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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El euro precisa una gobernanza europea

Los especuladores internacionales han encontrado un filón con el euro. No se amilanan ante las solemnes advertencias amenazadoras de los Gobiernos, ni tampoco hacen caso al anuncio de duras medidas de ajustes presupuestarios aprobadas hasta ahora. Grecia, primero, y luego Irlanda se pasaron semanas negando la necesidad de un rescate por parte del resto de los socios del euro. Pero acabaron cediendo cuando la rentabilidad de sus bonos a 10 años se disparó por encima del 6% y sus nuevas emisiones de deuda empezaron a colocarse a precios insostenibles. Muchos consideran que Portugal es el siguiente eslabón de una cadena que tiene un final incierto, mientras los mercados meten más presión a España.

Poco importa que la situación económica de los dos países ibéricos diste mucho de Grecia y que ninguno de los dos tenga su sistema financiero tan tocado como Irlanda. Esto demuestra que la debilidad no radica solo en las economías nacionales, sino en una Unión Monetaria que tiene flancos débiles y que los inversores ávidos de dinero rápido han sabido explotar. El problema excede ya las potestades de los Gobiernos y se ha convertido en una preocupación para el conjunto de la zona euro. La moneda única cayó ayer hasta los 1,337 dólares cuando la canciller alemana, Angela Merkel, reconoció que está en una "situación excepcionalmente seria".

La Eurocámara alzó ayer acertadamente la voz pidiendo medidas para resolver estas graves deficiencias, derivadas de una descoordinación entre los países del euro que ha quedado patente con la crisis, y unas notables diferencias económicas que los especuladores utilizan para atacar a los socios más débiles. Los europarlamentarios reclamaron en una resolución la puesta en marcha de un sistema de gobierno económico en la eurozona. Son urgentes unas reglas únicas y unos sistemas de control eficientes, la gran asignatura que quedó pendiente en la creación del euro.

Cobra fuerza también la opinión de que el BCE tiene que tener mandato para jugar un papel más determinante en la política monetaria de los países del euro. El banco europeo se ha mostrado reacio a adoptar medidas poco ortodoxas durante toda la crisis, y cuando lo ha hecho, ha sido con timorata mesura y fecha de caducidad, a diferencia de la Reserva Federal o del Banco de Inglaterra. El mandato de controlar la inflación no es suficiente para actuar en situaciones tan complicadas como la mayor crisis desde la Gran Depresión.

Una fórmula eficaz para combatir a los tiburones de los mercados es que el BCE adquiera deuda en los mercados secundarios cuando se produzcan ventas masivas, como sucede en estos días. Y debe hacerlo sin recato, para demostrarles a los especuladores que se quedará con todo el papel que estén dispuestos a poner en circulación. Evitaría así que se descontrole la prima de riesgo de los países atacados. Los Gobiernos europeos han de dejar patente que están dispuestos a defender su moneda por todas la vías posibles, pero eso implica ceder potestades políticas y económicas en favor de una verdadera Europa común. Solo así los especuladores dejarán de ver al euro como presa fácil. Será la mejor manera de evitar que los problemas se contagien por la Unión Monetaria.

El Spain Investors Day, celebrado el lunes y el martes en Madrid, es un foro para acercar los grandes inversores internacionales a las empresas españolas. La acertada iniciativa quedó marcada precisamente por el efecto contagio de la crisis de Irlanda, que ha disparado la prima de riesgo de la deuda española a su máximo histórico y ha hecho caer el Ibex casi un 6% en dos jornadas. En privado, algunas empresas españolas dicen que la nacionalidad empieza a jugar en su contra, a pesar de la fuerte internacionalización que minimiza su exposición al mercado doméstico español. Es una situación grave que no debe perdurar.

El Ejecutivo tiene en su mano cumplir sus compromisos de reformas estructurales y ajuste presupuestario para ganar confianza para España. Pero también es el momento de pedir a Bruselas que haga sus deberes y que dé los pasos necesarios para que la Unión Monetaria y Económica sea algo más que una entelequia con una moneda común.

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