Deutsche confía en su capital
Deutsche Bank necesita seguir cumpliendo con el capital. Un sorprendente dinamismo de su banca minorista aumentó las ratios de la entidad financiera alemana en el primer trimestre. Aunque aún le queda un largo camino por recorrer para adaptarse a las nuevas reglas de Basilea III.
El rendimiento en los tres primeros meses del año fue impresionante. Los ingresos netos de 2.100 millones de euros marcaron el mejor trimestre de su historia. Los activos ponderados por riesgo fueron un 5% menores que a finales del año pasado. Y como resultado, el core Tier 1 aumentó 90 puntos básicos, hasta 9,6%.
Con todo, al banco le queda aún mucho por hacer para cumplir con los requisitos de Basilea III. La entidad espera que su core Tier 1 implementados los criterios de Basilea III se sitúe por encima del 8% para principios de 2013. Eso está por encima del mínimo del 7% establecido por los reguladores, pero es menor que la mayor parte de la competencia. Los analistas de Mediobanca estiman que otros bancos de inversión alcancen un promedio del 9,5% en sus core Tier 1 para ese mismo periodo. Por otra parte, la entidad no tendrá mucha libertad de movimientos si el G-20 sigue adelante con sus planes de imponer un margen de capital adicional a bancos de importancia sistémica.
Deutsche no tiene necesidad de acciones drásticas. Sus operaciones en renta fija y variable van bien. La entidad puede seguir reordenando su balance deshaciéndose de activos de bajo rendimiento que consumen capital pero contribuyen poco a las ganancias. Y por otra parte, el balance parece no preocupar a los acreedores: sus costes de financiación siguen bajos.
El principal obstáculo está en el precio de las acciones, maltrecho por la reciente decisión del banco de pedir a los accionistas autorización para emitir hasta un 50% de su capital social actual. Aunque las acciones aumentaron ayer por la mañana, lo que es buena señal, Deutsche necesitará unos pocos trimestres más parecidos a este antes de que estar completamente fuera de peligro.
P. Thal Larsen y M. Doyle