Jaqueca bancaria
El impulso para recapitalizar la banca europea se está convirtiendo en un problema familiar. Mientras que aumentar las reservas de capital es un paso clave para restaurar la confianza de la eurozona, las instituciones privadas prefieren eludir el coste. Es un problema que los Gobiernos podrían superar si no se enfrentaran con el mismo dilema.
Preguntados sobre cómo restaurar la fe en el sistema bancario europeo, muchos banqueros admiten que los ratios de capital deberían mejorarse, pero insisten que ellos están bien así.
Un modo de conducta que no sorprendería a Marcur Olson, el economista estadounidense que exploró la dinámica del comportamiento en su libro de 1965 La lógica de la acción colectiva. Olson mostró el motivo por el que los individuos son reticentes a actuar conjuntamente incluso cuando es en interés de todos. Un sistema financiero estable que beneficie a todos es lo que los economistas llaman un bien público. Pero cada banco prefiere que otros carguen con los costes. En jerga económica, son oportunistas.
En los manuales de economía, este es el tipo de problema que se resuelve normalmente con la intervención pública. En la eurozona, sin embargo, los Gobiernos sufren una afección similar. A todos los países les gustaría terminar con la crisis, pero con una carga mínima para sus contribuyentes. De ahí que David Cameron, primer ministro británico, inste a los líderes europeos a hacerse con un "gran bazuca", pero al mismo tiempo sostiene que no tendrá que poner más efectivo en el Royal Bank of Scotland.
Los reguladores han intentado nivelar el campo de juego, pero cuando se trata de aumentar los ratios de capital siguen siendo agentes de los Gobiernos, que son quienes mueven los hilos. Esto limita su capacidad para trabajar juntos -basta con ver los patéticos intentos para coordinar las pruebas de estrés-.
Los países son más propensos que los bancos a dejar de lado sus intereses -unos pocos de entre ellos deberían facilitar la cooperación-. Incluso así, podría ser necesaria una grave crisis para puedan superar el poderoso impulso de disfrutar del hecho de ser un oportunista.