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22 grandes grupos bancarios trabajan en la creación de Monnet

La tarjeta europea busca alcance global con Mastercard y Amex

La alternativa europea a Visa y Mastercard avanza. Pero para prosperar, el Proyecto Monnet debe lograr un modelo de financiación compatible con la legislación comunitaria y que las tarjetas que en el futuro lleven su logotipo sean aceptadas en todo el mundo. A tal fin, sus 22 promotores han contactado con American Express (Amex) y Mastercard.

El dinero es mucho más que cobre, níquel y papel. Las transacciones electrónicas ganan terreno a monedas y billetes a ojos vista. Por eso, la UE aspira a contar con un esquema de tarjetas propio. Con una alternativa a Visa y Mastercard. Durante años, las autoridades comunitarias han insistido a los grandes grupos bancarios de la región para que pongan en marcha una enseña. El Proyecto Monnet echó a andar el pasado 5 de mayo en Madrid. Tras meses de preparativos, llega el momento de las decisiones.

Una de las grandes cuestiones que tiene Monnet sobre la mesa es su ámbito de actuación. Los 22 grupos financieros que promueven esta iniciativa serían capaces de dotar a las tarjetas de una amplia presencia en Europa, pero para que la iniciativa tenga éxito sus plásticos deben ser admitidos en cualquier parte del mundo.

Conscientes de las dificultades que entrañaría constituir una red desde cero, los promotores han contactado con compañías rivales para alquilar sus puntos de aceptación (comercios y cajeros). Visa Inc. ya ha dado el "no" por respuesta. Esta sociedad cotiza en Nueva York y agrupa todo el negocio mundial, salvo el del Viejo Continente. Este depende de Visa Europa, una asociación de bancos locales que opera como licenciataria. En contraste, fuentes del sector indican que Mastercard y Amex están abiertas a analizar las propuestas de Monnet.

Portavoces de Visa Europa indicaron que los citados contactos son "especulaciones sin fundamento". Desde Amex no se pronunciaron al cierre de esta edición. Mientras, en Mastercard indicaron que "estamos en sintonía con los desarrollos estratégicos que se producen en la industria de medios de pago, incluyendo el proyecto Monnet, y tenemos en cuenta cualquier oportunidad comercial interesante que surja que ayude a expandir nuestro sistema de pagos".

Proceso de datos

Otra de las cuestiones que debe dilucidar Monnet es cómo y dónde se procesarán las transacciones que efectúen sus tarjetas. Esta labor puede recaer sobre un único proveedor o repartirse las tareas entre distintas compañías (switching, autorización, clearing y settlement).

La adaptación del parque de terminales punto de venta (TPV) y cajeros también supone un desafío. Las entidades españolas suelen actualizar el software de estas máquinas de manera telemática (telecarga). Sin embargo, sus pares alemanes y franceses tendrían que reconfigurarlos comercio por comercio. Esta migración resultaría muy onerosa, por lo que los bancos de Monnet deben analizar si cada participante sufraga sus gastos o si se subvencionan con fondos comunes.

La emisión de tarjetas es otro punto por aclarar. Esta puede materializarse de golpe, con el impacto que conlleva sobre la partida de gastos de las entidades, o efectuarse una migración gradual aprovechando la caducidad natural de los plásticos en circulación.

De salir adelante, Monnet debería poner en marcha una campaña para alcanzar notoriedad entre el gran público. Sin embargo, los bancos, cajas y cooperativas que promueven este proyecto son conscientes de que carecen de los grandes presupuestos publicitarias de Visa y Mastercard. Estas dos enseñas figuran entre los grandes anunciantes del mundo. Las entidades europeas deben decidir en dos meses si lanzan o no Monnet.

Un modelo de negocio pendiente de Bruselas

Monnet es un proyecto que, en principio, cuenta con el respaldo de la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE). Ambas instituciones desean que la UE cuente con un esquema de tarjetas propio, como ocurre en EE UU (Visa, Mastercard, Amex y Discover), Japón (JCB) o China (CUP).Pero para que bancos, cajas y cooperativas europeos se animen a seguir las directrices que llegan desde Bruselas y Fráncfort es necesario un modelo de negocio. Es decir, Monnet debe ser rentable para sus promotores. El problema es que los estudios de viabilidad del proyecto se están realizando en un momento de incertidumbre para la industria de los medios de pago, como consecuencia del enfrentamiento durante el último lustro de las autoridades comunitarias de Competencia con Mastercard y Visa en torno a las tasas de intercambio.Estas dos enseñas basan sus ingresos en un esquema de reparto de cargos a cuatro bandas, donde el banco emisor de la tarjeta percibe de su cliente una cuota anual por tarjeta, pero también demanda un pago (tasa de intercambio) a la entidad dueña del lector ubicado en el comercio, que lo repercute a su vez sobre el distribuidor (tasa descuento).Originalmente, Europa cuestionaba la mera existencia de las tasas de intercambio pero, tras años de tomas y dacas, ahora se limita a criticar su magnitud. En todo caso, los bancos se muestran prudentes y prefieren conocer el resultado del pleito con Mastercard y las negociaciones con Visa antes de lanzar Monnet.El futuro esquema europeo también tiene elementos a su favor. Por un lado, la citada voluntad política de la UE. Y por otro, que puede presentar un modelo de negocio de nueva planta aceptable para Competencia.

Las cifras

22 grupos europeos participan en Monnet. Capgemini actúa como consultora.6 millones de euros es el presupuesto. Cada socio aporta entre 200.000 y 300.000 euros.

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