Euroesclavitud
Para los estándares de la eurozona, Alemania sigue siendo un refugio seguro. Pero el área en su conjunto lo sigue pareciendo menos. Y los inversores están empezando a darse cuenta de que, a pesar de sus fortalezas, Alemania está dentro. El miércoles, la oferta de bonos públicos alemanes tuvo mala suscripción -las ofertas se aceptaron por solo el 61% de la emisión de 6.000 millones de euros-. Lo usual es que sea más del 90%. Los bonos que se vendieron rindieron a un todavía cómodo 1,98%. Pero eso supuso 10 puntos básicos más que el mínimo del día, y los rendimientos subieron otros nueve puntos básicos más tarde. Por la tarde, los bonos alemanes aumentaron 24 puntos básicos más en relación con la deuda EE UU. Hasta hace solo una semana, la diferencia era parecida aunque en la dirección opuesta.
Esto está lejos de ser una alarma absoluta. Pero incluso así, es difícil negar la tendencia y fácil de explicarla. Los inversores están sacando dinero de la eurozona. El BCE informó que los inversores que no son de la eurozona fueron vendedores netos de 52.000 millones de euros de bonos de Estados miembros en el tercer trimestre, tras haber comprado 130.000 millones en el segundo.
El objetivo de rechazar todo lo relacionado con el euro es mantenerse al margen de un posible colapso del euro. No importa que el éxodo haga más probable ese colapso: cuando los inversores quieren salir, corren primero para hacer después las preguntas complicadas, si acaso. Y Alemania sufriría con una ruptura del euro. Mientras que el país podría ser un éxito económico con su propia moneda, una ruptura del euro desordenada destrozaría tanto el sistema financiero como el negocio exportador del principal acreedor y exportador de la zona. Las autoridades europeas ya han desperdiciado muchas oportunidades para calmar a los inversores. Un posible movimiento -al que hasta ahora se ha resistido Berlín- es que la eurozona garantice colectivamente los bonos emitidos por sus miembros. Incluso aunque eso podría diluir un poco el fuerte crédito de Alemania. La débil subasta de bonos alemanes es una señal para que los políticos y el banco central de la región terminen de pelearse.
Por Edward Hadas