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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Síntomas de burbuja en las redes sociales

El número de inversores interesados en las webs de redes sociales crece a la misma velocidad supersónica que el impacto de éstas en las costumbres de los ciudadanos. Muchos especuladores huelen importantes sumas de dinero si entran a tiempo en empresas que, suponen, tiene la Bolsa como destino ineludible a corto o, como mucho, medio plazo. Las potenciales revalorizaciones multimillonarias brillan en los ojos de quienes han olvidado con increíble rapidez la crisis de las puntocom, justo cuando empezaba la anterior década. De este modo, se dan todas las condiciones para que el incipiente negocio de las redes sociales dé lugar a otra fenomenal burbuja financiera.

Pero en 10 años cambian mucho las cosas, y el escenario no es el mismo al comenzar esta segunda década del siglo. Primero, porque la crisis económica diseña un marco diametralmente opuesto al de aquellos alegres años de unas puntocom nacientes en las que los beneficios eran "lo de menos". Y segundo -aunque solo el tiempo dirá si esto es verdad-, porque de algo ha de servir la experiencia. El caso es que, al contrario de lo que sucedió con las puntocom, las webs de redes sociales están encontrando financiación sin dificultades fuera de la Bolsa. Seguramente no se trata de que las costumbres hayan cambiado porque se ha aprendido la lección, porque el gran negocio de las salidas al parqué está en el ADN de los inversores, pero lo cierto es que la compraventa de acciones de empresas no cotizadas, como Facebook, Twitter, Zynga o Linkedin se está moviendo vertiginosamente al alza fuera del parqué. Y solo esta última ha puesto claramente la Bolsa como objetivo.

El interés de Goldman Sachs por la red social Facebook ha sido el detonante más visible de un proceso que ya es imparable. Su acuerdo para invertir, junto a la rusa DST, 500 millones de dólares en el sitio web creado por Mark Zuckerberg ha disparado la valoración de Facebook hasta 50.000 millones de dólares, por encima de gigantes tecnológicos como eBay, Yahoo o Time Warner. Goldman ha puesto en marcha rondas de financiación privada para recaudar otros 1.500 millones de dólares para la red social y se ha encontrado con una demanda de miles de millones a pesar de la elevadísima valoración. Y es solo la primera.

Esta nueva burbuja puede encontrar, sin embargo, más dificultades para hincharse si los reguladores han aprendido bien su papel. La SEC, equivalente en EE UU a la CNMV, ya está investigando la compraventa de acciones de estas compañías no cotizadas ante el creciente número de transacciones. Al ser operaciones privadas, eluden las regulaciones de los mercados públicos, pero la SEC cuenta con un oportuno soporte legal para hacer su labor: las empresas de más de 500 accionistas deben informar de sus cuentas aunque no coticen. Con transparencia, que es el mejor antídoto contra las burbujas, se evitarán futuros disgustos.

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