Cuidado con la intensidad del recorte presupuestario
En el año 2007 España registró un superávit fiscal primario, antes del pago de los intereses de la deuda pública, del 3% del PIB y en 2009 un déficit primario del 10% del PIB. La variación de debió, a partes iguales, por la caída de ingresos y por el mayor gasto, ya que el PIB nominal fue el mismo en 2009 que en 2007. La mitad de ese incremento del gasto se explica por el aumento de la prestación por desempleo, asociada a la destrucción de dos millones de puestos de trabajo. El resto se debe a medidas discrecionales del Gobierno en planes de estímulo.
El cualquier caso, el mayor drama se registró en los ingresos. El Gobierno anticipó devoluciones de IVA para aliviar los problemas de liquidez de las empresas y dio un cheque fiscal de 400 euros a los trabajadores. Aun así, casi cuatro puntos de caída de ingresos se perdieron por el retroceso de la actividad. Especialmente dramática fue la caída de la recaudación ligada al boom residencial: venta de suelo, licencias de obra, ventas de viviendas, formalización de hipotecas, etcétera.
Desde 2009, el Estado ha reducido el déficit primario hasta aproximadamente el 5% en 2011, sin duda una consolidación fiscal sin precedentes no solo en nuestro país sino en el conjunto de la OCDE. El ajuste ha sido con una combinación de subida de impuestos, recorte de gastos y ligero crecimiento del PIB nominal. Para no perder el sentido de la magnitud nuestro esfuerzo de consolidación dobla el registrado en Estados Unidos, Francia o Alemania y supera al de Reino Unido. El ajuste ha mantenido a nuestra demanda interna en recesión pero la economía ha podido iniciar una recuperación gracias al extraordinario comportamiento de nuestras exportaciones de bienes y servicios, especialmente turísticos.
El problema de la economía española no es de potencial de crecimiento, como demuestran nuestras exportaciones, es de acceso a la financiación internacional. En 2012 vencen 130.000 millones de bonos bancarios, el 13% del PIB, la mayoría en manos de inversores internacionales. El porcentaje de esos bonos que se puedan refinanciar determinarán la intensidad de la restricción de crédito el próximo año y por ende el crecimiento, la creación de empleo y la tasa de paro. En este escenario la política económica debe estar dirigida a facilitar la refinanciación de dichos vencimientos.
La clave es que Europa solucione la crisis griega y el contagio. En clave doméstica el nuevo Gobierno tendrá que adaptar la política económica a estas complejas circunstancias.
Pero es clave entender la psicología de los inversores con el fin de facilitar la renovación de dichos vencimientos. Si las exportaciones pierden fuelle y la economía entra en recesión, los inversores aumentarán sus dudas sobre nuestra capacidad de pago, aumentará la prima de riesgo, tendremos más dificultades para refinanciar los vencimientos y la restricción de crédito profundizará la recesión.
Un nuevo escenario
En estos momentos es necesario que el cirujano mantenga la calma, que no falle en el diagnóstico y sobre todo con el tratamiento. La clave es acertar con la intensidad de austeridad ya que la dosis actual está provocando graves contraindicaciones. El escenario ha cambiado radicalmente en Europa desde el pasado julio.
Ante el riesgo de recesión económica, hay una solución tan sencilla como retrasar un año, hasta 2013, nuestro compromiso de llegar al 4,4% de déficit. De momento, de los dos candidatos con opciones de ganar, Rubalcaba ya ha adaptado su relato al nuevo escenario mientras que Rajoy, fiel a sus principios, medita para precipitarse. El problema es que lo peor que le puede pasar a un estratega es que el tiempo le desborde. Entonces cualquier plan es ineficaz.