Urge renovar la estrategia formativa
Francisco Puertas propone que ante la reducción de costes de las empresas, sobre todo en el capítulo de la formación, éstas deben aprovechar el auge de todas las herramientas tecnológicas entre los empleados.
En la coyuntura de mercado que vivimos hay dos palancas que están transformando y evolucionando los modelos formativos en las organizaciones de hoy: por un lado, la profunda reducción de costes que están viviendo las empresas obligadas por el contexto económico actual y que ha llevado a las organizaciones a minimizar el presupuesto y la inversión en formación. Y, en segundo lugar, el auge del mundo online, el aumento de la conectividad de empleados en su puesto de trabajo, así como la proactividad y la apertura, especialmente las nuevas generaciones, por las nuevas formas de colaborar y relacionarse en la red.
Los meses de austeridad han frenado la formación obligatoria y planificada por los departamentos de formación, dando paso en muchos casos a la formación bajo demanda, más específica y gestionada de manera flexible y en modo autoservicio.
Tiempo atrás, la formación se entendía como un entrenamiento en el marco de un programa formal. Pero cada vez más, los empleados demandan formas innovadoras de aprender. No sólo eso, también quieren elegir el dónde, el cómo y el cuándo. No olvidemos que gran parte de los trabajadores más jóvenes son usuarios de redes sociales, entornos virtuales que utilizan para relacionarse o aprender. ¿Por qué no trasladar estas mismas experiencias al entorno de la formación empresarial? La evolución tecnológica aplicada a la formación permite dar respuesta a esta nueva forma de entender el proceso de aprendizaje.
Para adaptarse a este nuevo contexto, las empresas deben plantearse la renovación de la estrategia formativa y para ello debe tratar de equilibrar el uso de las distintas metodologías formativas apoyándose en el avance de la tecnología con el objetivo de aumentar la eficiencia de la formación, mejorar la colaboración y la gestión del conocimiento de su organización y estimular la innovación. Si se está planteando revisar la estrategia formativa de su organización para adaptarla a los nuevos tiempos, es capital que conozca cómo las nuevas tecnologías pueden contribuir a mejorar la formación de sus empleados. Redes sociales y entornos colaborativos: el reto de formalizar el aprendizaje informal y capturar el conocimiento tácito o latente: los contenidos son generados por los propios empleados y difundidos gracias a la interacción personal y los canales internos de la empresa (intranet, portales, etcétera). Educación basada en el juego: a través de simulaciones, se enseña a los participantes a utilizar las aplicaciones y/o sistemas de la organización, entrenando también comportamientos críticos en la función. Es importante que el empleado cometa errores en su fase de entrenamiento para que pueda conocerlos y anticiparlos posteriormente en su puesto de trabajo. Aprendizaje móvil: cuando y donde el participante considere oportuno realizarlo: se pone a disposición del empleado el acceso a la formación a través de distintos dispositivos móviles (teléfonos móviles, reproductores de MP3, iPod, smartphones o PDA).
Este cambio de enfoque en la estrategia formativa requiere también del desarrollo de nuevas capacidades. En muchos casos, se trata sólo de pequeños cambios respecto a los actuales, pero es importante conocerlos bien para rentabilizarlos al máximo. Resulta prioritario aprovechar el conocimiento acumulado. No se trata de desarrollar cientos de nuevos contenidos, sino de poner a disposición de los empleados los conocimientos existentes en la organización a través de diversos canales. Hay que asegurar que los expertos tienen las herramientas necesarias para difundir y compartir su conocimiento y potenciar sus habilidades y competencias, ya que son los formadores internos. No siempre habría que desarrollar nuevos programas formativos, sólo si realmente son demandados por las personas de la organización y, si así fuera, hacerlo en distintos formatos. También es fundamental medir, no para obligar ni perseguir, sino para tener constancia de las necesidades y poder dimensionar los costes asociados. Por último, es fundamental dar continuidad. De poco sirve una acción formativa aislada de larga duración, mejor pequeñas acciones a disposición de los participantes para que las vayan tomando al ritmo que consideren oportuno.
En los tiempos que corren hay que rentabilizar al máximo los activos con los que se cuenta para contribuir a la mejora de los resultados. En este sentido, todas las organizaciones disponen de cientos de expertos que atesoran un gran conocimiento y experiencia. La puesta en práctica de las nuevas metodologías, conocidas como Learning 2.0, ofrece la oportunidad de explotar al máximo estas capacidades para transformarlas en aprendizaje organizativo. Es el momento de subirse al tren de la innovación aplicada a la gestión del talento como ya lo están haciendo las empresas líderes. Con ello, han conseguido configurar una oferta formativa de calidad, adaptada a las necesidades y preferencias de cada empleado, que da respuesta a las oportunidades y retos del entorno.
Francisco Puertas. Socio responsable de talento, organización y personas de Accenture