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Debate Abierto. El papel de China en el dólar

El ratón pide ayuda al gato

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El ratón pide ayuda al gato

Oriente no es Occidente y Pekín se encarga de recordárselo al mundo un día tras otro. Cuando China anunció el pasado 19 de junio que volvía a flexibilizar parcialmente el tipo de cambio de su moneda, sólo los más ilusos podían esperar que eso se tradujese en una revaluación de envergadura. Pero el grado casi imperceptible de la apreciación, tan sólo un 1% hasta 6,69 yuanes por dólar, ha traído la desesperación a los atribulados dirigentes de Europa y EE UU. El pasado día 16, el secretario del Tesoro americano, Tim Geithner, compareció ante el Senado para hablar sobre las relaciones estratégicas China-EE UU. Geithner exigió a las autoridades de Pekín que permitan una "apreciación significativa y sostenida" del yuan que "refleje plenamente las fuerzas del mercado" y reclamó a las empresas chinas que, si pretenden competir en el mundo capitalista, lo hagan "con las mismas reglas de juego" que el resto. Es dudoso, sin embargo, que las palabras del secretario del Tesoro tuvieran eco más allá de las paredes del Capitolio y mucho menos que la reverberación llegase hasta el Zhongnanhai, el complejo de edificios ubicado en el centro de Pekín que alberga la sede del Partido Comunista y el Gobierno de la República Popular.

En lo que va de año, las exportaciones de bienes y servicios de EE UU hacia China superan los 53.000 millones de dólares, un incremento del 36% respecto a 2009 y del 16% sobre 2008. En contraste, las exportaciones americanas hacia el resto del mundo aún están un 8% por debajo de los registros de 2008. Adicionalmente, China es el mayor comprador mundial de deuda pública americana, con un volumen equivalente a 846.700 millones de dólares, un 20,8% del total. En resumen, EE UU necesita en grado extremo a China. El problema es que el amigo oriental regala muchas buenas palabras, pero luego retuerce las normas de libre mercado a su conveniencia. Washington protesta y amaga con sancionar con aranceles comerciales. Pero la estrategia de la zanahoria y el palo que nunca llega se ha repetido tantas veces que ha perdido toda credibilidad. Muy grave tendría que llegar a ser la situación para que EE UU se atreviera a ir más allá de los conflictos de baja intensidad que ya mantiene en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En la Casa Blanca, los nervios están a flor de piel. El paro sigue estancando por encima del 9% y la semana pasada se publicó un incremento inesperado de las peticiones de subsidio por desempleo. La Reserva Federal constató además que las tasas inflación "están por debajo de niveles consistentes con la creación de empleo", una señal clara de que el banco central de EE UU está engrasando la maquinaria para fabricar más billetes, lo que se traducirá en un dólar más débil. Otra cuestión es cuando se producirá el movimiento. "Las elecciones de noviembre se renovará parcialmente el Senado y la Cámara de Representantes en su integridad hacen que diciembre sea la fecha más probable para la acción, si bien un deterioro de calado en los datos básicamente nóminas, consumo minorista y pedidos de fábrica podría acelerar la decisión", valora Dave Chappell, especialista en renta fija americana de la gestora Threadneedle. Un alivio vía repunte de las exportaciones sería más que bienvenido.

China posee reservas en divisas por un valor de 2,45 billones de dólares (1,8 veces el PIB de España) y la mayor parte está precisamente en dólares. Es la ambición del primer ministro Wen Jiabao diversificar estas reservas. Las dimensiones son de tal calibre que cada paso hace temblar la tierra. Japón es el último perjudicado. Las autoridades niponas han invertido 10.000 millones de dólares en frenar la carrera alcista del yen, que ha llegado a máximos de 15 años frente al euro y el dólar. Tokio ha interrogado directamente a Pekín, en medio de una gravísima crisis diplomática por cuestiones territoriales, sobre la compra masiva de bonos públicos japoneses. Un nuevo frente se abre.

Mientras, la zona euro asiste a la batalla estratégica casi sin abrir la boca. "Desafortunadamente, el euro está siendo dirigido actualmente por fuerzas que son, en gran medida, externas a la eurozona. Una vez que los puertos seguros de la primera mitad del año, el yen y el franco suizo, están siendo sometidos a control por sus propias autoridades monetarias y que China ha expresado su preocupación por las perspectivas del dólar, a los inversores no les quedan muchas alternativas sobre qué moneda comprar", resume Simon Derrick, estratega jefe de divisas de BNY Mellon. El resultado es que el euro se ha apreciado un 12% frente al dólar desde los mínimos de junio, haciendo un viaje desde 1,19 hasta 1,34 dólares. La moneda comunitaria gana terreno frente a todos. En los últimos tres meses, el franco suizo y la corona sueca son las únicas monedas de relevancia que no han perdido terreno contra el euro.

Europa necesita exportar. La oleada de medidas de austeridad impuestas desde Bruselas, con restricciones del gasto público y subidas de impuestos, no constituyen un incentivo al consumo. Irlanda, que ahora está en el punto de mira de los especuladores, dio una buena muestra de ello la semana pasada al informar de que el PIB experimentó en el segundo trimestre del año una contracción del 1,2% comparado con el periodo de enero a marzo. España afronta este miércoles la primera huelga general de la era Zapatero, en respuesta a la reformas que el Gobierno ha impulsado en el mercado laboral. Francia sufre paros constantes en distintos sectores. La contestación social crece y los primeros indicios de recuperación amenazan con ser de vuelo muy corto. Por ejemplo, la locomotora de Europa, Alemania, registró una expansión intertrimestral del 2,2%, apoyada sobre todo en la exportación industrial, un terreno donde compite de forma directa con China, y el hecho es que los expertos dudan de la sostenibilidad del ritmo de recuperación. "No deberíamos esperar de Alemania nunca más un dato de crecimiento como el del segundo trimestre. (...) Algunas de las cifras que se han publicado últimamente de producción y confianza apuntan a que la economía de la eurozona empieza a ralentizarse y los rápidos movimientos rumbo a la austeridad se traducirán de forma casi inevitable en una futura desaceleración. La cuestión es determinar en qué grado en relación con EE UU", expone John Hardy, consultor de estrategia de divisas de Saxo Bank.

De acuerdo con los últimos datos del Banco de Pagos Internacionales, el mercado de divisas mueve a diario en términos globales un volumen equivalente a 3,9 billones de dólares y el billete verde participa en un 85% de esas transacciones; el euro, en un 39%; el yuan, sólo en un 0,3%. Sin embargo, en este juego China es el gato y Europa y EE UU los ratones que claman desesperadamente por su ayuda.

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