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Columna
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Creciendo al 1%

José Carlos Díez

El INE acaba de publicar su primer avance del PIB del primer trimestre y la economía creció un 0,3% trimestral y un 0,8% anual. La tasa trimestral anualizada crece al 1-1,5% por lo que la inercia es de aceleración y la tasa interanual seguirá aumentando en los próximos trimestres. Comenzando el año al 0,8% anual y con inercia de aceleración parece muy poco probable que se cumpla la previsión del consenso de economistas, por lo que cuando se publique el dato desagregado de nuevo veremos revisiones al alza de las previsiones.

Con los temores de que la quita de Grecia se precipite, para España era clave mantener el crecimiento pero si además es superando las expectativas sin duda ayuda a explicar que nuestro diferencial vaya en el vagón de Italia y Bélgica y se haya desacoplado del de los países intervenidos. En el último año la crisis financiera ha sido equivalente a una política monetaria contractiva, poniendo palos en las ruedas para el crecimiento. El efecto más intuitivo es el aumento de tipos de interés que padecieron nuestras entidades financieras y nuestras empresas el pasado año. El problema es que dentro de una unión monetaria una economía que sufre una crisis financiera y una fuga de capitales tiene los efectos equivalentes que en el patrón oro a la pérdida de reservas e intensifica la restricción de crédito y los efectos deflacionistas. Dentro del euro tenemos acceso ilimitado a la financiación del BCE y eso mitiga los efectos pero no los elimina por lo que el crecimiento del año pasado es muy meritorio.

Es aún más meritorio si tenemos en cuenta que para recuperar la confianza de los inversores y mitigar los efectos de la fuga de capitales, nuestro Gobierno ha tenido que acometer el plan de consolidación fiscal más intenso de la historia de nuestra Democracia. El análisis comparado nos dice que los tres países intervenidos han entrado en recesión. La economía italiana está prácticamente estancada desde el pasado verano e incluso el Reino Unido fuera del euro, con su banco central monetizando su deuda pública, sin fuga de capitales y con una devaluación de la libra del 25%, tan solo la consolidación presupuestaria ha estancado la economía.

En España además tenemos que digerir los excesos residenciales de la última década, lo cual aumenta el número de perturbaciones que amenazan nuestro crecimiento. Para poner aún más viento en contra el precio del crudo ha aumentado un 30%, aunque esta ha sido una perturbación simétrica para todos los miembros de la eurozona.

¿Qué ha permitido compensar todas estas perturbaciones y aún así crecer al 1%? La cuadratura del círculo la explica que el PIB privado excluyendo construcción crece a tasas próximas del 3% anualizado por lo que ya ha recuperado su crecimiento potencial. El consumo está débil, mermado por la destrucción de empleo, la estabilidad salarial y el aumento de los precios de la gasolina y los alimentos pero las ventas de coches crecieron en el primer trimestre próximas al 15% anualizado por lo que compensarán esos efectos. Por lo tanto, el crecimiento viene explicado por las exportaciones y la inversión en equipo de sectores exportadores que hace tiempo que agotaron su capacidad instalada y que han tenido que perder el miedo a la recesión o se arriesgaban a perder cuota de mercado.

La crisis ha tenido efectos devastadores sobre la tasa de paro pero ha activado los mecanismos de destrucción creativa propios de una economía capitalista. Nuestra productividad por ocupado ha explotado y supera en diez puntos el promedio europeo. La estabilidad salarial ha permitido recomponer márgenes. Nuestras empresas se defendieron de la competencia de los nuevos entrantes con salarios bajos diferenciando su producto. Además, la debilidad de demanda interna ha forzado a buscar en el exterior la rentabilidad del capital y nos aprovechamos de un mundo que crece a tasas similares a las de antes de la Gran Recesión.

Las perspectivas de exportación y turismo son excepcionalmente positivas y permitirán mantener el crecimiento y traerán la ansiada creación de empleo este verano. No obstante, urge acabar con la reforma de la negociación colectiva, cumplir nuestro compromiso de déficit del 6% este año y resolver los flecos pendientes de la reestructuración de nuestro sistema bancario. Esta es la cuádruple vacuna que nos inmunizará del contagio de la crisis de la deuda europea y que actuará como una política monetaria expansiva.

Una vez más la evidencia se empeña en demostrar que la única forma de acertar con nuestro Pura sangre es apostar a ganador. Ánimo, podemos.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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