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Tribuna
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Comienza el ciclo de subidas

El BCE ha subido su tipo de intervención en un 0,25%. La justificación oficial de la subida es que el repunte de la inflación en la eurozona (2,3% en febrero) está por encima del objetivo de estabilidad del 2%. Pero esta subida de los precios de la eurozona no es producto de una situación de inflación, o subida generalizada de precios, ya que la misma se explica, por un lado, por las subidas del petróleo y de las materias primas agrarias, lo que se denomina una subida de los precios relativos, y por el otro, por las subidas impositivas derivadas de los ajustes fiscales.

De esta forma, las previsiones de inflación de la eurozona para el año que viene ya estaban por debajo del 2%. Con lo que estrictamente hablando, la subida de tipos, más que luchar contra la inflación prevista, lo que hace es actuar de forma preventiva, se dice vigilante, para evitar hipotéticos efectos de segunda ronda, lo que vulgarmente se llaman espirales de precios y salarios. Parece que no tiene en cuenta los efectos deflacionarios del viraje de la política fiscal hacia la consolidación tras la crisis de la deuda, ni lo que supone la fortaleza del euro, circunstancias ambas que posiblemente debieran ponderarse con total prudencia, para que la restricción no sea excesiva o, lo que es lo mismo, que el efecto de controlar los precios lo que verdaderamente conlleve sea el freno procíciclo del crecimiento.

La verdadera razón por la que se suben los tipos es la necesidad de normalizar una política monetaria que técnicamente era ultraexpansiva y anómala, al estar los tipos de interés reales en niveles negativos, es lo que se denomina acomodar la política monetaria. Es una señal de vuelta a la ortodoxia guiada a recuperar la posible pérdida de reputación y credibilidad, que medidas como la compra de deuda, ha podido suponer para nuestra autoridad monetaria. Por vez primera el BCE se ha adelantado a la Reserva Federal, que hasta ahora siempre le precedía en los movimientos, y donde se prevé que los tipos sigan bajos en los próximos meses, de la mano de un Bernanke temeroso de repetir crisis pasadas. Esperemos que la medida no sea consecuencia de la próxima sucesión de Trichet, en la que Alemania tiene mucho que decir, y en la que los posibles aspirantes no quieran autoexcluirse, por ser tildados de vulnerables palomas en vez de acerados halcones.

Los mercados descuentan una subida hasta el entorno del 2%, tal y como refleja la cotización del euríbor a un año, que en el fondo está anticipando los efectos de la subida. El ciclo de subidas ha comenzado, la duda ahora es el ritmo, posiblemente, en junio, vendrá otro ajuste, y es posible que hasta fin de año no se produzca ninguna adicional. Esto es lo que está detrás de las siempre escrutables palabras de Trichet, cuando decía ayer que "esta subida no tiene que ser necesariamente la primera de una larga serie", esperamos que así sea.

Por un lado, porque todavía no se ha culminado el saneamiento del sistema financiero en la eurozona, y este endurecimiento supone una dificultad añadida. De hecho, no sabemos si para compensar, hace semanas se prorrogaron hasta el 30 de junio, de momento, la vigencia de los mecanismos extraordinarios de provisión de liquidez. Por el otro, porque la recuperación todavía no está asentada, y los países periféricos están en estancamiento, con lo que los riesgos de vuelta a la recesión no son nada desdeñables. Ya nadie se acuerda, pero en el año 2008, cuando se produjo la última subida anterior, el BCE se equivocó, y tuvo que echar marcha atrás, para no alimentar aún más la crisis. Esperamos que no suceda ahora igual.

Para España la subida es especialmente inoportuna. Por un lado, porque estamos muy endeudados, y por tanto tendremos que hacer una transferencia mayor de recursos al exterior. Por el otro, porque nuestra situación de estancamiento, de actividad prácticamente nula, no tiene margen alguno para asimilar la pérdida de crecimiento. Lo único bueno, es que las presiones para hacer reformas estructurales son si cabe aún mayores, ya que la única forma de impulsar el crecimiento en un contexto de ajustes de demanda monetarios y fiscales, está en el lado de la oferta, por la vía de la liberalización del mercado laboral o de reducción de la fiscalidad empresarial (cotizaciones sociales e impuesto sobre sociedades).

María Luisa Recio / Gregorio Izquierdo, profesora de economía de la URJC y director de estudios del IEE

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