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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El crédito intangible del empresariado

En los tres últimos años de declinante desempeño de la actividad económica, como si fuese un fenómeno maldito, se ha esfumado el liderazgo que precisan los tiempos difíciles y han desaparecido los corpus doctrinales aplicados, las buenas e imaginativas ideas para convertir en ilusionante optimismo el pesimismo agarrotador. Gobierno con inesperado e impuesto giro en sus propósitos, oposición silente, sindicalismo de acompañante pasividad y patronal sin sur ni norte. Cruzan sus miradas y comparten la fatalidad, culpan al empedrado de los lodos, sin reconocer que vienen del polvo sacudido, de la responsabilidad colectivamente esquivada. Podría darse el caso de que fuese España de los pocos ejemplos, a lo mejor el único, de un país que no aprovecha la oportunidad de la crisis para corregir los defectos comprobados y relanzar el porvenir. Pero para ello es previa una regeneración del ideario y del liderazgo, de la forma más vasta posible.

Los microagentes económicos, tanto los consumidores como los trabajadores, los inversores, los emprendedores, precisan un itinerario. Pero mientras tanto, los empresarios aportan su cuotaparte en el desarrollo de la actividad, e incluso en determinados sectores mantienen niveles de excelencia envidiables. Es llamativo que cuando mayores cotas de internacionalización de la empresa española existen, con reconocido éxito, menor sea el nivel de crédito de la cúpula patronal que las representa.

La CEOE ha entrado en una espiral de pérdida de su crédito institucional, ese intangible imprescindible para aconsejar recetas y demandar reformas, que debe ser recompuesto cuanto antes. Esta semana es clave para ello, con la prácticamente segura reelección de Joan Rosell al frente de la patronal catalana y la convocatoria de una asamblea electoral nacional para buscar sustituto a Gerardo Díaz Ferrán, tras una desafortunada gestión salpicada por los procesos concursales de sus sociedades.

La abundancia de supuestos candidatos para relevar a Díaz Ferrán es indicativa de la escasa claridad de ideas, de la ausencia de comedida brújula, para consolidar una patronal que sí había logrado cierta autoridad en el mundo de la empresa con José María Cuevas. La CEOE debería abrir un debate interno muy profundo para vislumbrar por dónde quiere caminar y, una vez tomadas las medidas al futuro, ponerle un traje, buscarle un candidato con el liderazgo mínimo que lo porte. Que desarrolle un corpus doctrinal y un comportamiento ante la economía y la sociedad alejada de la creencia de que todo se arregla "trabajando más y ganando menos", pero que contribuya con el compromiso de la inversión a cambio de sacrificios colectivos, y que consolide de una vez lo que más falta en la sociedad española: el espíritu emprendedor, cuyo logro en absoluto depende de los empresarios de manera exclusiva.

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