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Columna
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La próxima vez, un descafeinado

La compra con exceso de cafeína de las marcas de Dunkin puede aún calmar los nervios de sus inversores. Es lo que buscaban Bain Capital, Carlyle Group y Thomas H. Lee Partners cuando compraron 2.400 millones de dólares de la compañía de donuts hace cinco años. Pero ahora que Dunkin está en mejor forma, y está echando barriga de manera adecuada por todo el mundo, el trío propietario puede estar en posición para engordar sus billeteras.

La compañía puede haber estirado el balance, pero ha evaluado bien el apetito de los consumidores. La mayor venta de café de Dunkin y de helado de Baskin-Robbins en EE UU y en el extranjero ha ayudado a la empresa a capear la crisis mejor que rivales como Starbucks. Desde la compra en 2006, su Ebitda crece a un 10% anual.

Eso ha puesto a la empresa en mejores condiciones para una OPV. Aunque arrastra ahora más deuda -unos 1.750 millones de dólares- que cuando fue adquirida, con un Ebitda mejorado, el apalancamiento es fácilmente digerible.

Aún mejor, Dunkin puede ofrecer todavía una historia de crecimiento para los nuevos inversores. Hay espacio para ampliar las ventas de café en el noroeste de EE UU y la popularidad de Baskin-Robbins en Corea y Japón le augura éxito en China. Además, el modelo de franquicia le proporciona una protección natural contra el aumento de las materias primas.

El precio original implica una inversión de capital de 830 millones de dólares. Suponga que Dunkin obtiene 10 veces el Ebitda, eso representaría un valor de 2.900 millones, con la parte de capital por valor de más de 1.100 millones. Añada a eso el pago en dividendo de 500 millones y el trío propietario habrá duplicado su dinero. Para un negocio que parecía carecer de salud, es una vuelta sana y sorprendente.

Lisa Lee

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