"Hemos reproducido en Madrid la organización que teníamos en Trípoli"
El ejecutivo de Repsol sostiene que no habrá escasez de petróleo y que el precio dependerá de si el conflicto se extiende a Arabia, si el BCE sube los tipos y si hay una carrera por invertir en futuros.
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y Técnico Comercial y Economista del Estado, Nemesio Fernández-Cuesta ha sido el artífice del gran salto de Repsol YPF en el área de exploración y producción (upstream), de la que es director general. El que fuera secretario de Estado de Energía con el Gobierno del PP, explica la situación de Repsol en Libia y los escenarios que la compañía maneja ante el conflicto, así como los factores que podrían propiciar una subida de los precios del crudo. También el gran éxito de la alianza sellada con la china Sinopec, que adquirió a finales del año pasado un 40% de la filial brasileña de Repsol y despejó su ambicioso plan de inversiones en el país carioca.
¿Cuál es la situación del personal de Repsol en Libia? ¿Se mantiene la producción a la mitad como se dijo hace unos días?
Empezando por las personas, que son lo más importante, ya han vuelto todas las que tenían que volver, incluidas las que trabajaban para nuestra empresa contratista. En cuanto a la producción, las noticias son un poco confusas, pero se mantiene. El crudo se lleva desde los pozos a los tanques de nuestras instalaciones y, después, a través de un oleoducto, se transporta hasta la costa, concretamente, a la refinería de Zabia. Desde ella se cargan los buques. De momento, lo que sabemos es que los tanques de la refinería están llenos, que los del campo también lo están y que solo estamos produciendo lo que consume la refinería, en la que teníamos un petrolero pendiente de entrar a cargar. En definitiva, todas las instalaciones están en perfecto estado de funcionamiento y, de momento, lo que está fallando es la capacidad de evacuación de petróleo. En cuanto a NOC compañía estatal libia con la que Repsol comparte los proyectos, la gente va por la mañana y sigue funcionando. La zona sur del país está absolutamente tranquila y se espera a que en la franja costera, que es donde está la población, se resuelva el conflicto en un sentido o en otro.
¿Qué representa el país norteafricano para Repsol?
Antes de la crisis, producíamos 340.000 barriles al día, a través de una sociedad que es propiedad en un 51% de la compañía nacional libia y el resto, de Repsol, que es la operadora. De esa producción, 40.000 barriles nos los llevamos netos. Esto representa un 14% de toda nuestra producción mundial, que suma 345.000 barriles al día.
¿Tienen ya alguna previsión de cómo va a afectar el conflicto a la cuenta de resultados?
Evidentemente, si no podemos contar con la producción libia, las cuentas se verán afectadas, pero todo depende de lo que dure el conflicto. Estamos trabajando con distintos escenarios y tratando de reproducir toda la estructura que teníamos en Trípoli aquí, en el centro de Tres Cantos, en Madrid. Se trata de las medidas normales que aplican las empresas en situaciones como esta. Tenemos un plan A, en el que se prevé que la gente se pueda reincorporar en 15 días; un plan B, que contempla 30 días, y un plan C, para más tiempo. Tenemos que esperar acontecimientos
¿Van a activar las pólizas de seguro que protegen las inversiones en Libia?
Primero hay que identificar cuál es el tipo de daño, pues cuando las instalaciones no han sido afectadas hay seguros que no lo cubren, y si se trata de problemas políticos, hay veces que las pólizas lo cubren y otras que no. Lo normal es esperar a que todo acabe y entonces haremos el análisis correspondiente.
¿Han sufrido daños colaterales en otros países del norte de África?
El otro país en el que trabajamos es Argelia, con una producción de 9.000 barriles al día, y se mantiene sin ninguna alteración. Lo que hay que tener en cuenta es que en estos países la producción está en el desierto, en zonas muy alejadas de todo, y lo normal es que en las instalaciones no pase nada. Otra cuestión son las terminales por las que se evacua el crudo. El mayor miedo que teníamos en Libia es que alguna de las facciones decidiera bombardear campos de petróleo para perjudicar a la otra, eso es lo que nos llevó a evacuar a nuestra gente. Pero no ha habido ningún ataque en la zona del desierto.
Pero instalaciones de otras petroleras sí han sido ocupadas.
Libia tiene tres grandes cuencas: la de Sirte, que está cerca de Bengasi; la de Murzuq, que es la nuestra y está en el suroeste, y la cuenca de Gadames, que tiene mucho gas y está en el oeste. No tenemos noticia de que haya sido afectada ninguna instalación en las dos primeras cuencas.
El presidente de Repsol dijo hace unos días que no auguran problemas de suministro, pero que sí puede afectar al precio ¿En cuánto?
No tenemos ni idea. El mundo consume 86 millones de barriles diarios y Libia ponía en el mercado en torno a dos millones de barriles. Pero la capacidad remanente (la que no se utiliza) está en unos cuatro millones de barriles, fundamentalmente, en Arabia Saudí. Por tanto, suponiendo que toda la producción libia saliera del mercado, lo cual no está ocurriendo, se podría sustituir esa producción. Físicamente, no debería haber un problema de escasez, que es lo que propiciaría una subida del precio. No obstante, hay factores que pueden influir, por ejemplo, que los conflictos se extiendan por todo el norte de África y afecten a la península Arábiga o que todo el mundo invierta en futuros. Otro elemento adicional es que el Banco Central Europeo suba los tipos de interés, en cuyo caso, subirá el euro y bajará el dólar. Y cuando el dólar baja casi siempre sube el petróleo.
¿Haría falta una mayor regulación de los mercados financieros?
Hay quien pide una regulación más estricta y que los mercados solo puedan servir para coberturas del negocio físico. Pero al final, lo que se consigue es anticipar situaciones que se podrían producir meses después: si te suben el precio ya, la demanda cae ya.
¿Qué opina de las medidas de ahorro energético que está tomando el Gobierno o la UE?
El ahorro y la eficiencia energética son necesarios. Y cuanto más se ahorre, mejor. Pero si todos apagamos las luces de las habitaciones cuando salimos, quizás ahorremos mucho más que cambiando más de 200.000 bombillas o neumáticos. Todas estas medidas, en el fondo, adolecen de un cierto análisis coste-beneficio. Si estamos muy preocupados por el déficit público, la caída de un 5% en el consumo de carburantes por la reducción de la velocidad a 110 kilómetros, le afectará, porque un 60% son impuestos.
Pero siempre los pueden subir.
Nos los pueden subir, efectivamente ríe. En todo caso, las medidas van a suponer una menor recaudación.
Las estadísticas europeas que maneja la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) muestran que el margen bruto de las petroleras en España por la venta de carburantes está entre los mayores de la UE y han aumentado mucho en una década.
Cuando tienes una inflación media un punto o dos por encima del resto de los países, tus costes suben más. Y cuando analizas un periodo largo, ves que ha habido una pérdida de competitividad de la economía española. Por otro lado, España tiene una orografía complicada, por lo que el coste del transporte es también más elevado. Aunque nuestro sistema logístico es eficiente, todavía tenemos un recorrido medio mayor para llegar hasta el punto de venta que en Europa. Además, todo el gasóleo es importado.
¿Hay un antes y un después de la entrada de Sinopec en la filial brasileña de Repsol con un 40%?
Sin duda alguna. Nosotros teníamos invertidos en Brasil 1.200 millones de dólares y nos han valorado esa inversión en 10.700 millones. Por tanto, materializar, aunque no contablemente, una revalorización de tus activos de este calibre supone un antes y un después.
¿Cómo se explica el pago de semejante prima por una posición minoritaria? ¿Se debe a las dificultades de las empresas chinas para poder invertir en países europeos o americanos?
Cuando valoras el rendimiento de un activo a 20 años, es muy importante a qué tasas descuentas tus flujos financieros. Si lo haces al 15%, el valor neto actual es más bajo; si lo descuentas al 10%, que es lo que se suele hacer en esta industria, es otra cantidad, y si lo haces al 7%, el valor es mucho más alto. China es un país con unas reservas de divisas brutales, acumula año tras año unos superávits comerciales muy importantes y uno de sus problemas es colocar sus fondos en el exterior. Si colocan esas inversiones en activos financieros, con cierta seguridad, esas inversiones estarán en el 3% o en el 4%. Por tanto, descontar al 7% es un buen negocio para un país como China, que tiene avidez de materias primas. Mientras Europa crece a algo más del 1%, ellos lo hacen al 9% o al 10%. Con unos excedentes financieros que pueden colocar al 7% el rendimiento es mayor que si los invierten en bonos de Estados Unidos. Esa lógica te demuestra que han pagado el precio que podían y debían pagar.
¿En qué consiste el pacto accionarial que han firmado?
Es un acuerdo sobre cómo vamos a gestionar Repsol Sinopec Brasil, que es el nuevo nombre de la filial, y las decisiones que van a requerir unanimidad; por ejemplo, las ampliaciones de capital. Meter 7.000 millones y que te apliquen el rodillo no es razonable.
El acuerdo también establece que pueden realizar inversiones por separado. ¿Por qué?
Para evitar la paralización de la sociedad. Si Repsol quiere hacer una inversión y Sinopec no quiere, eso podría llevar a la paralización de la empresa. Por eso, si estamos de acuerdo, las hacemos juntos, y si no, por separado. Esto proporciona una cierta flexibilidad.
¿Es posible que Sinopec entre en otras filiales de Repsol?
No lo creo. Para nosotros la operación partía de una necesidad: el negocio de upstream necesita diversificación, como demuestra el hecho de que en tan pocas semanas se haya podido desencadenar un conflicto como el del norte de África. Brasil es magnífico, pero invertir entre 15.000 y 20.000 millones en un solo país, esta compañía lo ha hecho solo una vez, pero no creo que lo haga más.
Brufau sentenció hace unos días que Repsol no hace desinversiones para pagar dividendos extraordinarios, sino para hacer frente a sus proyectos.
Enlaza con lo que estaba diciendo. Tenemos que equilibrar nuestra cartera, sobre todo en upstream. El plan estratégico 2010-2014, prevé unas inversiones de 9.400 millones, de los que 4.000 millones correspondían Brasil. Y ya los hemos conseguido por una fuente exterior. Hemos reducido las necesidades de inversión en upstream de nueve a cinco en ese horizonte. Esto no significa que vayamos a invertir sin medida, pero sí que tenemos una capacidad adicional que podemos usar si encontramos oportunidades de un tamaño adecuado y que contribuyan a reequilibrar nuestra cartera.
¿Por ejemplo en Angola?
En Angola tenemos un proyecto exploratorio y estamos contentos de haber vuelto a este país después de muchos años. El Gobierno angoleño quiere perforar el presalino y reproducir el éxito de Brasil en su zona, que es la unión geológica entre América y África. Detrás de las capas de sal que hay en el subsuelo de las aguas de Angola puede haber petróleo que no se ha explorado todavía. Para ello, el Gobierno llamó a trece compañías y nueve nos hemos repartido los proyectos.
¿Cómo han conseguido una tasa de reemplazo de reservas del 131%? ¿Ha influido Brasil?
Aún no. Este año ha aportado mucho Camisea, en Perú y un poco Colombia. Llevamos muchos años con descubrimientos importantes, pero son procesos lentos, que dan frutos poco a poco.