisiones drásticas (más Europa) la alternativa puede ser el final del euro. Ante estas palabras, ¿cómo negar credibilidad a la posibilidad de que finalmente se alcance la deseada solución a la crisis? Pero, ¿de qué crisis hablamos? Si nos referimos a la situación límite de liquidez en los mercados, esta semana sí se han adoptado pasos importantes. La más contundente ha sido ha sido la disposición de los bancos centrales de los principales países desarrollados a dar toda la liquidez necesaria a las entidades financieras a tres meses. Y a tipos de interés más bajos.

El hecho de que el Banco Central de China haya iniciado el proceso de recortes en el coeficiente de caja y que el segundo de la Fed hable de un posible QE3, no pueden tampoco obviarse. La crisis de deuda sigue sin resolverse, pero es evidente cómo se han moderado parte de sus consecuencias negativas en los mercados. Las últimas subastas de deuda en España y Francia, el fuerte descenso de los tipos de interés de los países periféricos y del propio riesgo país son la mejor prueba de la especulación que domina el escenario. La mera determinación a tomar medidas extremas de liquidez para una situación límite, ha servido para que la tensión se modere en el mercado de deuda. Pero no ha desaparecido, pendiente de la respuesta de los políticos a la crisis del euro. Además, ya no tengo nada claro cuál sería su solución para la situación de tensión en los mercados de deuda. Salvo estar dispuesto a intervenir sin límite para bajar las primas de riesgo a niveles sustancialmente bajos. Veremos lo que dice el BCE al respecto en su reunión del jueves, más allá de un recorte de tipos y nuevas medidas de facilidad de liquidez a la banca.

¿No tienen fe en que se adopten decisiones políticas contundentes en la cumbre europea? Muchos no tendrán respuesta. El resto directamente lo negará. Solo hace falta escuchar a la canciller alemana que habla de años para solucionar los problemas del euro al mismo tiempo que rechaza tanto los eurobonos como presionar al BCE para que compre más deuda pública.

Sobre la integración fiscal, considera que la Constitución alemana rechaza que el control de los presupuestos se transfiera a Europa. ¿Qué queda? Disciplina interna y disciplina de los mercados. Volvemos de nuevo a la crisis de deuda, mientras el BCE no diga lo contrario. Pero incluso en este punto también estamos escuchando novedades. Meros rumores por el momento.

El BCE podría prestar dinero al FMI para que este pueda ayudar financieramente a los países que lo precisen. Además, al hacerlo de esta forma, los países se beneficiarían del paraguas de credibilidad que otorga la institución supranacional. ¿Y esto es positivo?, ¿qué diferencia habría con la situación de los tres países rescatados hasta el momento en el euro? Quizás algo más que matizaciones. Pero me temo que no lo suficiente para levantar suspicacias a que puede llevar una intervención de este tipo. Con todo, buen recibimiento en el mercado de cualquier medida que suponga un paso adelante para clarificar el escenario. Pero no confundan el menor pesimismo con el optimismo. Y que este último sea realmente fundado.

José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Más información

Archivado En

_
_