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Columna
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Para cuándo Europa

El ministro de Finanzas de Bélgica, nuestro amigo Didier Reynders, en calidad de presidente del Ecofin (Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea) durante este segundo semestre de 2010, ha logrado desbloquear las negociaciones que estaban paralizadas por el obstruccionismo de Luxemburgo y Austria. El resultado ha sido la decisión tomada por unanimidad de reforzar la cooperación administrativa en materia fiscal para luchar contra el fraude. Conforme a la nueva directiva, será imposible negar información de una persona que esté identificada y sea residente en el país solicitante, sin que pueda aducirse como excusa que está en poder de un banco o entidad financiera.

A partir de 2015 los Estados establecerán sistemas automáticos para asegurar el intercambio de información respecto a cuestiones relativas a la renta y el capital (salarios, pensiones, propiedades inmobiliarias, dividendos y seguros de vida). Además, el comisario de Mercado Interior y Servicios, Michel Barnier, ha trazado un plan que propone sanciones penales eficaces, proporcionales y disuasorias que homogeneizarían las reglas del juego, hasta ahora dispersas y de muy distinto calado en cada uno de los 27 países miembros.

Son pasos en la buena dirección para afrontar la crisis y las insuficiencias de la regulación del sector financiero que ha modificado sus prácticas a la velocidad de la luz sirviéndose de las nuevas tecnologías. Responden a la necesidad de nuevas reglas para asegurar la honradez de los banqueros.

Porque en otros sectores queremos que se tomen riesgos intrépidos, que en ocasiones fallan, pero los bancos son diferentes. Así lo señala Adair Turner, presidente de la Financial Services Authority con responsabilidades regulatorias y supervisoras en Reino Unido, en su columna de la edición del Financial Times del miércoles día 8. Turner propugna que al menos debería adoptarse una regla automática: que los ejecutivos y consejeros de los bancos que tomaron riesgos desproporcionados y que debieron ser rescatados quedaran excluidos de ejercer funciones similares en otras instituciones financieras, a menos que pudieran demostrar que en su momento habían advertido contra esas decisiones.

Más allá de estos matices, el periódico británico mantiene su escepticismo respecto al euro y arrima una vez más el ascua por si pudiera contribuir a la incertidumbre en otra columna de Martin Wolf. Sigue la línea de Bertrand du Guesclin de "ni quito, ni pongo rey, pero ayudo a mi señor".

Didier Reynders y Michel Barnier están haciendo contribuciones necesarias pero falta por ver si suficientes y con el ritmo requerido. Para un examen más en profundidad, el diario Le Monde ha entrevistado a Helmut Schmidt y a Jacques Delors, dos personalidades que han sido decisivas en la construcción de Europa y que coinciden en denunciar la ausencia de una visión común y la falta de personalidades a la cabeza de los Estados y de las instituciones europeas que tengan un dominio suficiente de las cuestiones nacionales e internacionales y que hayan probado una capacidad de juicio adecuada.

Para Schmidt, 92 años, canciller socialdemócrata de Alemania de 1974 a 1982, las excepciones pueden ser el luxemburgués Jean-Claude Juncker, 56 años, presidente del Eurogrupo, que incluye a los 16 países de la moneda única, y Jean-Claude Trichet, 68 años, presidente del Banco Central Europeo.

El ex canciller, que sigue siendo uno de los hombres políticos alemanes más populares y respetados, estima que el ministro de Finanzas de su país, Wolfang Schäuble, es un novato en cuanto se refiere a los mercados monetarios internacionales, mercados de capitales, sistema bancario, supervisión de la banca y bancos fantasmas y lo mismo que la canciller Angela Merkel carece de comprensión del mundo económico de nuestros días.

Jacques Delors, 85 años, presidente de la Comisión Europea de 1985 a 1995, parece más comprometido que nunca y se pronuncia con viveza y precisión apasionada para reivindicar que la política debe ser la última referencia y rehusar que los banqueros hagan temblar a los Gobiernos de la eurozona. Reclama que el espíritu de cooperación esté a la altura del espíritu de competición por fidelidad a una cierta idea de una Europa unida en su diversidad, herencia de los padres fundadores. Critica el capitalismo financiero, que se ha impuesto como ideología dominante, para el cual el mercado es la sanción de todo y la finalidad única es la creación de valor bursátil.

Es el que ha provocado una crisis financiera mundial. Y lo pone en contraste con el otro capitalismo que es el de la producción de bienes y servicios, el de la verdadera creación de riqueza. Delors recomienda trabajar en tres direcciones: recuperar los principios y el camino de una economía social de mercado, proseguir la construcción europea sin nuevas delegaciones de soberanía que nadie quiere y luchar contra los déficits sin bloquear el crecimiento ni perjudicar el porvenir. ¿Para cuándo lo dejamos?

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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