_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Crisis: episodio V

José Carlos Díez

El ciclo político ya ha cambiado y ya tenemos nuevo Gobierno, pero el ciclo económico sigue su curso. El debate sigue centrado en el activo de la economía y su potencial de crecimiento, pero el problema está en el pasivo y nuestra estructura de financiación. España sigue siendo el país de la eurozona que más empleos ha creado desde la creación de la moneda única en 1999. Nuestras exportaciones han sido las que más han crecido, junto a Alemania, desde 2009 y nuestro sector turístico ha tenido un récord histórico de visitantes en 2011 y sigue siendo el líder mundial en pernoctaciones turísticas.

El problema es nuestro endeudamiento, especialmente externo. En 1995, después de la anterior recesión, nuestra economía tan solo tenía financiación en bonos en manos de no residentes y todo era deuda pública y ahora tiene el 70% del PIB y la mayor parte es deuda privada, sobre todo bancaria. Por esta razón la comparación con la salida de la crisis anterior no es valida y las medidas adoptadas tampoco.

El análisis de liquidez de España SA impresiona. Según el Banco de España, el Tesoro tiene 35.000 millones de letras a corto plazo en manos de no residentes y las empresas y familias otros 35.000 millones. Ambas posiciones podrán financiarse a pesar de la tensión en los mercados. Sin embargo, las entidades financieras tienen 435.000 millones de financiación a corto plazo con no residentes. Adicionalmente a la banca española le vencen 130.000 millones en bonos a largo plazo en 2012, buena parte también con no residentes. O sea, en 2012 nuestro sistema bancario tiene que refinanciar alrededor del 50% del PIB en los mercados internacionales. Si no conseguimos captar toda esa cantidad, la diferencia se traducirá en menor crédito para empresas y familias.

Este es el principal problema de nuestra economía desde 2007 y la evidencia de los tres países intervenidos no es muy optimista, ya que ni los cambios de Gobierno ni la intervención de la troika consiguen que el país retorne a financiarse a los mercados y frenar la restricción de crédito. Por lo tanto, la estrategia española debe seguir siendo evitar a toda costa la intervención.

El Tesoro público cuenta con un colchón holgado de liquidez y no tiene que afrontar el pago de vencimientos de bonos hasta abril, por lo tanto hay mucho margen para aguantar la tensión que padecemos en los mercados. Los inversores internacionales han aumentado su aversión al riesgo, pero siguen siendo los principales tenedores de nuestra deuda pública. El nuevo Gobierno tendrá que seguir mandando señales a los inversores para reducir sus dudas, pero sobre todo hay que evitar espantarlos.

Para conseguirlo, hay que culminar la agenda reformista, continuar la consolidación fiscal y avanzar en la reestructuración de nuestro sistema bancario, especialmente en las entidades intervenidas por el FROB, pero también en las que acudieron a las ayudas en el 2010. El nuevo Gobierno tiene la legitimidad para marcar la hoja de ruta, pero manteniendo los tres pilares del Gobierno anterior como eje de su política económica. La clave es acertar en la dosis que la economía puede aguantar.

En 2010 y 2011 las exportaciones evitaron que nuestra economía entrara de nuevo en recesión, pero las perspectivas para nuestras exportaciones en 2012 no son tan halagüeñas. En este escenario, mantener ajustes tan intensos del gasto público será claramente recesivo y aumentarán las dudas sobre nuestra capacidad de pago. En las reformas se han aprobado las leyes, pero quedan los reglamentos. Hay que pensar que los ojos de los inversores internacionales serán los de sus medios de comunicación e imágenes de conflictividad las asociarán inmediatamente a Grecia. También hay que ser cuidadosos con los planes de reestructuración bancaria o nos asociarán con Irlanda.

La crisis ya ha dejado de ser de deuda periférica y ha pasado a ser del euro. Francia ya se ha visto afectada y en breve el contagio llegará a Alemania. Por esta razón, habrá reacción europea, ya que sin ella, especialmente sin la acción decidida del Banco Central Europeo, no hay solución. El nuevo Gobierno debe marcar un objetivo a medio plazo, pero la incertidumbre es tan elevada que deberá ser flexible para ir eligiendo el camino más adecuado en cada momento. En esta situación, lo mejor suele ser enemigo de lo bueno. La situación es compleja, pero no es la primera vez que la sociedad española afronta retos tan profundos y siempre los ha resuelto con éxito. Por ello, conviene seguir el consejo de Heródoto: "Tu estado de ánimo es tu destino"

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

Archivado En

_
_