Si la deuda deja de ser activo sin riesgo, la banca dará menos crédito
Elemental: si la banca deja de comprar la deuda pública, los Tesoros deberán colocársela a los ciudadanos, deberán abonar una sobre prima y absorberán recursos que deberían estar dispuestos para la actividad privada productiva. Hasta la banca, si compra deuda, exigirá tipos más altos, ya que su provisión será muy costosa, y subirá los tipos de los activos.
Ya es bastante paradójico que la banca tenga que recapitalizarse para cubrir los riesgos de su cartera de deuda soberana, y que en muchos casos tenga que hacerlo con recursos públicos que sólo se obtienen emitiendo más deuda. Capitalizar contra el riesgo de la deuda con más deuda: esa será la solución a la que están abocados varios bancos con mucha exposición a las carteras de títulos soberanos de países rescatados y con primas de riesgo elevadas, como la italiana, belga o española. Pero lo que es inevitable si se produce tal ejercicio es que el crédito al sector privado caerá y será más caro por varios motivos.
En primero lugar, excluir la deuda soberana de los activos sin riesgo (ahora tiene riesgo, y mucho en algunos casos como demuestra el mercado) supone que la banca deberá hacer provisiones por él que en algunos casos, como se está planteando para España, supera el de una morosidad tradicional elevada. Si se aplica un descuento a los títulos españoles del 20% (lo último habla de solo el 5%), la provisión a establecer para cubrir plenamente el riesgo es descomunal. Con tales aportaciones de capital, la rentabilidad bancaria descendería de tal manera que sólo podría ser compensada con un incremento del precio del resto de los créditos (la deuda pública es, a fin de cuentas, un crédito también) significativo.
Pero seguramente el primer efecto de una decisión como esa sería que la banca repudiaría la deuda pública, dejaría de comprarla. Y en tal caso, el Estado deberá buscarse otro postor, que no puede ser otro que el ahorro de los particulares, al que tendría que estimular con tipos más altos para colocar las emisiones. En tal caso, estaría sobrepagando una prima que terminaría siendo atractiva, pero tan eleveda que desincentivaría la apuesta del dinero privado por otra inversión que no fuese deuda pública. El crawding out estaría servido, y el crecimiento económico se resentiría notablemente.