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Columna
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Draghi toma el mando

José Carlos Díez

Hoy se reúne el consejo del BCE y Mario Draghi se estrena como presidente. Es cierto que ya formaba parte del consejo y es corresponsable de los errores cometidos desde 2007 pero, como hizo Bernanke en 2007, desde su primera reunión debe marcar su estrategia. El consejo es un órgano muy complicado pero Draghi debe liderarlo y no tiene un minuto que perder, la herencia que recibe es un desastre.

La situación en Grecia va camino del caos y hay que evitarlo a toda costa. Papandreu, a su vuelta de Bruselas, tuvo una rebelión interna y nos enteramos de que no tenía el apoyo de su partido para aprobar el nuevo plan. Como plan B se ha inventado un referéndum que es como la ruleta rusa, ya que la bala islandesa con salida del euro incluida es una opción. Ha conseguido que su Consejo de Ministros apruebe su propuesta de referéndum que no será antes de Navidades, pero su vida hasta entonces será una carrera de obstáculos, empezando mañana por una moción de confianza. Lamentablemente y como era de esperar, todo en Grecia empieza a recordar a las crisis de Iberoamérica de los noventa, hasta los cambios sorpresa en la cúpula militar. La estrategia europea ha sido desastrosa y el BCE ha sido corresponsable al pedir voluntariamente participar en la troika. El BCE es la imagen del euro ante los ciudadanos y se ha dedicado a malgastar su autoritas en Grecia con un fracaso estrepitoso. Al igual que los latinoamericanos odiaban al FMI, los griegos odian al BCE. ¿Imaginan que van a votar en un referéndum sobre su continuidad en el euro? Cómo se formule la pregunta será clave, pero la incertidumbre es máxima.

Recientemente participé en un seminario con exministros de Economía iberoamericanos en el que contaban sus experiencias en gestión de crisis financieras. Como en el cáncer, es clave la detección precoz y una intervención rápida. La responsabilidad de la crisis es compartida entre deudores y acreedores, unos por sobreendeudarse y otros por financiarlo. Por lo tanto, no es posible resolver una crisis de deuda con lo políticamente correcto. En Europa hemos incumplido todas las premisas. Los europeos llevamos dos años superados por la realidad, los alemanes han intentado que todo el ajuste caiga sobre el deudor y el acreedor privado para proteger a los contribuyentes alemanes y todavía seguimos con esa milonga de que la reestructuración será voluntaria. El riesgo ahora es que los griegos elijan el camino islandés y entonces el contribuyente alemán tendrá que asumir una quita del 100% de sus deudas. El problema es que la metástasis ya se ha expandido por todo el sistema financiero mundial. La deuda pública italiana, 1,8 billones de euros, está a punto de colapsar y un plan de rescate no es viable. MF Global, un bróker preferente de la Fed, ha quebrado, ha parado sus liquidaciones y el fantasma de Lehman Brothers vuelve a amenazar la economía global.

Mañana en el G-20 debe haber un plan global. Hay que reducir el servicio de intereses de la deuda griega del 7% del PIB al 3% en 2012. Parte de ese dinero debe ir en un plan Marshall para sacar al país de la recesión. Si Grecia no crece, no paga. El BCE debe anunciar hoy mismo un plan de compra de deuda de 200.000 millones de euros, pública y bancaria, para evitar el temor a un efecto contagio. Además, hay que cambiar la política fiscal restrictiva mundial. Hay que conseguir que sea expansiva o al menos neutral y cada país deberá asumir su responsabilidad en función de su margen de maniobra. La política monetaria en una trampa de la liquidez bancaria es eficaz para acabar con la deflación de activos, pero no para reactivar la economía real.

Los alemanes saldrán con su fobia a la inflación pero alguien les tiene que explicar que el camino deflacionista por el que les lleva su líder solo les lleva al desastre. Con esos 200.000 millones el BCE tendría un 8% del PIB europeo y aún seguiría muy por debajo del 13% de la Reserva Federal o del 18% del Banco de Inglaterra. En 2008 no había evidencia empírica de los efectos de las medidas cuantitativas. Ahora ya sabemos que han conseguido evitar la deflación, pero el riesgo de inflación ni está ni se le espera. Y en el protocolo de intervención quirúrgica es fundamental mantener la calma.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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