Atenas insiste en descartar una reestructuración de su deuda
El ministro de finanzas heleno, George Papaconstantinou, ha insistido hoy en que su país no va a llevar a cabo una reestructuración de su deuda ya que "causaría grandes pérdidas a los bonistas, impidiendo el acceso de Grecia a los mercados internacionales durante al menos una década".
"Una reestructuración de deuda sería un gran error que lejos de suponer beneficio causaría un tremendo coste", ha declarado Papaconstantinou en una entrevista concedida a la cadena Net TV. Además, el político heleno ha insistido en que tomar una medida de este tipo tendría consecuencias durante "los próximos 10 o 15 años", periodo durante el cual su país estaría vetado en los mercados internacionales de bonos.
Hace un año Grecia recibió 110.000 millones de euros en préstamos bilaterales concedido por el fondo de rescate de la UE y el FMI. Estos créditos bilaterales expiran en 2012, un plazo que se fijo ante las perspectivas de que en 2013 el país heleno pudiese obtener financiación en los mercados a preciso normalizados. Este escenario no se ha cumplido y hoy es el día en que el país mediterráneo se ve obligado un 15,5% de interés por colocar bonos a diez años o un 25% por títulos a 24 meses. Esto ha causado que más de la mitad del endeudamiento heleno sea destinado a pagar el coste cada vez más elevado de colocar sus títulos en el mercado.
Con el objetivo de aliviar esta situación, los líderes europeos acordaron en marzo que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF en sus siglas en inglés) pudiese comprar bonos en el mercado primario, es decir directamente a los estados. Según ha declarado Papaconstantinou, esta medida se tomó principalmente para ayudar a Grecia a reducir su endeudamiento, algo que por el momento no se ha podido conseguir.
Necesidades de financiación
Durante 2011 las necesidades de financiación de Grecia son de 58.000 millones de euros a los que hay que sumar los 66.000 millones adicionales que requerirá en 2012. Unas necesidades que deben ser cubiertas por los inversores, o en su defecto por Bruselas. En el primer caso el coste sería totalmente desmesurado y en el segundo sería necesaria la ampliación del fondo de rescate, posibilidad que Alemania ya ha anticipado que rechaza. Esto ha hecho que las voces que hablan de reestructuración sean cada vez más fuertes, aunque la posibilidad que se plantea es la de un alargamiento de los plazos en vez de una quita en el principal de la inversión.