Un agosto muy complicado
Los últimos datos apuntan a que la desaceleración de la economía empeora.
El pasado 20 de junio en estas páginas defendía que con los datos en la mano en ese momento el escenario más probable que manejaba, desde un punto de vista económico, era el de una ralentización pero no el de una recesión. La derivada a nivel de carteras de inversión para ambos escenarios es diferente ya que las implicaciones en el previsible comportamiento de los activos de riesgo (Bolsa, crédito, etc.) son también muy diferentes. Poco más de seis semanas después, sin embargo, la batería de datos e indicadores macro publicados ha puesto de manifiesto que la desaceleración de la economía, no solo norteamericana sino global, es más persistente y pronunciada de lo que el consenso del mercado o yo mismo esperaba.
Entre algunos de estos indicadores cabe destacar los decepcionantes datos del PIB norteamericano, su componente de consumo interno (más del 70% del PIB) y la persistencia de los flojos datos de empleo del sector privado. En cuanto al PIB no solo hemos conocido otro flojo y peor de lo esperado dato para el segundo trimestre (1,3% anualizado) sino que la severa revisión a la baja del dato del primer trimestre lo ha dejado en un 0,4%, apenas escapando la contracción. El dato del consumo se quedó al mismísimo borde de la contracción (0,1%), lo que es indicativo de las dificultades por la que están atravesando los consumidores estadounidenses. Por último, tras meses de datos de empleo esperanzadores, la primavera pasada se inició un deterioro que en las últimas semanas no ha hecho más que reforzarse.
Existe además un factor adicional de preocupación que no es otro que la desaceleración se extiende de manera básicamente global. Ello es especialmente evidente a través de los indicadores PMI, datos agregados de encuestas de actividad para el sector manufacturero y servicios. El deterioro de estos indicadores se extiende por Europa (afectando a la mismísima Alemania), Estados Unidos y economías emergentes claves como China e India. El deterioro es además pronunciado con componentes del índice en determinados países como nuevos pedidos por debajo de 50 puntos, nivel que marca el límite entre expansión y contracción. Una de las consecuencias de su difusión global es la ausencia de motores o fuentes que puedan tirar del resto de economías en dificultades.
¿Se traduce lo arriba expuesto en que una recesión global es inminente? Pues bien, los datos siguen sin ser lo suficientemente negativos en términos de calibre, persistencia y extensión como para poder decir y temer que una recesión esté a punto de comenzar. De hecho, algunos indicadores han mostrado una mejor cara durante las últimas semanas aunque muy lejos de ser suficiente como para tener la esperanza de que la deseada y anunciada re aceleración de la economía vaya a materializarse en los próximos trimestres. De hecho la persistencia de la desaceleración significa que la segunda parte del año probablemente mostrará también débiles datos de crecimiento, algo que los mercados no esperaban.
Y sabemos que son los cambios en las expectativas más que la materialización de las mismas lo que guía a los mercados. Por ello, la apertura de una nueva expectativa de una pronunciada y extendida desaceleración respecto a una desaceleración cíclica clásica, como por ejemplo la de la primavera de 2010, puede tener consecuencias negativas para los principales activos de riesgo. Como comentaba en junio, una corrección en bolsa asociada a una desaceleración clásica (los soft patch) suele moverse en un rango alrededor del 10% pero algo más serio, como lo que parece en que nos encontramos, puede llevar asociada correcciones más severas alrededor del 20%.
El lector se preguntará cómo se puede combatir este escenario y la respuesta es que afortunadamente el extenso mundo de los fondos de inversión nos proporciona bastantes posibilidades. Les sugeriré algunas. La primera y es fondos de deuda pública de primerísima calidad (los rendimientos pueden bajar aún más). A mayor volatilidad de los mercados otra respuesta son fondos que invierten o gestionan los cambios de volatilidad en los mismos y otro clásico como el oro. En un mundo en crisis permanente por la deuda y los desequilibrios fiscales existen países donde tanto gobiernos como empresas disfrutan de posiciones saneadas y en algún caso puntual casi parecen inmunes a la desaceleración global. Son los países asiáticos desarrollados como Corea, Hong Kong, Singapur, etc. y existe algún fondo que invierte solo en deuda de estos países. Por último, si uno maneja un escenario donde los actos finales de este drama de la deuda de la zona euro que estamos viviendo en España son inminentes, tener una exposición determinada a divisas diferentes al euro puede ayudar a estabilizar la cartera y porque no, a extraer alguna rentabilidad. Descansen ahora, porque se anticipan curvas a la vuelta del verano.
Juan Manuel Vicente Casadevall, EAFI Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero
Activos que llevan riesgo
Tradicionalmente se consideran activos de riesgo clásicos la renta variable, la deuda emitida por empresas privadas o productos alternativos como son las materias primas o los contratos por derivados, futuros y opciones.La deuda pública también es un activo de riesgo, especialmente cuando los vencimientos son largos o la calidad crediticia del Estado emisor empeora, como ha quedado evidenciado en los últimos meses.En el gráfico incluido en la página se observa la evolución de otros activos de riesgo (medidos mediante los índices de fondos de Lipper) que, sin embargo, pueden funcionar en el complicado escenario actual.